Anoche tuve el placer de poder disfrutar de una película que hasta ese momento había contemplado con escepticismo. No puedo dar una razón convincente de por qué mi actitud había sido tan reticente hacia Amélie (Le Fabuleux destin d'Amélie Poulain, en el original), pero lo cierto es que siempre que, por alguna razón, esta película se topaba en mi camino le volvía la vista, y continuaba mi camino. Hasta ayer.
Esta semana, como de costumbre, el destino quiso poner la edición especial (dos discos) de la película de Jeunet delante de mí en el expositor de los grandes almacenes. Tan sólo seis euros. Cogí la película entre mis manos, pero después la devolví a su sitio. Continué mi camino, cambiando de sección y, básicamente, ocupándome de la compra semanal; pero algo me hizo volver a por Amélie. Y así lo hice, me arriesgué... y acerté de pleno.
Amélie es una película absolutamente deliciosa. No se me ocurre otro adjetivo que la describa mejor. Desde el comienzo, la magia, el mundo oculto y privado de Amélie Poulain te envuelve, te atrapa, y cuando la proyección termina, te resistes con desgana a abandonarlo, como cuando te suena el despertador por las mañanas, justo en ese momento en el que se está mejor en la cama, en lo mejor del sueño, como suelen decir. Porque Amélie no es como el resto de personas; atrapada en su propio universo mágico, disfruta de los pequeños placeres de la vida. Y un buen día, decide hacer el bien a los demás e intentar frenar las injusticias... porque todo el mundo tiene derecho a ser feliz. Y poco a poco, los de su inmediato alrededor se ven deliciosamente envueltos en la espiral de tierna y feliz conspiración de Amélie. Pero, ¿y Amélie? ¿No tiene derecho también a ser feliz? Claro que sí, y es Nino Quincampoix el debe encargarse de ello.
Pocas son las películas que cada escena, cada plano, que ofrecen consigan empatizar con el espectador en su totalidad. Esto es lo que le ocurre a Amélie. Cualquier reflexión de Amélie, cualquier pequeño disfrute de esos placeres de la vida, en apariencia, insignificantes, consiguen contactar con su audiencia de manera inmediata, como una especie de íntimo estímulo, que el espectador guarda para sí, sin compartirlo con nadie, ante el temor de ser juzgado por las personas de su inmediato alrededor, como una especie de secreto entre Amélie y su audiencia, un momento de comunión silenciosa perfecta... pero, ¡shh!, no se lo digáis a nadie...
No sólo destaco el estímulo interior de la proyección, sino también una banda sonora impresionante, producto de la creatividad de Yann Tiersen, con un tema central pocas veces igualado, feliz, coqueto, inocente, pero a la vez con una chispa de amargura que ablanda hasta al corazón más pétreo. Con respecto a las interpretaciones, nada que objetar; para mí, son sobresalientes absolutamente todas, quedándome, sin duda, con esa Audrey Tautou, que consigue darle ese toque de inocencia a una Amélie para nada ingenua.
¿No sería maravilloso este mundo, si todas las personas que en él habitan fueran como Amélie Poulain? Sin duda, le monde serait fabuleux...
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: Si tú quieres, de Virginia Glück (Entre ánimas).
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7 Comments:
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Gracias por el regalo que me has hecho al decirme que te animarás a ver "Amélie". Merece la pena... me contarás qué tal,¿verdad?
Besos.
Muchas gracias.
Sin duda Kate Bush es una de mis cantantes favoritas; si navegas un poquito más por este, mi humilde blog, verás que hay una entrada dedicada a 'Wuthering Heights', de Bush, y a 'Entre ánimas', de Glück; he incluido el vídeo de ambas canciones porque las comparo. De sobra sé que Glück 'bebe directamente' de Bush, pero no considero que sea un pésimo remedo de la inglesa; para mí es, sencillamente, una divertida y descarada copia que me encanta.
Igual ya lo sabes, pero no sólo es una copia de Kate Bush, sino también de Tori Amos; escucha 'Precious Things', de esta última, y 'Brindis en blanco' de Virginia Glück. Eso sí que es descarado, más que con Kate Bush.
Pero me encanta; y Kate Bush también.
Gracias por pasarte, anónimo.
Catherine Heathcliff.