Ayer tuve el gran privilegio de salir a pasear por el centro Sevilla para disfrutar de un capuccino calentito. La verdad es que no tiene precio tomarse algo caliente en el Starbucks al lado de la catedral y con La Giralda cerca. No sé si la gente que ha nacido y ha vivido toda su vida en Sevilla es consciente del incalculable valor de esos momentos aparentemente triviales.
Lo cierto es que siempre me han gustado las tardes de café con charlas agradables e interesantes. Ayer salió el tema de lo poquito que lee la gente en general, y bueno, tristemente, la gente joven. En esto, tanto mi interlocutor como yo estábamos de acuerdo a pies juntillas. Lo veo cada día más en mis alumnos. El jueves pasado, primer día de clases del segundo trimestre, les pregunté a mis alumnos cuáles habían sido los regalos de los Three Wise Men; con estupor y horror, escuchaba que entre wii, nintendo dsi, psp, portátiles y teléfonos móviles, sólo cinco alumnos de noventa y nueve me dijeron "un libro". En fin, la charla y la moralina que les solté fue de órdago, aunque no creo que sirviese de mucho; por un oído entra y por el otro sale, pero bueno, como docente me veo en la obligación moral de instarles a leer por placer, jamás por obligación. Yo, lectora compulsiva, devoradora de libros desde que era una enana, he odiado siempre leer por imposición. El caso es que una alumna me dijo: "señorita, me han regalado cuatro libros". Sus compañeros exclamaron un "¡oooooh!" de asombro, pero yo le respondí estoicamente: "sí, la saga Crepúsculo, ¿a que sí?". A lo que mi alumna me respondió: "¿Cómo lo ha sabido, señorita?".
Tuve una profesora de literatura durante la carrera que solía decir que los libros editados por El barco de vapor eran veneno para los críos y atrofiaban la imaginación; donde estuviera un gran clásico como La isla del tesoro, o El lobo de mar, o Moby Dick, que se quitara todo lo demás. Bueno, yo como filóloga y humilde investigadora de la literatura anglonorteamericana, estaba de acuerdo en parte. Cierto es que como los grandes clásicos no hay nada, pero también es verdad que yo siempre he dicho que lo importante es leer. A mí no me importaría que mis alumnos vinieran un día diciéndome: "señorita, mis padres me han regalado todos los títulos de la serie naranja de El barco de vapor". Cuando era niña, devoré libros enteros de esta colección, los cuales conservo con cariño entre las estanterías repletas de libros de mi habitación en casa de mis padres. Y, sin embargo, fui capaz también de leerme con catorce años las obras teatrales completas de William Shakespeare, y las de las hermanas Brontë y de Charles Dickens con quince y dieciséis primaveras. Fui bastante precoz para casi todo, así que con el paso de los años he tenido que releerlas para llegar al núcleo esencial de semejantes obras, pero aún así yo nunca he dejado de leer. Y sí, comencé con El barco de vapor, pero jamás desdeñé los grandes clásicos, y mi hermano, el día que cumplí ocho años, me regaló una edición preciosa de Peter Pan: conocí así a James M. Barrey, y en mi adolescencia me bebí las páginas de Drácula, El retrato de Dorian Gray, Frankenstein o el moderno Prometeo, y por qué no decirlo, la delicia de La historia interminable.
No me gusta la saga Crepúsculo. Yo, como millones de personas en todo el mundo, me bebí los cuatro volúmenes de la saga en cuestión de días, y me gustó engancharme tanto a esta saga. Disfruté mucho, porque me entusiasma depender tantísimo de un libro y no poder parar de leer. Lo adoro. Pero nunca he dejado de reconocer que la calidad literaria de esta saga, a mi juicio, deja muchísimo que desear. Me molesta ver que mis alumnas tienen agendas y carpetas varias forradas con imágenes de los actores que interpretan a los personajes principales de estos cuatro libros en sus adaptaciones cinematográficas. Y digo que me molesta porque lo triste de todo esto no es que lean la saga de Stephenie Meyer; a la luz de lo que he escrito líneas arriba, bien podría sentirme tremendamente orgullosa, porque leen sin parar cuatro volúmenes de una historia entretenida, y es un buen modo de iniciarse en el hábito de la lectura. Tardío, pero un buen modo al fin y al cabo. Lo realmente terrible de Crepúsculo es que, una vez finalizada la última página de Amanecer, el cuarto y último volumen, mis alumnos son incapaces de progresar. Ya está, se terminó la historia de Edward y Bella y es como si todos los libros del mundo hubieran ardido hasta extinguirse. ¿Qué pasa, es que sois incapaces de continuar leyendo? Bueno, habéis leído literatura vampírica (pseudo literatura, a mi juicio, pero aceptemos barco como animal acuático, pues); ¿qué pasa con Drácula? ¿O Carmilla? ¿O el vampiro Lord Ruthven de El Vampiro? Os aseguro, queridos alumnos, que Bram Stoker, Joseph Sheridan LeFanu y John Polidori escribían cien mil veces mejor que Stephenie Meyer. Incluso Anne Rice merece todos mis respetos. Oye, que las Crónicas Vampíricas de Anne Rice tienen diez volúmenes, ahí hay chicha para rato.
