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Paren el mundo, me quiero bajar

Ayer por la mañana, bien tempranito, tuve mi primer accidente de coche. Y digo mi primer accidente porque hablo no sólo de mi vida en general, sino también de mi vida como conductora (tengo carné desde 2006). He de decir que, sin ser culpa mía, lo es, según mi compañía de seguros. Me encontraba aparcando en la calle en la que está la entrada trasera a mi puesto de trabajo; generalmente y todas las mañanas, aparco en la calle principal, pero qué casualidad, ayer no había sitio. Así que di la vuelta y directa a la parte trasera. Aparcamiento en batería, sitio de sobra. Doy marcha atrás e intento cuadrar el coche, todo ello a 1 kilómetro hora. He de decir que el aparcamiento en batería del que estoy hablando es enorme, en el sentido de que para cuadrar el coche no hace falta invadir la carretera, a no ser que sea estrictamente necesario; si se invade la carretera es porque has sacado toda la parte trasera del coche, lo que supone una visibilidad estupenda. El caso es que yo en ningún momento saqué el coche, sólo di un poquito marcha atrás para cuadrar y enderezar mi vehículo, mi querido Peugeot. Y de repente, ¡clanc! En décimas de segundo le dieron a mi coche por detrás. Mi Peugeot ni se coscó, es decir, yo ni me moví, con lo cual pensé: "ya está, le ha dado a la bola del remolque". Antes de bajarme, miré a la izquierda, y vi el coche que me había golpeado con la rueda pinchada, la puerta de la parte trasera por el lado del copiloto arañada y abollada, y el tapacubos suelto danzando por la calzada. El coche paró y yo me bajé. Miré mi coche por detrás y... nada, tan sólo la bola del remolque un tanto ladeada del impacto. Nada serio; habrá que desatornillar y ajustarla de nuevo. Pan comido. Pero, ¿y el otro coche? Tranquila, aquí no ha pasado nada, decía el conductor del vehículo. Y yo, con toda la calma del mundo, saqué mi póliza de seguros y le dije que ahora mismo llamaba a mi compañía, que yo asumía toda la responsabilidad (puesto que era yo la que dio marcha atrás), o si no, que nos personásemos en la oficina de mi compañía que, curiosamente, está justo en la acera de en frente de mi puesto de trabajo. ¿Contestación el otro conductor? Mira, no, no te preocupes, ahora mismo no es el mejor momento para arreglar papeles con los seguros y dar partes; tranquilamente lo solucionamos dentro de un par de días, nos sentamos y listo. Evidentemente, no lo hice así; lo que hice fue preguntarle que por qué, que si era porque no tenía el seguro a terceros en vigor. Me dijo que no era así; era porque venían (iba con un acompañante, otro chico) de fiesta (de hecho, se recogían en ese momento), e iban pasaditos de alcohol. Bueno, pasaditos es un eufemismo. O sea, no sólo iban a una velocidad mortal por esa calle (que es estrecha y de un sólo sentido), sino que iban, de nuevo, pasaditos de alcohol. Toma ya. Le pedí todos los datos, tanto personales como el permiso de circulación. Él tomó nota de mi matrícula, de mi número de móvil y de mi nombre, pero sólo de pila: nada de apellidos. Aún no entiendo nada. En fin, dije de llamar a la policía municipal, pero claro, no, es que iban pasaditos y les iba a buscar un buen puro. A todo esto, el coche no era del que conducía, sino de la novia del que iba de copiloto. Estupendo. Bueno, el copiloto cambió la rueda en cero coma dos y se marcharon. Yo llamé a mi padre y, dado que entiende de la materia un rato, pues es agente de la ley, me dijo que fuera a la oficina de mi compañía y diera parte. Eso hice, tras avisar en mi trabajo de lo que había pasado. Todo lo ocurrido, según mi compañía, es culpa mía, sin serlo. Independientemente de lo rápido que fuera, independientemente de lo pasadito de alcohol que fuera (cosa que no puedo probar si no hay un alcoholímetro o un análisis de por medio), el hecho era que yo estaba dando marcha atrás. Así que, bueno, ahí se quedó la cosa. Mea culpa, modo autoflagelación activado.

