Comencé a hacer deporte a finales de 2006. Desde esa época hasta día de hoy es algo rutinario, algo que hago cada día, sin excepción, en sesiones de una a dos horas diarias. Aerobic, pilates, tai chi, yoga, correr... todos los días hago aeorobic y pilates, y dos veces por semana también salgo a caminar y a correr durante dos horas. Siempre he sido de hacer deporte en soledad; nunca me ha gustado compartir ese momento. Hasta ahora.
Desde hace unas semanas, comencé a hacer mis sesiones particulares con una gran persona, y desde entonces, mis horas deportivas no son lo mismo. Disfruto como una niña pequeña, hasta el punto de que si llega el día en que tengo que hacer deporte sola, se me hace cuesta arriba completar la sesión, aunque lo haga. Nos reímos mucho y nos sentimos satisfechas al finalizar los ejercicios, beber un vasito de Aquarius y sonreir a cuasa de las endorfinas que segrega el cerebro. Me encanta. ¡Y mañana más!
Hoy hemos tenido antes sesión de cine. Palomitas en mano, hemos disfrutado de una buena película y charlas varias, y después, a ejercitarse, para que no se pierda ni un sólo día y eliminemos el sentimiento de culpabilidad de las palomitas.
Ahora, mientras escribo esto y saboreo un caramelo Werther, siento agujetas en mis brazos a causa de las pesas. Hasta esta noche no me he quedado sola en el piso y hoy más que nunca me siento sola. Este fin de semana ha sido difícil. Para lo que muchos ha sido un puente para disfrutar, para mí ha sido unos días para sentirme lejos de un ser querido. No me gusta no llegar a una entente cordiale con esa persona, ni me gusta tampoco ver a mi madre que sufre en silencio nuestra falta de entendimiento. Echo de menos que me llamen desde casa y que me hablen dos personas...
Me voy a ir a la cama ahora mismo, justo cuando termine esta entrada, pero a diferencia de semanas atrás, esta noche será dolorosamente triste. Siento lágrimas cálidas, pero no me permito llorar. Hoy no.
Estoy agotada esta noche. Mañana será otro día... sesión de deporte incluida, rato de evasión. El escape que necesito y que mis solitarias tardes de café no me aporta.
Te echo de menos, papá.
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: On your porch, de The Format.
Etiquetas: Íntimo y personal
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