¿De qué me sirve, pues, que le hayan regalado a esta alumna mía los cuatro libros de Crepúsculo, si no va a ir más allá?
O algo peor: otra de mis alumnas me ha confesado que es la tercera vez que se está leyendo esta saga. ¡La tercera! Dios de mi vida, hija, cierra los libros, guárdalos en tu estantería y abre las páginas de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. De veras te prometo que es una maravilla.
¿Y yo qué puedo hacer? Bueno, en esto, como en tantas otras cosas que conlleva el ser profesora, tendré que conformarme con que al menos a uno de mis pupilos les haya calado hondo mi moralina cultural, ¿no? En fin...
Lo cierto es que siempre me han gustado las tardes de café con charlas agradables e interesantes. Ayer salió el tema de lo poquito que lee la gente en general, y bueno, tristemente, la gente joven. En esto, tanto mi interlocutor como yo estábamos de acuerdo a pies juntillas. Lo veo cada día más en mis alumnos. El jueves pasado, primer día de clases del segundo trimestre, les pregunté a mis alumnos cuáles habían sido los regalos de los Three Wise Men; con estupor y horror, escuchaba que entre wii, nintendo dsi, psp, portátiles y teléfonos móviles, sólo cinco alumnos de noventa y nueve me dijeron "un libro". En fin, la charla y la moralina que les solté fue de órdago, aunque no creo que sirviese de mucho; por un oído entra y por el otro sale, pero bueno, como docente me veo en la obligación moral de instarles a leer por placer, jamás por obligación. Yo, lectora compulsiva, devoradora de libros desde que era una enana, he odiado siempre leer por imposición. El caso es que una alumna me dijo: "señorita, me han regalado cuatro libros". Sus compañeros exclamaron un "¡oooooh!" de asombro, pero yo le respondí estoicamente: "sí, la saga Crepúsculo, ¿a que sí?". A lo que mi alumna me respondió: "¿Cómo lo ha sabido, señorita?".
Tuve una profesora de literatura durante la carrera que solía decir que los libros editados por El barco de vapor eran veneno para los críos y atrofiaban la imaginación; donde estuviera un gran clásico como La isla del tesoro, o El lobo de mar, o Moby Dick, que se quitara todo lo demás. Bueno, yo como filóloga y humilde investigadora de la literatura anglonorteamericana, estaba de acuerdo en parte. Cierto es que como los grandes clásicos no hay nada, pero también es verdad que yo siempre he dicho que lo importante es leer. A mí no me importaría que mis alumnos vinieran un día diciéndome: "señorita, mis padres me han regalado todos los títulos de la serie naranja de El barco de vapor". Cuando era niña, devoré libros enteros de esta colección, los cuales conservo con cariño entre las estanterías repletas de libros de mi habitación en casa de mis padres. Y, sin embargo, fui capaz también de leerme con catorce años las obras teatrales completas de William Shakespeare, y las de las hermanas Brontë y de Charles Dickens con quince y dieciséis primaveras. Fui bastante precoz para casi todo, así que con el paso de los años he tenido que releerlas para llegar al núcleo esencial de semejantes obras, pero aún así yo nunca he dejado de leer. Y sí, comencé con El barco de vapor, pero jamás desdeñé los grandes clásicos, y mi hermano, el día que cumplí ocho años, me regaló una edición preciosa de Peter Pan: conocí así a James M. Barrey, y en mi adolescencia me bebí las páginas de Drácula, El retrato de Dorian Gray, Frankenstein o el moderno Prometeo, y por qué no decirlo, la delicia de La historia interminable.