Y ahora viene mi reflexión, que es variada. Por un lado, tengo que dar gracias de que no haya daños físicos por ninguna de las dos partes; todo quedó en un susto y en daños materiales que se pueden arreglar fácilmente. Por otro lado, también he de dar gracias porque, de momento, todo está llevándose de la manera más tranquila posible. ¡Y toquemos madera! Pero lo que realmente me molesta de todo el asunto es que yo soy una persona de lo más prudente, no sólo conduciendo, sino en todos los sentidos. Todos los días veo cosas por las calles de Sevilla de gente que va al volante que son auténticos asesinos en potencia, verdaderas barrabasadas al volante que hace que te eches las manos a la cabeza y te preguntes día sí y día también que dónde ha conseguido la gente el carné y que tenemos que dar gracias encima, porque no ocurren todas las desgracias que deberían ocurrir, a tenor de los actos de la gente. Da coraje, y mucho. Porque después de todo lo ocurrido y a pesar de mi frialdad y tranquilidad a la hora de tratar el asunto, cuando todo pasó me vine abajo, y mis lágrimas no tenían consuelo. Toda mi pena era que mi coche está a nombre de mi padre y yo figuro como segunda conductora, y lo que más me dolía era que yo no quería por nada del mundo causarle problemas ni preocupaciones a mis padres. Yo ni pensaba en el coche, ni pensaba en mí, sino en mis padres, pobrecitos, que iban a sufrir y a preocuparse por mi culpa. 

Y otros van con copitas de más. En fin... paren el mundo, ¡me quiero bajar!

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Este mundo hostil, de Barón Rojo.

Espera, ya estamos en 2013


Sí, lo sé, este año llego un pelín tarde. Como manda la tradición de A Cuckoo's Tale, siempre que hay cambio de año hay entrada que celebra semejante efeméride con los "greatest hits" acontecidos en la vida de  Catherine Heathcliff. Con este nuevo año 2013 no podía ser menos, pero sé que llego tarde; hoy es día 8 de enero, y normalmente, esta tradicional entrada suele publicarse el 31 de diciembre del extinto año que llega a su fin. Bueno, pero nunca es tarde, si la dicha es buena, así que aquí estoy, otro año más. Aunque... vamos a variar el formato: esta vez voy a hacer un examen de conciencia de mi 2012.

A continuación, enumero por qué recordaré 2012, por qué no ha sido especial y, como no, por qué sí que lo ha sido. Y como cantaban Cristina y los Stop, tres cosas hay en la vida...

- Salud: si alguien ha caracterizado este tema en mi vida durante 2012 es, sobre todo, mi padre. Desde 2010, arrastrando un cáncer de colon, que en 2011 se complicó bastante al convertirse también en cáncer de recto. Por una mala praxis médica, tuvo que hacer las maletas, dejar su casa en Andújar (Jaén) y marchar a Sevilla, donde su hija, yo, vivía (y vivo), decisión tomada también por prescripción filial. El caso es que buena parte de 2012 la pasó entre quimio, análisis, más quimio, tacs, más quimio, resonancias, más quimio, colonoscopias, y adivinad, más quimio. El caso es que si para final de 2011 mi padre casi se muere (literalmente), para mediados de 2012, el colega está mejor que nunca. Ha ganado peso (después de los 17 kilos que perdió durante el primer ciclo de quimioterapia), anda 5 kilómetros de media diarios y, si bien lo veo yo un poquitín más envejecido, está mejor que mi madre, que yo, que el otro y que tú, que lees esta entrada; de hecho, mi cuñado y yo solemos decir que si a nosotros nos hicieran una analítica, seguro que nos sacan más cosas que a mi padre. Segurísimo. Olé tus cataplines, papá. Eres un ejemplo para todos. 

