Me chifla, me encanta, me alucina, me subyuga, me enloquece. Este anuncio es absolutamente mi favorito de todos los que pululan por la televisión. Me parece lo mejor y lo más elegante que se ha hecho en muchísimo tiempo.
Dada la proximidad de las fiestas que, por desgracia, nos van a acompañar durante todo el mes de diciembre y parte de enero de manera inminente, la televisión tiene a bien ofrecernos anuncios de colonias y perfumes varios a porrillos. Siempre he odiado los anuncios de colonias, porque me parecen absurdos y sin sentido; además, utilizan el sempiterno cliché del sexo como reclamo publicitario, y eso es algo que he aborrecido desde tiempos inmemoriales. Pero con este no me pasa.
Ya lo sé. La mayoría de la gente que lea esta entrada pensará que me tiene enamorada este anuncio, no por él en sí mismo, sino por ÉL, es decir, el chaval que aparece el anuncio; vamos, lo que viene siendo el modelo beneficiario de que el emporio de Paco Rabanne se fijara en él. Pues lo siento mucho, pero va a ser que no; aunque corro el riesgo de que poca gente me crea, cosa que me trae sin cuidado, la verdad, nunca me han gustado los modelos a priori, porque ya me gustaría a mí verles recién levantados y sin la capa de chapa, pintura y demás parafernalia que les rodean. El angelito en cuestión se llama Mat Gordon, y es canadiense; añado esta información para demostrar que me he molestado en saber la identidad del caballero, y que cuando veo el anuncio no me limito a contemplarlo como un cacho de carne con ojos. Pero vamos, que si a mí me gustara el anuncio sólo por el protagonista en cuestión, pues digo yo que tampoco tendría nada de malo; pero lo siento, no es el caso.
Mi desmedido interés por el anuncio va más allá. Para empezar, me gusta el estilo y la calidad del mismo; creo que es una pequeña joya visual, y que da realmente pena el hecho de que sólo dure 32 escasos segundos. La idea es simplemente genial: un chico insultantemente atractivo, lleno de rebosante juventud y ambición, que con sólo chasquear sus dedos tiene el mundo a sus pies. Ya quisiéramos muchos. Sin embargo, supongo que todos al verlo irremediablemente pensamos en la futilidad de este pensamiento, y de manera inevitable concebimos el mensaje inicial del anuncio con nuestros prejuicios preestablecidos. Pero, seamos francos: ¿contemplamos realmente el mensaje con prejuicio y rechazo ante la superficialidad del personaje, o realmente, en nuestro fuero interno, codiciamos una visión de nuestra propia existencia basada en la misma superficialidad que rodea el devenir del modelo en el spot? Dejo la pregunta abierta, pero me temo que la respuesta es lo suficientemente obvia.
Como mujer que soy, no puedo dejar de mencionar la parte final del anuncio, en la que los tres últimos chasquidos del rey Midas consiguen: 1. Una despampanante rubia; 2. Que la rubia caiga a los pies del caballerete... y que se le caiga a ella el vestido, de paso; 3. Luces apagadas, "preludio de que algo emocionante va a pasar". Traducción: una chica como objeto, un premio, un capricho más que el afortunado chasqueador consigue. La verdad es que no puedo ofrecer otra visión a este hecho; pero, ¿sabéis qué? Que yo, como mujer, no me siento ofendida. ¿Y por qué digo esto? Pues por los/las feministas que, estoy segura, supuran odio cuando ven el anuncio. Que hay que ver más allá, señores, que no se puede concebir el mundo como un espacio cuadriculado en el que 2+2 son 4. Es cierto que este anuncio es de perfume, y va a recurrir al sexo sí o sí, y era de esperar. Pero es eso, un anuncio, nada más, algo trivial, y la realidad es bien distinta; dudo mucho que las mujeres de a pie, las que luchamos día a día en nuestros trabajos y en nuestras vidas, seamos conquistadas por un simple chasquear de dedos y la superficialidad del lujo y el oropel. Yo, por lo menos, no.
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: Do It Again, de The Chemical Brothers. Sí, es la canción que suena en el anuncio; el título le viene que ni pintado.
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3 Comments:
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Ya no lo echan tan a menudo, pero siempre nos quedará "YouTube".
Besos,
Catherine Heathcliff.