No me gusta la saga Crepúsculo. Yo, como millones de personas en todo el mundo, me bebí los cuatro volúmenes de la saga en cuestión de días, y me gustó engancharme tanto a esta saga. Disfruté mucho, porque me entusiasma depender tantísimo de un libro y no poder parar de leer. Lo adoro. Pero nunca he dejado de reconocer que la calidad literaria de esta saga, a mi juicio, deja muchísimo que desear. Me molesta ver que mis alumnas tienen agendas y carpetas varias forradas con imágenes de los actores que interpretan a los personajes principales de estos cuatro libros en sus adaptaciones cinematográficas. Y digo que me molesta porque lo triste de todo esto no es que lean la saga de Stephenie Meyer; a la luz de lo que he escrito líneas arriba, bien podría sentirme tremendamente orgullosa, porque leen sin parar cuatro volúmenes de una historia entretenida, y es un buen modo de iniciarse en el hábito de la lectura. Tardío, pero un buen modo al fin y al cabo. Lo realmente terrible de Crepúsculo es que, una vez finalizada la última página de Amanecer, el cuarto y último volumen, mis alumnos son incapaces de progresar. Ya está, se terminó la historia de Edward y Bella y es como si todos los libros del mundo hubieran ardido hasta extinguirse. ¿Qué pasa, es que sois incapaces de continuar leyendo? Bueno, habéis leído literatura vampírica (pseudo literatura, a mi juicio, pero aceptemos barco como animal acuático, pues); ¿qué pasa con Drácula? ¿O Carmilla? ¿O el vampiro Lord Ruthven de El Vampiro? Os aseguro, queridos alumnos, que Bram Stoker, Joseph Sheridan LeFanu y John Polidori escribían cien mil veces mejor que Stephenie Meyer. Incluso Anne Rice merece todos mis respetos. Oye, que las Crónicas Vampíricas de Anne Rice tienen diez volúmenes, ahí hay chicha para rato.
¿De qué me sirve, pues, que le hayan regalado a esta alumna mía los cuatro libros de Crepúsculo, si no va a ir más allá?
O algo peor: otra de mis alumnas me ha confesado que es la tercera vez que se está leyendo esta saga. ¡La tercera! Dios de mi vida, hija, cierra los libros, guárdalos en tu estantería y abre las páginas de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. De veras te prometo que es una maravilla.
¿Y yo qué puedo hacer? Bueno, en esto, como en tantas otras cosas que conlleva el ser profesora, tendré que conformarme con que al menos a uno de mis pupilos les haya calado hondo mi moralina cultural, ¿no? En fin...
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: Schooldays, de Kate y Anna McGarrigle con Rufus Wainwright y otros.
4 Comments:
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Últimamente y aunque mi adicción pueda ser superior a la de muchas personas he de decir que ya me cansa escuchar el libro en boca de todos. Precisamente por eso, porque está en boca de todos y porque la gente se compra el libro sólo porque está de moda y no porque tengan verdadero interés.
Yo te juro que antes de que esto se hubiese hecho famoso ya había leído los libros, si te soy sincera iba terminando Eclipse cuando se estrenó la pelicula y presicamente yo me compré el libro porque eran románticos (siempre había deseado leer una historia romántica y estaba esperando a tener algo de edad), además de que siempre he sentido cierta curiosidad por los vampiros, ni siquiera estaba al corriente de que iban a hacer una peli y por supuesto porque desde pequeña me encanta leer.
Pero ahora la gente los compra después de haber visto la película, de haber visto al guapo de Robert Pattinson al sexy de Taylor Lautner... ejem, ejem... (tos sarcástica).
Obviamente concuerdo contigo en que Stephenie Meyer no escribe precisamente bien, lo que ocurre es que tiene una manera de escribir que te atrapa y hace que sigas leyendo (probablemente fruto de que esté en primera persona) y entonces simula que tú eres la que está viviendo la historia junto a Edward/Jacob. Por otro lado después de haber leído el bodrio que es Amanecer (de verdad que me podría tirar horas hablando de lo horrible/ridículo que es ese libro por Dios, si parece un fan fic) la saga dejó mucho que desear... por lo que ahora la película consuela a parte de las fans.