- Dinero: evidentemente, este tema va directamente asociado a lo de "trabajo". Ay, el trabajo... la gran lacra de esta sociedad, más que nada, porque no hay. Y yo tampoco tengo, dicho sea de paso. Porque 2012 vino cargado de trabajo. Enlacé la sustitución por baja maternal que había empezado en octubre de 2011 con otra en el mismo centro desde febrero de 2012 hasta final de curso. Y fui súper feliz durante esa etapa. Porque se plantearon nuevos retos: era profesora de Inglés de Secundaria y Bachillerato, y nunca antes había trabajado en Bachillerato. Pero además de eso, también fui profesora de Francés de Secundaria. Un reto, porque aunque domine la lengua gala, no soy filóloga francesa, sino inglesa; de ahí mis reparos. Pero bueno, creo que pasé el reto con éxito... y además, me nombraron tutora de 1º ESO y Jefe de Departamento de Idiomas del centro. Toma ya. Lo de tutora ya lo había sido antes, y durante un curso entero, además, pero he de decir que esta experiencia también fue increíble. La verdad es que mis dos veces como tutora han sido una gozada, tanto con los niños como con las familias. Guardo a todos ellos dentro de mi corazón y siempre serán "mis niños", por más años que pasen. El tema este de Jefe de Departamento... al principio, quería morir... porque ¡papeleo al máximo! ¡Y plazos a todas horas! Pero es cuestión de pillarle el truco; después, coser y cantar. Y a mí me encanta estar hasta arriba de trabajo; como yo digo siempre, trabajo mejor bajo presión. La verdad es que la etapa que viví en este nuevo cole fue genial, tanto a nivel profesional como humano. Trabajar en un colegio religioso se nota... y mucho. Tanto si eres creyente como si no. Desafortunadamente, desde junio de 2012 nada de nada. Miles de currículums enviados a colegios, academias, hoteles, clínicas como recepcionista, editoriales... Este verano tuve un amago de contrato en un colegio privado en Dos Hermanas; de hecho, me confirmaron que empezaría en septiembre, pero a finales de agosto me llamaron y me dijeron, básicamente, que habían encontrado una persona más idónea para el perfil que andaban buscando. Toma ya. Y yo con la mudanza y el piso a punto, y mi novio y yo cuadrando horarios para empezar el trabajo en septiembre, porque él trabaja también en Dos Hermanas. Pues nada, ajo y cebolla. Desde septiembre, soy ama de casa a tiempo completo, y espero de lunes a viernes a que mi novio venga de trabajar a las 17.30; para esa hora, ya he limpiado el piso, lavado la ropa, planchado y preparado la comida para el día siguiente, sí, señor. Licenciada en Filología Inglesa con Diploma de Estudios Avanzados. Pero... no hay mal que cien años dure, así que una es una buscavidas y siempre lo ha sido: desde octubre, estoy preparando para B1 y B2 a nivel particular en mi piso, y desde noviembre he vuelto a mi colegio religioso para trabajar; sólo dos horas, los miércoles por la tarde... pero me encanta. Así que, entre una cosa y otra, me da para tirar; por lo menos, los gastos me los cubre y me permite ahorrar como una hormiguita para lo que pueda pasar. Y, sobre todo, me mantiene ocupada y con la cabeza despejada.

- Amor: mi tema favorito. Para mí, 2012 supuso el año de la consolidación. En mayo, Javi y yo hicimos un año de relación y... ¡sorpresa! Decidimos irnos a vivir juntos hacia el final de verano. Y así lo hicimos. Desde el 31 de agosto de 2012, compartimos techo. Y lecho. Y sofá. Y mesa. Y mantel. Y baño. Y cocina. Y ¡todo!  La convivencia, ese gran tema. Sí, no descubro nada nuevo al decir que la convivencia es algo muy complicado, porque lo es; cada uno somos de un padre y de una madre y todos tenemos nuestras cosas. Yo la primera, que para empezar, tengo un genio de mil pares de demonios. Y, sobre todo, soy obsesiva-compulsiva de la limpieza y el orden. Mujer, ni calvo ni con tres pelucas. Pero Javi y yo lo llevamos francamente bien. A día de hoy, camino de los cinco meses de convivencia, he de decir que es una de las mejores decisiones que he tomado y que don Javier es un excelente compañero de piso. El mejor, sin duda. La única pega para mí es que echo de menos a mis padres... y a mi Lupy. A rabiar. Una barbaridad. Hasta duele. Ellos están en Andújar y yo sigo en Sevilla. Los veo, al menos, una vez al mes, pero se me hace cuesta arriba... y por más tiempo que pase, eso sigue ahí. Si me toca la lotería, les compro un piso en Sevilla; no sé en qué zona, pero se lo compro ¡seguro! El 22 de mayo de 2013, Javi y yo celebraremos nuestros 24 meses juntos, como así lo espero y deseo. Y, en fin, sin ánimo de ponerme excesivamente ñoña, me reafirmo en eso que ya he mencionado en varias ocasiones en este blog: él es la persona que más quiero en este mundo.

