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Provincia de...

El ser humano resulta en muchas ocasiones una criatura verdaderamente fascinante. Es capaz de grandes cosas, pero también de absolutas y tremendas barbaries. Hay personas que, como yo, tienden a gustar de la filosofía, pero no de la que se estudia en un libro, sino de la que surge de los entresijos mentales de uno mismo. Yo no considero mi filosofía mejor que ninguna otra; es, sencillamente, mía, y como toda teoría, puede resumirse fácilmente en una sola frase que recoja mi ideal; en este caso, semejante motto sería: "las cosas jamás suceden porque sí".

Provincia de... provincia de... provincia de...

Siempre he creído en las señales, y si se quiere, admito también que en una especie de predestinación que mueve los hilos de todos los seres humanos. Siento una suerte de recelo ante esta afirmación, suena un tanto herética, pero qué le voy a hacer, la mentira no es buena, y la cuestión es que esta confesión es una gran verdad. La mentira nunca es buena, mata el alma y la envenena, resuena en mi cabeza.

Provincia de... provincia de... provincia de...

Nací en Burgos hace 24 años, y a los 15 días de vida, abandoné mi tierra, mi adorada Castilla y León por la otra Castilla. Castilla la Mancha fue el lugar de parte de mi infancia, y mi corazón se encuentra dividido por las dos Castillas. Es curioso: era apenas una neonata cuando abandoné mi Burgos del alma y jamás he vuelto. Y, sin embargo, la siento tan cerca de mí que desde que tengo uso de razón y alguien me pregunta mi origen siempre respondo sin pensar: soy burgalesa. Y lo soy, vaya que sí lo soy, pero también soy manchega. Y, bueno, también andaluza, lugar donde llevo viviendo desde que tenía la tierna edad de 7 años... mmmmmh, ahora tengo 24 y llevo desde los 7 por Andalucía... ¿no sería, pues, más sensato afirmar que, casi, casi, eres andaluza, Catherine Heathcliff? Probablemente, sí, y la conclusión más inmediata que se podría derivar de mis excéntricos orígenes sería la siguiente: Catherine Heathcliff, burgalesa de nacimiento, manchega de crianza, andaluza de adopción. Otra gran verdad, pero no puedo evitar sentir que un pedazo de mí está en cada uno de los rincones en los que he vivido. ¿Dónde está mi casa, mis raíces, mis orígenes? Durante todos estos años de viajes y casas a cuestas he aprendido otra gran verdad: mi hogar está donde estén los míos.

Provincia de... provincia de... provincia de...

Sevilla... Desde que tengo uso de razón, siempre le he dicho a mi madre que me encantaría vivir en Sevilla o tal vez acabar mis días allí. ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo, si yo jamás he vivido en Sevilla? Quizá sea porque mi padre es sevillano, o quizá porque afirmo fehacientemente que la capital andaluza es una de las ciudades más hermosas sobre toda la faz de la tierra. Siempre he luchado porque este sueño personal se hiciera realidad... et voilá.

Provincia de... provincia de... provincia de...

Mi nueva vida en Sevilla llegó justo en el momento preciso. Me he aferrado tanto a esta nueva etapa que la ilusión salpica mi piel como rocío fresco a primera hora de la mañana. Mi corazón se acelera, late acompasado al ritmo de mi creciente y lacerante emoción. Los nervios de lo desconocido, de los planes, de organizarlo todo en pocas semanas... me encanta. Pido a mi destino que no me arrebate esta ilusión porque la necesito, la preciso de veras.

Conduzco y me adentro en las fronteras imaginarias que limitan esos carteles verdes.

Provincia de... provincia de... provincia de...






Catherine Heathcliff.

Consejos de mayores


Viernes noche, 10 de julio de 2009. Hora: 22.25.


Catherine Heathcliff se dirigía rauda y veloz a la terraza donde había quedado con sus amigos para tomarse algo... y lo que pudiera pasar después.


Con paso ligero, subía taconeando la Avenida de la Constitución en dirección a la Plaza de San Pedro, punto de encuentro con sus amistades. Tenía prisa, iba tarde. Pasó por delante de un banco de los muchos que hay en las amplias aceras de la citada avenida. En ese banco, dos mujeres y un hombre de edad avanzada tomaban la ligera y agradable brisa que tiende a correr de noche por la hermosa ciudad en la que vivo, frescor que les permite dormir con una cierta comodidad en esta época del año tan calurosa.


El relato que a continuación les detallo transcurrió tal cual. Señora mayor número 1 y Señor mayor enmudecen cuando Catherine Heathcliff pasa delante de ellos y se detienen a estudiarla con detalle y minuciosidad. Silencio, tan sólo roto por el persistente taconeo de la joven. De pronto, Señora mayor número 2 exclama:


- Cuchaaaaa... ¿a qué horas sale esta nena? Oig, ¡en vez de estar ya en su cama, la joía!


Catherine Heathcliff siguió caminando, sin apenas volverse, pero muerta de risa. Y se paró a reflexionar; probablemente, esta señora tenga razón, o no, vete tú a saber. Lo cierto es que a estas horas, 16.51, Catherine Heathcliff tiene mucho sueño, y se pregunta si la Señora mayor número 2 tiene razón y lo suyo fue un consejo bienintencionado. Probablemente sí, pero Catherine Heathcliff sonríe ante lo (in)oportuno del comentario, y se cuestiona si su cansancio se debe a andar despierta a una hora tan horriblemente desorbitada como las 22.25 un viernes por la noche en pleno julio o a que se recluyó en su cama -de la que no debió haber salido jamás, vive el Cielo- ya entrada la madrugada.


Sólo un apunte más; bueno, más bien una advertencia, o... amenaza: Señora mayor número 2, esta noche de sábado Catherine Heathcliff piensa repetir. ¿La perdonará por haber desoído, una vez más, sus benévolos consejos?


Catherine Heathcliff.


Lo que estoy escuchando: Toda la noche en la calle, de Amaral (Estrella de mar).

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