Te mentiría si te dijera que no he vuelto a leer los libros (a excepción de Amanecer ¬¬") pero yo sigo leyendo más allá de ellos. Y he leído muchos libros desde que leí Crepúsculo, la verdad me hizo que me interesara más por los clásicos como Cumbres Borrascosas o las obras de Shakespeare. He terminado como hace 3 semanas o así Sentido y Sensibilidad para luego en un par de días leerme uno de Agatha Christie y luego estas Navidades también me regalaron un libro que se llama "Eternidad" (que sinceramente es puro entretenimiento y no llega a más así que no te lo recomiendo) y ahora ya voy por la mitad de otro de los libros de Jane Austen "Emma". Cuando termine me he propuesto leer "El árbol de la ciencia" porque comentan que es un libro muy bueno además de que tiene el aspecto de tener algo de relación con la película de Hugh Jackman y Rachel Weisz "La fuente de la vida". Y cuando termine ese jaja tengo en mente leer la trilogía muy famosa que hay ahora de "Los hombres que no amaban a las mujeres" y etc. Dios, bueno con esto pretendía decirte que yo sí he evolucionado porque para empezar leí el libro de Crepúsculo por interés no porque estuviese de moda ni nada por el estilo y entonces cuando te lo lees por el simple y mero hecho de que te gusta leer siempre seguirás leyendo pero no te quedarás ahí estancada...
Besotes!
P.D.: Por otra parte es un poco raro que le hayan regalado la saga a una alumna de 1º (era tu curso ¿no?) Y no es sólo por el 4º volumen de la saga es que yo sinceramente pienso que a veces no son capaces de entender lo básico de la novela, que es la historia de amor... me parece un poco joven.
A diferencia de otros, opino como vos, me parece importante que lean lo que quieran, mientras eso implique ir instalando el hábito de la lectura.
También leí la saga Crepúsculo y la consumí en pocos días, aunque hay reconocer los pocos méritos literarios de Meyer, sirven para que muchas adolescentes se acerquen a la lectura.
El reto es lograr que sigan leyendo más allá de Crepúsculo o Harry Potter.
Para dar mi pequeña colaboración, los Reyes de mi casa, sólo regalaron libros a los niños.
Saludos.
Sí, ya sé que al mencionar la palabra "Crepúsculo" tu reacción es inmediata :p
Ya conozco tu opinión al respecto; a pesar de todo, si tú y yo mantenemos esta bonita amistad es gracias a Stephenie Meyer, pues por nuestras opiniones sobre los libros nos conocimos en la blogosfera. Y yo encantada de ello :)
Yo sé de sobra que tu caso es distinto. Me alegra muchísimo comprobar y conocer lo que lees, no sólo porque lees maravillas de la literatura, sino porque también soy consciente de que las disfrutas y lo haces por placer, y eso es lo más importante. Lo enriquecedor que es leer es un gran tesoro que debes guardar en tu interior, pues la cultura que estás adquiriendo casi sin darte cuenta no tiene precio.
Me recuerdas un montón a mí, Margyh, no sabes cuánto... en tus inquietudes, en tus anhelos, en tu forma de ver la vida... sé de sobra que a tu edad y dada tu forma de ser tan especial, pero a la vez tan maravillosa, te sientes fuera de lugar y no acabas de encajar ni de encontrar tu sitio. Tranquila, todo llega y te aseguro que hay una pequeña luz al final del camino, aunque te parezca un tenue resplandor. Eso sí, siempre ten presente que la mejor persona en la que puedes confiar es en ti misma. Nunca pierdas tus principios y sé siempre fiel a ellos, a tu cabeza y a tu corazón.
Y fíjate, hablando de lectura he acabado poniéndome súper profunda :p
Bueno, yo no veo mal que a mi alumna de 1º le hayan regalado "Crepúsculo", ni que se lo esté leyendo. Sí que es cierto que puede ser bastante precoz para su edad, pero bueno, para esta chica en concreto y conociéndola como la conozco, no creo que estén fuera de lugar. A ver si consigo picarla con la saga de las "Crónicas vampíricas", de L.J. Smith...
...y que continúe leyendo, que para eso estamos aquí debatiendo :p
Un besazo, guapa, gracias por tus comentarios siempre.
Catherine Heathcliff.
Por lo que veo, coincidimos en nuestras opiniones. A mí me parece bien que los jóvenes lean sagas como "Crepúsculo" y "Harry Potter". Bueno, y los no tan jóvenes, que aquí donde me ves, yo con 25 añazos digo que "Crepúsculo" es basura literaria (y yo me lo leí en cuestión de días), pero soy súper fan de "Harry Potter", que ME ENCANTA, ME ENCANTA, ME ENCANTA.
Claro, la clave está en que nuestros jóvenes sigan leyendo a partir de ahí.
Y sí, en mi casa desde siempre los Reyes han sido libros, cine y música. De siempre. Y lo sigue siendo ;)
Un beso, Luciana, gracias por tu visita y tu comentario.
Catherine Heathcliff.