Blogger Template by Blogcrowds.

¡¡¡¡¡Azúcar!!!!!


"Eres el azúcar personificado. Podrías matar a un diabético".

Eso es lo que Doctor Who dice de mí, y yo no sé si tomármelo como un cumplido o no.

Lo cierto es que, más que un cumplido, debe ser una biológica realidad, porque yo ahora mismo estoy intoxicada. Envenenada. Este fin de semana, en Sevilla, me picó un mosquito. O nueve, porque tengo nueve ronchas por todo el cuerpo, a cada cual más gorda. Se ve que tengo terrones de azúcar corriendo por mis venas, en lugar de glóbulos rojos.

La verdad es que lo he pasado muy mal, hasta que ayer se me ocurrió atiborrarme de leche sola y fría, sin azúcar. Dicen que es lo mejor para contrarrestar el veneno de algunas picaduras, PapáCatherine dixit. Ya estoy mejor, pero madre mía, lo que he padecido: picores abominables por todo el cuerpo, ronchas descomunales, sudor y calor, mucho calor, que no aliviaba con nada.

Si era una picadura de mosquito tigre... ¡podría tener el dengue africano! ¡Oh, Dios mío, oh, Dios mío!

Pero he sobrevivido. Y es que bicho malo con la sangre almibarada...
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: Funkier Than a Mosquito's Tweeter, de Nina Simone.

Centurion (2010), de Neil Marshall


Sinopsis: estamos en Bretaña, en el año 117 de nuestra era. Un grupo de soldados romanos pertenecientes a la legendaria Novena Legión lucha por salvar sus vidas después de que sus compañeros perezcan tras un fortuito e inesperado ataque de la guerrilla local. A pesar de la dureza de la Novena, las cosas no salieron como esperaban. Los supervivientes, liderados por Quinto Dias (Michale Fassbender) intentan encontrar a su general, rehén de los pictos, aunque también su misión consistirá en llegar a la frontera y salvar sus vidas, pues las hordas bárbaras, lideradas por la fiera y vengativa Étain (Olga Kurylenko), los persiguen sin descanso para darles muerte.

Yo tengo una duda que me carcome: ¿es necesario incluir tanta sangre, vísceras y miembros cercenados en una película pseudo-histórica? Épica, aventuras... ¿por qué tantas cabezas saltando de cuellos, tantos ojos espachurrados y piernas cortadas? Es que yo no lo entiendo ni lo entenderé nunca. Porque cuando una ve estas cosas se le atraganta todo en el cine, y eso que yo no comía palomitas, sino un simple chicle de sandía. Me pasé media película cerrando los ojos, y no es que me diese miedo, que no, sino que es francamente desagradable ser testigo de semejante festín gore. Hombre, por Dios.

Luego lo observas fríamente y dices: leñe, si la peli en sí no es tan mala. Y es verdad, no es mala, pero tampoco una obra maestra. Te entretiene y punto. Pero yo creo que la base para eso es el personaje de Étain, que se pasa la película persiguiendo a Quinto y a sus "secuaces" y a una le da el mismo nervio e inquietud que a los perseguidos, como si lo estuviera viviendo en sus carnes. Étain es con los romanos lo que yo con los mosquitos: romano que ve, romano que destripa, sólo que yo lo hago enchufando el Kill-Paff. Creo que, pasados unos años, sólo recordaré de Centurión la fotografía gris, oscura y lúgubre, así como los paisajes. Precioso todo. La verdad es que en ese sentido está muy bien filmada.

Y Michael Fassbender, alias Quinto Dias... ¡hay qué ver, qué hombre! ¡Qué porte, qué atractivo, qué elegancia! Si es que es mi Heathcliff perfecto (algún día escribiré una entrada que explique por qué digo eso). La verdad es que yo creo que este hombre es bastante buen actor si se lo propone, y aquí me da a mí que no se lo propuso con gran ardor. Yo siempre he dicho que me recuerda horrores a Christopher Plummer en sus tiempos mozos, y está claro que aquí se aferró mucho a la estela de Plummer: señoras y señores, sean testigos de una interpretación sobreactuada y forzada, en un vano intento de insuflar un aire de guerrero (y galán) de película antigua. Vean ustedes, me gusta mucho más la Kurylenko y su ausencia total de diálogo (su personaje está mudo, pobre Étain, sin lengua porque unos romanos muy malos decidieron que estaba más guapa así cuando era una niña y que estaba mejor sin padres, de ahí su odio visceral a todo lo que huela a Roma). Es que da auténtico miedo... yo no sé si esta mujer ganará un Oscar en su vida, pero a mí en esta película me gustó un montón, porque cuando mira con ese semblante hierático da verdadero pavor.