- Amistad: ¡la de cosas que cambian en este sentido! ¡Y la de vueltas que da la vida! 2012 para mí ha sido "la gran pérdida". He dicho adiós a mucha gente, y mucha gente me lo ha dicho a mí. Al principio, lo pasé realmente mal y me afectó, sin duda. Pero ahora ya, contemplado en perspectiva, no tanto. Supongo que son cosas naturales que ocurren. No voy a ponerme en plan víctima y decir que el mundo está en mi contra; parte de culpa, imagino, que la tengo yo. O no. O sí. No lo sé. Lo que sí es cierto es que, a día de hoy, en mi vida están aquellas personas que me hacen feliz. Pocas o muchas, pero ahí están. Y, curiosamente, son las que siempre han estado. En 2012, y gracias a las redes sociales y al tan odiado (por mí) WhatsApp, he retomado el contacto con gente que realmente me importaba y me importa. Y eso me ha hecho inmensamente feliz. 

- Formación: como ocurre en la mayoría de ocasiones, la gente que tiene tiempo libre (porque está en el paro, básicamente) aprovecha para formarse. Pues yo también. He comenzado mi tesis doctoral (el último paso ya en mi andadura dentro del universo del posgrado). A día de hoy, mi proyecto ya ha sido entregado y estoy a la espera de corrección/aprobación. Por supuesto, la temática brontëana no podía faltar.

Sí, un 2012 completito. No me quejo; no ha sido un mal año después de todo. En mi opinión, 2011 fue peor para mí. Pero, a pesar de la terminación, espero que 2013 traiga algo muy bueno a mi vida, pero sobre todo, a la de los que más quiero y están cerca de mí. 

Nota anecdótica: en Nochevieja, me tocaron en mi paquetito 13 uvas. Se ve que hubo un mal recuento. ¿Debería preocuparme? ¿O debería tomármelo como algo sintomático de que va a ser un gran año? 2013, 13 uvas. ¿O no?

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Tres cosas hay en la vida, de Cristina y los Stops.

¡Sonríe! Es tu canción

Hace ya tiempo, allá por abril de 2011, abrí mi cuenta de Spotify y confeccioné una nueva lista de reproducción a la que llamé Songs to cheer me up. Y es que en aquel momento yo no andaba muy allá de la cabeza; no es que me hubiera vuelto una pirada ni nada de eso, pero sí que es verdad que, a nivel personal, sufrí una fuerte desilusión. Me costaba mucho levantar cabeza, hasta que dije "basta" y me planteé seriamente continuar con mi vida y con la cabeza alta; necesitaba tener la mente 100% ocupada, y dado que la música siempre ha sido parte de mi vida, decidí que la música debía formar parte intrínseca de ese espíritu regenerador. Y por eso esas canciones, presentes en esa lista que aún sigue vigente en mi Spotify, fueron escogidas muy seriamente para tener un carácter sanador. Artistas varios, antitéticos y especiales, se encuentran ahí: desde The Feeling, Muse, Coldplay, Mike Oldfield o Bruno Mars, pasando por Enrique Iglesias, Mónica Naranjo o Maldita Nerea, e incluso, Los Brincos o Tino Casal. Versatilidad, sí, señor.

De entre todas ellas, hay una que siempre, siempre, siempre me hace sonreir. Siempre. Da igual cuándo la escuche, o cuál sea mi estado de ánimo en ese momento, triste o no; cuando suena, mi mundo cambia por completo y se transforma en una sonrisa de oreja a oreja. Y ya no es por la canción en sí, sino por la cantidad de cosas y de recuerdos que trae a mi cabeza. 




Porque ahora Hey, Soul Sister significa un montón de cosas buenas para mí. La escuché por primera vez con Javi al principio de habernos conocido, una noche en un minigolf. Por supuesto, le conté mi particular "idilio" con esta canción... y desde entonces, cuando por algún motivo, él o yo estamos deprimidos, decidimos "enchufarnos" nuestra particular lista de canciones para subir el ánimo, pero sobre todo, esta en concreto. 

