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Paren el mundo, me quiero bajar

Ayer por la mañana, bien tempranito, tuve mi primer accidente de coche. Y digo mi primer accidente porque hablo no sólo de mi vida en general, sino también de mi vida como conductora (tengo carné desde 2006). He de decir que, sin ser culpa mía, lo es, según mi compañía de seguros. Me encontraba aparcando en la calle en la que está la entrada trasera a mi puesto de trabajo; generalmente y todas las mañanas, aparco en la calle principal, pero qué casualidad, ayer no había sitio. Así que di la vuelta y directa a la parte trasera. Aparcamiento en batería, sitio de sobra. Doy marcha atrás e intento cuadrar el coche, todo ello a 1 kilómetro hora. He de decir que el aparcamiento en batería del que estoy hablando es enorme, en el sentido de que para cuadrar el coche no hace falta invadir la carretera, a no ser que sea estrictamente necesario; si se invade la carretera es porque has sacado toda la parte trasera del coche, lo que supone una visibilidad estupenda. El caso es que yo en ningún momento saqué el coche, sólo di un poquito marcha atrás para cuadrar y enderezar mi vehículo, mi querido Peugeot. Y de repente, ¡clanc! En décimas de segundo le dieron a mi coche por detrás. Mi Peugeot ni se coscó, es decir, yo ni me moví, con lo cual pensé: "ya está, le ha dado a la bola del remolque". Antes de bajarme, miré a la izquierda, y vi el coche que me había golpeado con la rueda pinchada, la puerta de la parte trasera por el lado del copiloto arañada y abollada, y el tapacubos suelto danzando por la calzada. El coche paró y yo me bajé. Miré mi coche por detrás y... nada, tan sólo la bola del remolque un tanto ladeada del impacto. Nada serio; habrá que desatornillar y ajustarla de nuevo. Pan comido. Pero, ¿y el otro coche? Tranquila, aquí no ha pasado nada, decía el conductor del vehículo. Y yo, con toda la calma del mundo, saqué mi póliza de seguros y le dije que ahora mismo llamaba a mi compañía, que yo asumía toda la responsabilidad (puesto que era yo la que dio marcha atrás), o si no, que nos personásemos en la oficina de mi compañía que, curiosamente, está justo en la acera de en frente de mi puesto de trabajo. ¿Contestación el otro conductor? Mira, no, no te preocupes, ahora mismo no es el mejor momento para arreglar papeles con los seguros y dar partes; tranquilamente lo solucionamos dentro de un par de días, nos sentamos y listo. Evidentemente, no lo hice así; lo que hice fue preguntarle que por qué, que si era porque no tenía el seguro a terceros en vigor. Me dijo que no era así; era porque venían (iba con un acompañante, otro chico) de fiesta (de hecho, se recogían en ese momento), e iban pasaditos de alcohol. Bueno, pasaditos es un eufemismo. O sea, no sólo iban a una velocidad mortal por esa calle (que es estrecha y de un sólo sentido), sino que iban, de nuevo, pasaditos de alcohol. Toma ya. Le pedí todos los datos, tanto personales como el permiso de circulación. Él tomó nota de mi matrícula, de mi número de móvil y de mi nombre, pero sólo de pila: nada de apellidos. Aún no entiendo nada. En fin, dije de llamar a la policía municipal, pero claro, no, es que iban pasaditos y les iba a buscar un buen puro. A todo esto, el coche no era del que conducía, sino de la novia del que iba de copiloto. Estupendo. Bueno, el copiloto cambió la rueda en cero coma dos y se marcharon. Yo llamé a mi padre y, dado que entiende de la materia un rato, pues es agente de la ley, me dijo que fuera a la oficina de mi compañía y diera parte. Eso hice, tras avisar en mi trabajo de lo que había pasado. Todo lo ocurrido, según mi compañía, es culpa mía, sin serlo. Independientemente de lo rápido que fuera, independientemente de lo pasadito de alcohol que fuera (cosa que no puedo probar si no hay un alcoholímetro o un análisis de por medio), el hecho era que yo estaba dando marcha atrás. Así que, bueno, ahí se quedó la cosa. Mea culpa, modo autoflagelación activado.

Y ahora viene mi reflexión, que es variada. Por un lado, tengo que dar gracias de que no haya daños físicos por ninguna de las dos partes; todo quedó en un susto y en daños materiales que se pueden arreglar fácilmente. Por otro lado, también he de dar gracias porque, de momento, todo está llevándose de la manera más tranquila posible. ¡Y toquemos madera! Pero lo que realmente me molesta de todo el asunto es que yo soy una persona de lo más prudente, no sólo conduciendo, sino en todos los sentidos. Todos los días veo cosas por las calles de Sevilla de gente que va al volante que son auténticos asesinos en potencia, verdaderas barrabasadas al volante que hace que te eches las manos a la cabeza y te preguntes día sí y día también que dónde ha conseguido la gente el carné y que tenemos que dar gracias encima, porque no ocurren todas las desgracias que deberían ocurrir, a tenor de los actos de la gente. Da coraje, y mucho. Porque después de todo lo ocurrido y a pesar de mi frialdad y tranquilidad a la hora de tratar el asunto, cuando todo pasó me vine abajo, y mis lágrimas no tenían consuelo. Toda mi pena era que mi coche está a nombre de mi padre y yo figuro como segunda conductora, y lo que más me dolía era que yo no quería por nada del mundo causarle problemas ni preocupaciones a mis padres. Yo ni pensaba en el coche, ni pensaba en mí, sino en mis padres, pobrecitos, que iban a sufrir y a preocuparse por mi culpa. 

