Hace tiempo alguien me preguntó cuántas veces en mi vida me había enamorado, o en su defecto, si había estado enamorada alguna vez. Yo no he sido nunca muy afortunada en el amor, que digamos, pero sí que soy capaz de responder: me enamoré una vez. Sólamente. Lo cierto es que el sentimiento era tan intenso que me aterra enfrentarme a él otra vez, porque me muero de miedo al pensar en el sufrimiento que precede al intuir una inminente marcha y que sigue al adiós. Y, sin embargo, en numerosas ocasiones echo mucho de menos ese por y para alguien...
Me conozco muy bien, así que no debo sentirme extrañada de la magnitud del sentimiento que albergo en mi interior. La duda está en saber responderme a mí misma si vuelvo a estar enamorada tras bastante tiempo transcurrido. Supongo que en realidad no soy capaz de responder de manera tajante y firme porque esta vez todo es distinto. Ahora no me da miedo pensar en una despedida, sino no ser correspondida de igual manera, o lo que es peor, serlo y no poder llevarlo a cabo.
La distancia se acorta. Asomarse a la ventana y contemplar coches oscuros. Tabletas de chocolate negro en la cabecera de mi cama. Sobres de azúcar endulzando mi almohada. Canciones hasta entonces desconocidas para mí resonando en las paredes de mi habitación. Maneras cordiales en compañía. Búsqueda de rincones furtivos para abrir los corazones con la daga de la sinceridad. Caramelos Werthers. Turroncillos y bolígrafos de diseño. ¿Yo? Sólo uno y una. Silencios impostados y forzados. Anhelos. Ya lo sabías, Catherine, lo imaginabas, lo esperabas, lo suponías. Un rompecabezas gigante en mi cabeza. La distancia se alarga.
Lo cierto es que me he aferrado tanto al punto y seguido que sólo admito puntos y aparte, pero no puntos y finales. No hay nada más triste que resignarnos, y yo mientras pueda seguiré pensando que en mi texto se escriben oraciones sin parar, una detrás de la otra sin prisa, pero sin pausa.
Así que, por favor, no me pidas que comience un nuevo párrafo...
Me conozco muy bien, así que no debo sentirme extrañada de la magnitud del sentimiento que albergo en mi interior. La duda está en saber responderme a mí misma si vuelvo a estar enamorada tras bastante tiempo transcurrido. Supongo que en realidad no soy capaz de responder de manera tajante y firme porque esta vez todo es distinto. Ahora no me da miedo pensar en una despedida, sino no ser correspondida de igual manera, o lo que es peor, serlo y no poder llevarlo a cabo.
La distancia se acorta. Asomarse a la ventana y contemplar coches oscuros. Tabletas de chocolate negro en la cabecera de mi cama. Sobres de azúcar endulzando mi almohada. Canciones hasta entonces desconocidas para mí resonando en las paredes de mi habitación. Maneras cordiales en compañía. Búsqueda de rincones furtivos para abrir los corazones con la daga de la sinceridad. Caramelos Werthers. Turroncillos y bolígrafos de diseño. ¿Yo? Sólo uno y una. Silencios impostados y forzados. Anhelos. Ya lo sabías, Catherine, lo imaginabas, lo esperabas, lo suponías. Un rompecabezas gigante en mi cabeza. La distancia se alarga.
Lo cierto es que me he aferrado tanto al punto y seguido que sólo admito puntos y aparte, pero no puntos y finales. No hay nada más triste que resignarnos, y yo mientras pueda seguiré pensando que en mi texto se escriben oraciones sin parar, una detrás de la otra sin prisa, pero sin pausa.
Así que, por favor, no me pidas que comience un nuevo párrafo...
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: Esta maravilla:
Etiquetas: Íntimo y personal, Música es...
2 Comments:
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Creo que te entiendo, Catherine.
Besotes: Seguimos escuchando la BSO de New Moon pero la verdad es que esta canción venía como anillo al dedo para este texto.
Lo cierto es que estoy profundamente enamorada, y es lo más triste que me ha pasado en mucho tiempo.
Mi historia de amor no puede realizarse. Y no consigo resignarme a eso...
Besos.
Catherine Heathcliff.
P.D. La canción es una maravilla. Me alegro que te guste.