Así que, si un día no nos encontramos bien, o no estamos animados, o, simplemente, nos apetece, preguntamos: "oye, ¿has 'soulsistereado' hoy?"

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Blanco y en botella, vamos.


Feliz cumpleaños (II)

Hoy es tu cumpleaños, Javier. Así que, por supuesto, también desde aquí:

¡Muchísimas felicidades!

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Happy Birthday, de Stevie Wonder.

Full-time housewife


Desde el 31 de agosto del presente año puedo decir que mi profesión es ama de casa a tiempo completo. Mis respetos a todos aquellos que lo han sido siempre; mamá, ahora me doy cuenta de lo muchísimo que cuesta llevar una casa. En realidad, no es que antes no fuera ama de casa (de hecho, todo el que viva solo o en familia debería ser ama/o de casa), pero en tiempos de bonanza me faltaban horas del día para ir a trabajar, preparar mis clases, corregir y llevar al día las tareas del hogar; costaba, costaba, e incluso planchar era algo que me veía obligada a hacer semanalmente, con las consiguientes montañas de ropa acumulada. Ahora ya no; ahora es día de colada = día de plancha. Claro, se ahorra tiempo, porque las montañas de ropa pasan a ser dos camisetas, tres a lo sumo, o algún pantalón que otro. 

Bueno, para no faltar a la verdad, debería decir que soy ama de casa... y profesora de Inglés. En tiempos de bonanza era profesora de Inglés, estudiante de posgrado... y ama de casa. 

No, no ha habido suerte finalmente este verano, y a pesar de las entrevistas, las promesas y las caras sonrientes, hoy, a 13 de septiembre de 2012, sigo sin trabajo. Porque cuando yo digo que las cosas me cuestan el doble, es una gran verdad. A la cancelación de oposiciones, se le han unido los recortes en Educación, y a mí me ha golpeado todo de frente y de golpe. Zas, en toda la boca. 

Vivir en pareja es un gran paso, un paso a veces difícil; no en mi caso. Tal vez sea Javi, o tal vez sea yo, o tal vez seamos los dos y lo que construimos día a día, pero el caso es que, si no fuera porque él está trabajando (gracias a Dios) y porque yo estoy cobrando el tan odioso subsidio por desempleo, la idea de irnos a vivir juntos hubiera sido una utopía. Ahora que es una realidad, he de decir que el resultado está siendo altamente satisfactorio. Así que, mientras Javi trabaja ocho horas al día, saliendo de casa a las 8.15 de la mañana (para entrar a las 9.00) y llegando a nuestro piso a las 17.30 (saliendo del trabajo a las 17), la fregona, el plumero y el trapo son mis mejores amigos. Antes eran los exámenes que corregir y los manuales de Inglés, algunos tan paupérrimos, de las editoriales. 

Dicen que a todo hay que verle el lado positivo: tengo el piso que se puede comer en el suelo. Incluso lamerlo. Y la cocina, una de mis grandes aficiones... ¡explotada al 100% día a día! Menudos platos cocino, ¡ja! Ricos, ricos, y con fundamento, sí.

Pero tal vez no estaría mal darse cuenta que los años invertidos en la licenciatura y en posgrado servirían de algo más que para mover la fregona a tiempo completo, ¿o no?

Catherine Heathcliff. 

Lo que estoy escuchando: Where have all the cowboys gone?, de Paula Cole.

... Our house in the middle of a street...

No hace mucho tiempo que todas mis amigas hablaban sin cesar de sus respectivas casas, esas viviendas que habían comprado recientemente con sus parejas y que estaban pintando, amueblando y decorando a placer poquito a poco. Cada día había algo nuevo que contar: color de las paredes, tal vez un nuevo sillón que poner junto al televisor, o quizás una alfombra para el dormitorio monísima y a juego con el cabecero... o algo nuevo para el cuarto de baño (yo desconocía que hasta los cuartos de baño podrían tener elementos decorativos). 