Y otros van con copitas de más. En fin... paren el mundo, ¡me quiero bajar!

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Este mundo hostil, de Barón Rojo.

Espera, ya estamos en 2013


Sí, lo sé, este año llego un pelín tarde. Como manda la tradición de A Cuckoo's Tale, siempre que hay cambio de año hay entrada que celebra semejante efeméride con los "greatest hits" acontecidos en la vida de  Catherine Heathcliff. Con este nuevo año 2013 no podía ser menos, pero sé que llego tarde; hoy es día 8 de enero, y normalmente, esta tradicional entrada suele publicarse el 31 de diciembre del extinto año que llega a su fin. Bueno, pero nunca es tarde, si la dicha es buena, así que aquí estoy, otro año más. Aunque... vamos a variar el formato: esta vez voy a hacer un examen de conciencia de mi 2012.

A continuación, enumero por qué recordaré 2012, por qué no ha sido especial y, como no, por qué sí que lo ha sido. Y como cantaban Cristina y los Stop, tres cosas hay en la vida...

- Salud: si alguien ha caracterizado este tema en mi vida durante 2012 es, sobre todo, mi padre. Desde 2010, arrastrando un cáncer de colon, que en 2011 se complicó bastante al convertirse también en cáncer de recto. Por una mala praxis médica, tuvo que hacer las maletas, dejar su casa en Andújar (Jaén) y marchar a Sevilla, donde su hija, yo, vivía (y vivo), decisión tomada también por prescripción filial. El caso es que buena parte de 2012 la pasó entre quimio, análisis, más quimio, tacs, más quimio, resonancias, más quimio, colonoscopias, y adivinad, más quimio. El caso es que si para final de 2011 mi padre casi se muere (literalmente), para mediados de 2012, el colega está mejor que nunca. Ha ganado peso (después de los 17 kilos que perdió durante el primer ciclo de quimioterapia), anda 5 kilómetros de media diarios y, si bien lo veo yo un poquitín más envejecido, está mejor que mi madre, que yo, que el otro y que tú, que lees esta entrada; de hecho, mi cuñado y yo solemos decir que si a nosotros nos hicieran una analítica, seguro que nos sacan más cosas que a mi padre. Segurísimo. Olé tus cataplines, papá. Eres un ejemplo para todos. 

- Dinero: evidentemente, este tema va directamente asociado a lo de "trabajo". Ay, el trabajo... la gran lacra de esta sociedad, más que nada, porque no hay. Y yo tampoco tengo, dicho sea de paso. Porque 2012 vino cargado de trabajo. Enlacé la sustitución por baja maternal que había empezado en octubre de 2011 con otra en el mismo centro desde febrero de 2012 hasta final de curso. Y fui súper feliz durante esa etapa. Porque se plantearon nuevos retos: era profesora de Inglés de Secundaria y Bachillerato, y nunca antes había trabajado en Bachillerato. Pero además de eso, también fui profesora de Francés de Secundaria. Un reto, porque aunque domine la lengua gala, no soy filóloga francesa, sino inglesa; de ahí mis reparos. Pero bueno, creo que pasé el reto con éxito... y además, me nombraron tutora de 1º ESO y Jefe de Departamento de Idiomas del centro. Toma ya. Lo de tutora ya lo había sido antes, y durante un curso entero, además, pero he de decir que esta experiencia también fue increíble. La verdad es que mis dos veces como tutora han sido una gozada, tanto con los niños como con las familias. Guardo a todos ellos dentro de mi corazón y siempre serán "mis niños", por más años que pasen. El tema este de Jefe de Departamento... al principio, quería morir... porque ¡papeleo al máximo! ¡Y plazos a todas horas! Pero es cuestión de pillarle el truco; después, coser y cantar. Y a mí me encanta estar hasta arriba de trabajo; como yo digo siempre, trabajo mejor bajo presión. La verdad es que la etapa que viví en este nuevo cole fue genial, tanto a nivel profesional como humano. Trabajar en un colegio religioso se nota... y mucho. Tanto si eres creyente como si no. Desafortunadamente, desde junio de 2012 nada de nada. Miles de currículums enviados a colegios, academias, hoteles, clínicas como recepcionista, editoriales... Este verano tuve un amago de contrato en un colegio privado en Dos Hermanas; de hecho, me confirmaron que empezaría en septiembre, pero a finales de agosto me llamaron y me dijeron, básicamente, que habían encontrado una persona más idónea para el perfil que andaban buscando. Toma ya. Y yo con la mudanza y el piso a punto, y mi novio y yo cuadrando horarios para empezar el trabajo en septiembre, porque él trabaja también en Dos Hermanas. Pues nada, ajo y cebolla. Desde septiembre, soy ama de casa a tiempo completo, y espero de lunes a viernes a que mi novio venga de trabajar a las 17.30; para esa hora, ya he limpiado el piso, lavado la ropa, planchado y preparado la comida para el día siguiente, sí, señor. Licenciada en Filología Inglesa con Diploma de Estudios Avanzados. Pero... no hay mal que cien años dure, así que una es una buscavidas y siempre lo ha sido: desde octubre, estoy preparando para B1 y B2 a nivel particular en mi piso, y desde noviembre he vuelto a mi colegio religioso para trabajar; sólo dos horas, los miércoles por la tarde... pero me encanta. Así que, entre una cosa y otra, me da para tirar; por lo menos, los gastos me los cubre y me permite ahorrar como una hormiguita para lo que pueda pasar. Y, sobre todo, me mantiene ocupada y con la cabeza despejada.

