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Una de series: Criando malvas

Criando malvas.

Una nueva serie con un nuevo planteamiento. Criando malvas (Pushing Daisies en el original) es, cuanto menos, una serie original, que no deja indiferente a ningún bicho viviente... si se me permite el juego de palabras.

Criando malvas nos cuenta la historia de Ned, un tímido y apocado pastelero que lleva una vida de lo más corriente... aunque esconde un secreto: tiene el don de resucitar a los muertos con sólo tocarlos. Descubrió su don de una manera terrible: cuando tenía ocho años, corría por un campo de margaritas con su gran amigo Digby, un precioso y cariñoso perrito. De repente, mientras su perro cruzaba la carretera, un camión apareció de la nada, atropellando al pobre Digby, que moría instantáneamente. Ned, sorprendido y apenado, se acercó a su perro, que yacía inerte sobre el asfalto y... le tocó; de manera súbita, Digby se levantó y siguió corriendo feliz y vivaracho, como si nadie hubiese pasado. Ned estaba loco de contento; tenía un don único: resucitar a los muertos, pero... con consecuencias que averiguaría de una manera aún más dolorosa. Quiere el destino que un día su madre muriera súbitamente de un infarto cerebral mientras hacía pasteles; mientras la pobre mujer estaba tendida sin vida sobre el suelo de la cocina, Ned se acercó a su madre y la tocó; oh, prodigio, la madre de Ned volvía a estar viva y feliz. Todo iba bien, ¿verdad, Ned? Bueno, casi; tras haber revivido a su madre, Ned miraba por la ventana de su cocina a Charlotte (o 'Chuck', como él la llamaba), su gran amiga y su gran amor de la infancia, que estaba en el jardín de su casa jugando, mientras su padre regaba el césped, pero... de pronto el padre de Chuck cayó inerte sobre el césped, en redondo, de manera súbita. El padre de Chuck había muerto. Entonces, Ned comprendió que su don tenía un inconveniente: cuando revivía a alguien durante más de un minuto, ese alguien no moría, pero otra persona de su inmediato alrededor moría irremediablemente para así no romper el equilibrio de las cosas. Ned se dio cuenta de que ¡era el responsable de la muerte del padre de Chuck! Pero esa misma noche descubrió otro terrible inconveniente a su don: su madre le arropaba en la cama antes de dormir, y justo cuando le dió un beso de buenas noches a su hijo... cayó muerta de nuevo, y esta vez para siempre. Ned se dió cuenta de que su curioso don tenía otro problema: no podía tener contacto físico con nadie al que él hubiese revivido; de lo contrario, el resucitado volvería a morir, pero esta vez para siempre. Era horrible... Ned podía revivir a la gente, pero también podía matarla. De la noche a la mañana, Ned se quedó sin madre, y además y sin quererlo, dejó a Chuck huérfana de padre. Ésto los separaría para siempre: Chuck fue enviada a vivir con sus tías, y a Ned lo envió su padre a un internado... ¿separados para siempre?

Pasaron los años, y Ned (que vive solo con su revivido perro Digby, el de su infancia, pero al que no puede tocar, pues lo mataría para siempre) creó su pastelería (Ned era un maestro haciendo pasteles), que regentaba con Olive, una inocente y pueril muchacha, que languidece por el tímido muchacho. Se había asociado con Emerson, un investigador privado con métodos poco ortodoxos; por caprichos del destino, Emerson descubrió un día y por casualidad el don de Ned, y decidió aprovecharlo: Emerson ayudó a Ned a salvar su negocio (durante un tiempo, casi ruinoso e hipotecado); a cambio, Ned debía trabajar con él reviviendo a las víctimas de los crímenes que se le encargaban como investigador privado, para obtener así la información de primera mano sobre sus asesinatos, y de este modo, resolver los crímenes siempre con éxito... y con pingües beneficios: cobraban la recompensa y la repartían a medias. Claro, hemos de entender que Ned debía averiguar quién había matado a esas personas reviviéndolas durante sólo 1 minuto... recordemos que si permanecían vivas más tiempo, alguien del inmediato alrededor de Ned moriría sin remedio.

Pero un día una de las víctimas de estos crímenes resultó ser Chuck. Ned vió en las noticias cómo su amor de la infancia, a la que no veía desde aquellos terribles sucesos de su niñez, moría mientras disfrutaba de un crucero arrojada por la borda. ¿Quién mató a Chuck? Para quien consiguiese averiguarlo se ofrecía una suculenta recompensa. Así que Emerson y Ned se dirigieron al velatorio para revivir a Chuck e intentar averiguar qué es lo que había pasado. Quiere el destino que cuando Ned consigue revivir a Chuck se enamore perdidamente de ella (y ella de él, of course); después de todo, se han amado desde que eran unos niños. Claro, Ned decide sobrepasar ese minuto de vida de Chuck, dejarla vivir para siempre, pues no soportaría perderla de nuevo... obviamente, alguien muere a su alrededor, y no, no fue Emerson, que esperaba fuera; fue el dueño de la funeraria, que andaba por ahí. Por los pelos, Emerson. Ahora Chuck conoce el secreto de Ned, y el dúo formado por Emerson y Ned pasó a ser un trío; Chuck vive con Ned, pero no se pueden tocar, aunque arden de deseos; si por accidente, por un sólo roce, Chuck y Ned se tocan, ella moriría, esta vez para siempre... ¿y cómo soportar el irremediable deseo que sienten por un simple abrazo?

La serie es francamente original, y sé que me repito, que eso ya lo he puesto al principio, pero es que es así. A mí personalmente me encanta, pero no sólo por el argumento y el novedoso planteamiento, sino porque es como ver una película de Tim Burton; cada capítulo es como un cuento de hadas, lleno de colorido y situaciones surrealistas. Me recuerda muchísimo a Big Fish (2003) y a Charlie y la fábrica de chocolate (Charlie and the Chocolate Factory, 2005): el mismo color, el mismo humor, la misma fantasía, la misma magia. Es francamente divertida... macabramente divertida. Y sobre todo porque plantea importantes reflexiones: las fronteras que separan la vida y la muerte son muy pequeñas y frágiles; y, sobre todo, la muerte, un tema tabú en nuestra sociedad occidental, es tratada aquí con total humor y, por qué no, frivolidad, lo que hace que ante el trágico final de la vida de todo ser humano, por el que todos hemos de pasar, sea visto con una sonrisa por parte del espectador.


Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Lollipop, de Mika (Life in Cartoon Motion).

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    Ya hace algunas semanas pude ver los dos primeros capítulos de Pushing Daisies. Es una serie diferente a las demás.También me ha enganchado.Últimamente veo todo lo que Catherine,¿ por qué será? Quizás por su manera de expresar con palabras todolo que hace, ve o siente. Eres una escritora excepcional. Enhorabuena! xxx

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