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Panic! At the School


Tengo la boca enorme, gigantesca, grandísima. Y no lo digo en el sentido literal de la palabra, que también, sino en el metafórico. Cuando hace un mes o cosa así me propusieron participar en las actividades deportivas de mi colegio que se celebran justo antes de la Navidad, al final del primer trimestre, dije que "sí" sin dudar. Vamos, Catherine, será divertido, me dije. Así que acepté con la plena seguridad que da apalabrar eventos con una distancia relativa en el tiempo: parece que ese día nunca va a llegar, así que, cuando lo haga, ya te preocuparás, ¿no? Bueno, yo estaba encantada, si hasta hace un par de semanas, sacando la gran pija que llevo dentro, me compré un chándal nuevo de marca para la ocasión en una casa de deportes, rosa y gris, precioso, divino total, ¡divino!

Bueno, pues ese día ha llegado.

Mañana a las 10 de la mañana, Dios mediante, una servidora estará disputando un partido de balón prisionero de profesoras contra alumnas de tercero y cuarto de secundaria. El caso es que aterrorizada me hallo. Conociéndome y dado que soy un pato mareado (con chándal rosa y gris divino, sí, pero pato al fin y al cabo) voy a hacer el ridículo más grande en la historia de mi colegio. Porque, a ver, Catherine, ¿cuánto hace que no juegas al balón prisionero? ¿Veinte años? Sí, más o menos, año arriba, año abajo. Me lloverán los balonazos a cascoporro, ya lo verás, y para colmo seré incapaz de esquivarlos, porque soy un pato mareado con chándal gris y rosa. Y siendo como soy, luego no podré devolverlos con saña, porque las alumnas de 15 y 16 años me darán penita, y oye, que yo tengo 25 y entonces sería una abusona, y yo soy de todo menos eso, que en mi época de instituto se ve que no conocía los chándals rosa y gris divinos y los/las abosones/as tenían especial y cruel predilección por mí. Y lo peor de todo, por si esto fuera poco, es que no me acuerdo ni de cuáles eran las reglas del juego; en mi mente sólo se visualizan balonazos por doquier, todos a mi culo, o peor: a mi careto.


Dios, ¡voy a morir!

Y, ¿de qué me sirve mi hora y media diaria de Batuka y pilates? Porque en Batuka no te enseñan a esquivar malvados balones. Yo te hago maravillas con las mancuernas, pero ¿y los balones? ¡Jesucristo! Bueno, sí, me va a servir para no echar los pulmones por la boca, y el hígado de paso. ¿Pero los balones? Dios...

Querido Dios:

Si estás leyendo a esta, tu humilde sierva, haz que la AEMET me de una buena noticia y mañana caigan chuzos de punta. ¡Por favor!

Claro, conociendo mi asquerosa suerte mañana hace un sol de justicia y yo haré un ridículo espantoso. Con chándal rosa y gris, divina, pero ridícula. No importa, moriré con las botas puestas. Bueno, con las botas no, con el chándal rosa y gris, divina de la muerte.

Me acerco peligrosamente a un momento muy similar al vivido por Birdget Jones al dejarse caer por la barra del parque de bomberos.


Que sea lo que Dios quiera, Amén.

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Scream, de Michael & Janet Jackson (History).

2 Comments:

  1. Anónimo said...
    Mañana llueve. Lo dice Mariano Medina.
    Catherine Heathcliff said...
    Ya he visto las desastrosas previsiones meteorológicas para mañana...

    Habrá que coger el paraguas, ¿no?

    :)

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