Tenía la sensación de que le habían pegado un mazazo en la cabeza y acababa de despertar bruscamente. El dolor de cabeza tras una mala noche de sueño era permanente.
Parece ser que todo había sido producto de su inquieta imaginación. O eso, o ella había visto nublados sus sentidos y no entendía nada en absoluto.
Es increible lo volátiles que son los sentimientos, pensaba. Claro, lo son aquéllos que no corren parejos a otros. A los esperados.
Le sorprendía comprobar lo que habían provocado los escasos días de separación, y no podía evitar preguntarse si alguna vez había sido diferente, o si todo había sido devaneo sin rumbo fijo de sus anhelos.
Todo era demasiado complicado y ella estaba cansada de aguardar. Estaba cansada de sentirse una completa imbécil, y una vez más, se avergonzaba. ¿Es que acaso no iba a escarmentar?
Abrió la ventana. El fresco aire de la mañana acarició su cara. Pero eso no la renovó, como esperaba. Tal vez era porque desde hacía varios días no se sentía ella misma.
Es lo que suele pasar: tras la tempestad llega la calma, y tras la euforia llega el hundimiento.
O tal vez fuese sólo una cosa de paciencia, de seguir aguardando.
Pero, ¿para qué, al fin y al cabo?
La máscara era demasiado pesada, y estaba agotada de ocultarse tras ella.
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: Behind the Mask, de Fleetwood Mac (Behind the Mask)
2 Comments:
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Bonita entrada, a pesar de que su argumento es bastante melancólico y frustrante... y la imagen me ha encantado.
Sí es cierto que muchas personas usamos una máscara para los demás intentando ocultar nuestros verdaderos sentimientos o fingiendo sentir alegría cuando en verdad estás rota por dentro.
Hoy mi máscara me pesó, me la tuve que quitar durante una hora y todo el mundo me preguntó qué me pasaba... Eso confirma el contraste emocional.
Besotes!
Las personas, por más que nos esforcemos, solemos tener varias máscaras, y las usamos a placer según las circunstancias. Pocos son los que se atreven a abrir su corazón de manera total, porque, entre otras cosas, si tuviésemos que decir todo lo que nos sale del corazón y de la cabeza, menuda se armaría.
¿No te parecería bonito simplemente hablar? Decir todo lo que tienes que decir, sin importar las consecuencias.
A mí me encantaría, y también preguntar... tengo miles de preguntas que hacer.
Un beso, cielo.
Catherine Heathcliff.