Yo escuchaba estas conversaciones, sonreía y asentía. He de confesar que, en parte, hastiada de tanto monotema, en el que yo, por desgracia, poco tenía que ver u opinar, básicamente porque desconocía la materia... y la verdad, ni me interesaba ni me entusiasmaba en demasía. Siempre pensaba que, si yo estuviera en la misma situación, tal vez todo sería diferente, y un color ocre o pastel para las paredes del despacho sí tendría su relevancia. 

Bueno, pues como ocurre con tantas cosas en la vida, las cosas han cambiado, y aquí Catherine Heathcliff se presenta como una más, preocupada en que los marcos de sus fotos y cuadros sean todos color plata (o plateado, o derivados, bla, bla, bla) para que no desentonen unos con otros. Y es que ahora yo soy una más: Javi y yo nos propusimos compartir piso a finales de verano (septiembre, para ser exactos), y a esto se le añade no sólo la ilusión y los nervios de esta nueva andadura en nuestra relación, sino también las mariposas en el estómago que aparecen ante la idea de que estás contribuyendo a la decoración del que será el inmueble en el que viviréis uno en compañía del otro. 

Porque hoy más que nunca me he dado cuenta de que soy una más de lo que hasta no hace mucho contemplaba con ironía. Básicamente, ha sido porque hoy me he visto en una tienda de pinturas comprando una latita de color plata y betún para crear el efecto de "envejecido". Y es que, de nuevo, tengo algo entre manos para colocar en el salón... una sorpresa, como le digo a Javi. En realidad, así lo espero, que resulte una pequeña sorpresa para todos. Prometo publicar fotos del resultado final...

Y supongo que todo esto no es ni por el color de las paredes ni de los marcos de las fotos y cuadros; es porque esto es un paso más que vivo con ilusión renovada cada día. Buscar sábanas de 1.50 con dos fundas de almohada de 75 centímetros es complicado en mi barrio, pero ¡qué más da! 

Me gusta saber que, con o sin fundas, con o sin marcos de plata, esto continúa siendo una andadura de dos. Tuya y mía. Nuestra. 

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Our House, de Madness.

Papachiro, papachiro, papachiro...

Gracias, Javi, por la inspiración para escribir estas líneas. ¡Qué bien nos lo pasamos siempre y cuánto nos reímos, incluso de lo absurdo!


Hoy es el gran día. El día que llevo esperando desde hace ya... ¡uf! Hoy se estrena El caballero oscuro: la leyenda renace (Batman: The Dark Knight Rises). Y como hoy voy a ir a verla, armada con un combo de palomitas que Javi me va a regalar, ilusionadísima de volver a ver a mi super héroe favorito, me dispongo a escribir esta entrada en homenaje al señor Bruce Wayne. 

Con cariño, Bruce.

- ¿Cuál es el electrodoméstico favorito de Batman? La BAT-idora.
- ¿Por qué se le estropeó a Batman el Batmóvil? Porque se le fue la BAT-ería.
- ¿Cuál fue el regalo de cumpleaños de Batman? Una BAT-amanta.
- ¿Por qué está Batman tan cachas? Porque hace mucha BAT-uka.

Vale, ya lo sé, ya lo sé... 




Catherine Heathcliff.



Sinopsis: como todo adolescente, Peter está intentando descubrir quién es y cómo ha llegado a ser lo que es. En su viaje para atar cabos de su pasado descubre un secreto que guardaba su padre, un secreto que finalmente dará forma a su destino como Spider-Man (extraído de FilmAffinity). 

En el mismo día de su estreno, fui al cine a ver The Amazing Spider-Man. En realidad, es continuar con la tradición del "viernes de cine". Bueno, el resultado general de la proyección es, simple y llanamente, entretenida. He leído por ahí un par de críticas bastante pésimas sobre la nueva vuelta de tuerca a este superhéroe arácnido, pero en realidad, a mí me parece que es una película bastante digna, bien hecha y que cumple bien su propósito, que es, ni más ni menos y sin más pretensiones, entretener.