- Amor: mi tema favorito. Para mí, 2012 supuso el año de la consolidación. En mayo, Javi y yo hicimos un año de relación y... ¡sorpresa! Decidimos irnos a vivir juntos hacia el final de verano. Y así lo hicimos. Desde el 31 de agosto de 2012, compartimos techo. Y lecho. Y sofá. Y mesa. Y mantel. Y baño. Y cocina. Y ¡todo!  La convivencia, ese gran tema. Sí, no descubro nada nuevo al decir que la convivencia es algo muy complicado, porque lo es; cada uno somos de un padre y de una madre y todos tenemos nuestras cosas. Yo la primera, que para empezar, tengo un genio de mil pares de demonios. Y, sobre todo, soy obsesiva-compulsiva de la limpieza y el orden. Mujer, ni calvo ni con tres pelucas. Pero Javi y yo lo llevamos francamente bien. A día de hoy, camino de los cinco meses de convivencia, he de decir que es una de las mejores decisiones que he tomado y que don Javier es un excelente compañero de piso. El mejor, sin duda. La única pega para mí es que echo de menos a mis padres... y a mi Lupy. A rabiar. Una barbaridad. Hasta duele. Ellos están en Andújar y yo sigo en Sevilla. Los veo, al menos, una vez al mes, pero se me hace cuesta arriba... y por más tiempo que pase, eso sigue ahí. Si me toca la lotería, les compro un piso en Sevilla; no sé en qué zona, pero se lo compro ¡seguro! El 22 de mayo de 2013, Javi y yo celebraremos nuestros 24 meses juntos, como así lo espero y deseo. Y, en fin, sin ánimo de ponerme excesivamente ñoña, me reafirmo en eso que ya he mencionado en varias ocasiones en este blog: él es la persona que más quiero en este mundo.

- Amistad: ¡la de cosas que cambian en este sentido! ¡Y la de vueltas que da la vida! 2012 para mí ha sido "la gran pérdida". He dicho adiós a mucha gente, y mucha gente me lo ha dicho a mí. Al principio, lo pasé realmente mal y me afectó, sin duda. Pero ahora ya, contemplado en perspectiva, no tanto. Supongo que son cosas naturales que ocurren. No voy a ponerme en plan víctima y decir que el mundo está en mi contra; parte de culpa, imagino, que la tengo yo. O no. O sí. No lo sé. Lo que sí es cierto es que, a día de hoy, en mi vida están aquellas personas que me hacen feliz. Pocas o muchas, pero ahí están. Y, curiosamente, son las que siempre han estado. En 2012, y gracias a las redes sociales y al tan odiado (por mí) WhatsApp, he retomado el contacto con gente que realmente me importaba y me importa. Y eso me ha hecho inmensamente feliz. 

- Formación: como ocurre en la mayoría de ocasiones, la gente que tiene tiempo libre (porque está en el paro, básicamente) aprovecha para formarse. Pues yo también. He comenzado mi tesis doctoral (el último paso ya en mi andadura dentro del universo del posgrado). A día de hoy, mi proyecto ya ha sido entregado y estoy a la espera de corrección/aprobación. Por supuesto, la temática brontëana no podía faltar.

Sí, un 2012 completito. No me quejo; no ha sido un mal año después de todo. En mi opinión, 2011 fue peor para mí. Pero, a pesar de la terminación, espero que 2013 traiga algo muy bueno a mi vida, pero sobre todo, a la de los que más quiero y están cerca de mí. 

Nota anecdótica: en Nochevieja, me tocaron en mi paquetito 13 uvas. Se ve que hubo un mal recuento. ¿Debería preocuparme? ¿O debería tomármelo como algo sintomático de que va a ser un gran año? 2013, 13 uvas. ¿O no?

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Tres cosas hay en la vida, de Cristina y los Stops.

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