He de confesar que a mí me ha hecho más gracia esta película que las tres anteriores, protagonizadas por Tobey Maguire y en las que desfilaron los villanos más carismáticos de Spider-Man, a saber: el Duende Verde, el Doctor Octopus y Venom. Creo que es, básicamente, porque las interpretaciones me han gustado mucho más. Andrew Garfield está correcto, a pesar de que es un chaval que de por sí me resulta bastante repelentillo; pero hay que admitir que trabaja cien mil veces mejor que Tobey Maguire... aunque eso tampoco es que sea muy difícil. Y Emma Stone es más actriz, más atractiva y más simpática a la pantalla que Kirsten Dunst, con lo cual yo me lo estaba pasando estupendamente. 

Por otro lado, si hemos de hablar de villanos, Rhys Ifans, en el papel del Doctor Curtis Connor, está también bastante bien. Correcto sería más bien la palabra. Pero... yo, pobre de mí, que soy la subjetividad en estado puro, no puedo dejar de reconocer que a mí este hombre es que me parece tremendamente adorable. No puedo evitar mirarle y ver al entrañable Spyke de Notting Hill (1999, de Roger Michell), o al héroe romántico y sufridor, William Dobbin, de La feria de las vanidades (Vanity Fair, 2004, de Mira Nair). A mí es que este hombre me inspira mucha ternura. Y si encima aquí me lo pones haciendo pucheros porque le falta un brazo y quiere extraer de los lagartos un pedazo de gen que te permite regenerar un miembro de tu anatomía... pues es que me da hasta penita, pobrecito. Que luego se convierte en una lagartija gigante que quiere infectar a todo el mundo y convertirlos a su vez en lagartijillas enormes, ¡pues qué más da! Si da una penita el pobre, haciendo pucheros ante la cámara. Yo le comprendo, qué le voy a hacer. En fin, que no, que pobre de él.

No sé por qué, pero siempre que escribo mi opinión sobre alguna película, me voy por las ramas más de la cuenta. Ya va siendo hora de concluir, así que queridos y escasos lectores de este, mi humilde blog, os recomiendo esta película. Yo me lo pasé muy bien viéndola, aunque sí que advierto que se hará un poquito pesada; son 135 minutos que a mí me parecieron demasiado, con contenido altamente prescindible. Es mi modesta opinión. Pero, a pesar de eso, es entretenida y te mantiene en tensión, que para eso está hecha, ¿o no?


Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: 'Til Kingdom Come, de Coldplay (X & Y). Es que salía en la banda sonora de la película, y en una de las escenas sonaba mi grupo favorito... mi Coldplay. 

Cuestión de acentos

El marido de la prima de la madre de mi novio es de Suráfrica. Vive con su mujer y sus dos hijos (para comérselos a los dos, niño y niña) en Ciudad del Cabo.

El marido de la prima de la madre de mi novio es un hombre muy majo, y sobre todo, muy educado. Igual que su mujer.

El marido de la prima de la madre de mi novio no sabe hablar español. Bueno, en realidad, lo habla, pero muy poquito, y entiende también poca cosa. Aunque se esfuerza muchísimo, todo hay que decirlo.

El marido de la prima de la madre de mi novio habló en inglés durante un ratito conmigo. Le dio mucha alegría encontrar a alguien que, aparte de su mujer, supiera hablar en inglés.

Y el marido de la prima de la madre de mi novio me dijo que yo tenía un ligero acento escocés. 

Supongo que... es fruto de mi estancia allí hace unos años. En cualquier caso, yo me lo tomé como algo bueno. 

¿Verdad?

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Talk, de Coldplay.

¡Qué bien me lo he pasado en esta Eurocopa! Yo, futbolera al máximo y modestamente entendida en el tema, he disfrutado muchísimo viendo a nuestra Selección. Para el recuerdo, quedan grandes encuentros, como ese Irlanda - España, el reñido Portugal - España, y como no, por supuesto, la gran final de anoche: Italia - España. Nuestro equipo ganó 4 - 0, pero podían haber sido más... España tampoco quiso hacer sangre, creo yo. Y bueno, la actuación de Casillas... ¡legendaria!

Estamos ante, posiblemente, la mejor selección de fútbol de la historia. Y no lo digo yo sola, pobre y humilde aficionada; lo dice todo el mundo, y cuando digo todo el mundo es todo el mundo. El mundo entero (Europa, sobre todo) rendido futbolísticamente a este combinado español, que nos está malacostumbrando a ganar siempre. Cuando vengan las vacas flacas (que vendrán), nos costará despertar del sueño.

Y señores, aquí la que escribe es seguidora de la selección española de fútbol hoy, día de resaca, pero lo fue siempre. Cuando a una persona le gusta el fútbol, no debería esperar las grandes ocasiones para lucir con orgullo la camiseta de un equipo. Vamos, digo yo; humildemente opino.

Pero en todo esto, hay dos cosas que me llaman poderosamente la atención. Una de ellas es, en realidad, una pregunta, lanzada al aire, así porque sí. Vamos a ver: si esos jugadores representan a un país con una única bandera, ¿a santo de qué se vieron anoche pululando por el campo banderas catalanas, canarias, asturianas, navarras, etc., etc., etc.? Digo yo que si estamos ante la selección española, banderas españolas es lo que se tenía que ver, ¿no? Porque un tal Casillas, del que se dice que es el mejor portero del mundo, llevaba la española; anda, ¿y por qué no la de Madrid, si es de Móstoles? Y un defensa, que dice llamarse Arbeloa también llevaba una bandera sobre sus hombros de color rojo, amarillo (ojo, que no he dicho gualda) y rojo; anda, ¿y por qué, si el chaval es de Salamanca? ¿No sería más propia una de Castilla y León? Pues parece ser que no, porque, señores, aquí Íker y Álvaro representan a un país, y no a una región. Pero bueno, ya digo, es una pregunta así que me reconcome por dentro, una preguntilla sin importancia, una duda que me surgió de repente, como el que no quiere la cosa... porque hay veces que yo, pobre de mí, no entiendo según qué situaciones.

 Y otra cosa de la que me he dado cuenta es de lo patriotras que somos todos de repente. Sí, es curioso; banderitas por todas partes y gritos de "¡yo soy español, español, español!" en cada rincón. Porque, escasos y apreciados lectores de este blog, ya no hay paro, ni prima de riesgo, ni rescate bancario. Ya no hay malabarismos para llegar a fin de mes, ni hay preocupación porque miles y miles de titulados tienen que salir fuera de nuestras fronteras para buscar un futuro mejor. No hay preocupación, ni debe haberla, porque yo, con 27 años, licenciada en Filología Inglesa con 21 años, con una Memoria de Iniciación a la Investigación y un DEA en mi haber, inmersa de lleno en mi tesis doctoral, y trabajando en la docencia desde los 18 años para poder sufragarme mis gastos personales (tales como el carnet de conducir y esas cosas), soy, oficialmente, una parada más desde hoy, que acaba de pedir cita al INEM y al SAE para poder "disfrutar" de una prestación por desempleo que necesito como agua de mayo. Porque, señores, yo tengo una vida, una presona a mi lado, Javi, a la que quiero con todo mi corazón, y unos padres a los que les ha costado mucho sufrimiento respaldar todo lo que soy hoy día. Mi caso es uno más, y no es el peor, ni mucho menos; gracias a Dios, yo tengo un techo bajo el que vivir y un plato cada día sobre mi mesa. 

Porque, ¿dónde están esas banderitas cuando, por ejemplo, cae otra víctima del terrorismo? ¿O cuando, por ejemplo, muere algún militar, policía o guardia civil? ¿O cuando crecen las víctimas en accidentes de tráfico? ¿O para luchar todos a una contra la violencia de género? ¿O tal vez cuando, por ejemplo, España es, una vez más, el país con el mayor número de donantes de órganos del mundo? ¿O el país más solidario, que más ayuda humanitaria provee?

Anoche no se podía dormir, la verdad. ¡Qué efusividad y qué alegría por las calles! Cuando Javi me llevaba a mi casa, paramos en el semáforo de la avenida de Luis Montoto, justo en la intersección con la avenida de la Buhaira. A nuestro lado, coches pitando, gritando, cubiertos de rojo y de banderas miles. Nosotros nos miramos y resoplamos. Me dijo Javi, cargado de ironía:

- Y el que tenga que trabajar mañana, que le vayan dando...

A lo que yo respondí:

- Da igual, cielo; eso no importa. La mayoría de los que están aquí pitando ni siquiera van a ir a trabajar mañana, así que ¡qué más les da! Qué más da...

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: We Take Care of Our Own, de Bruce Springsteen.



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