Por lo demás, psé, todo igual que siempre. Con Centurión no hemos de esperar nada nuevo del género: clichés, clichés y más clichés sobre el honor, la venganza, la deslealtad, la corrupción del Imperio. Esas cosas. ¿Estamos siendo testigos de un género agonizante, el del péplum? Tan sólo Gladiator (2000), de Ridley Scott, supuso la GRAN excepción...

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Barbarian Horde, de Hans Zimmer (Gladiator Soundtrack).


Imagina la noche más fría de la historia. La nieve cae sobre la ciudad de Edimburgo. En lo alto de una colina nace el pequeño Jack, pero su corazón está dañado. Y por eso necesitará reemplazarlo por un reloj de madera, un corazón artificial del que dependerá su vida. Acompañemos a Jack en su aventura quijotesca desde las frías callejuelas escocesas hasta una radiante ciudad andaluza, en busca del amor. Pero, ¡cuidado!, Jack debe seguir unas reglas para sobrevivir:

Uno: NO TOQUES LAS AGUJAS.
Dos: DOMINA TU CÓLERA.
Tres: NO TE ENAMORES NUNCA.

LA MECÁNICA DEL CORAZÓN DEPENDE DE ELLO.

Deseemos suerte a Jack, y recuerda que, como en este cuento para niños grandes, todos hemos sufrido alguna vez por nuestro voluble corazón.


Hace unos cuantos días, le dije a mi querido doctor Who que sólo había dos cosas que me gustaban de Francia. Luego amplié a tres, porque había olvidado a Marion Cotillard. Ahora subo la puja: hay cuatro, hay cinco, hay seis. Mathias Malzieu es un artista de pies a cabeza, como los antiguos humanistas que lo hace todo bien. Dionysos es el grupo de música pop que él lidera, que hace música francamente buena... cantada en francés, evidentemente. Y La mecánica del corazón corre el serio peligro de convertirse en uno de los mejores libros que he leído en mi vida, y eso, tratándose de mí, lectora empedernida, ya es decir mucho.

En primero de carrera tuve una asginatura francamente inútil, llamada Teoría de la Literatura. Horrorosa. Y el profesor que tenía tampoco es que respondiera mucho a mis expectativas; más bien, iba día a día ganándose odiosos puntos gracias a su ironía proyectada sobre mí (y a su insistencia en llamarme Sara, cuando ese no es mi nombre, siguiendo el aplastante argumento de que tengo cara de llamarme Sara, según él). Lo único bueno que saqué de él fue que un día confesó en clase que siempre que iniciaba la lectura de un libro, lo hacía acompañado de un lápiz para subrayar frases o pasajes del escrito en cuestión. A mí eso me llamó mucho la atención porque yo también lo hacía, lo que pasa es que abandoné tan dulce conducta cuando él dijo que también iba lápiz en mano; se puede decir que identifiqué una cosa con la otra, así que cogí manía a eso de subrayar los libros por placer. Bueno, señor Mathias Malzieu: usted ha conseguido que vuelva a las buenas constumbres. La mecánica del corazón está lleno de mi irregular trazo subrayando a lápiz. Son tantas las frases que merecen la pena ser recordadas una y otra vez...

La mecánica del corazón es un cuento para adultos, pero un cuento delicioso, dolorosamente mágico. Evocando el niño que llevamos dentro (aunque dormido), el pequeño Jack toma de la mano al lector y lo sumerge en un mundo oscuro, lúgubre y despiadado en el que él bucea amparado en una incipiente fantasía inherente a su inocencia patológica. Jack experimenta todos los dolores y decepciones propios de la madurez progresiva, pero tras los ojos de un niño encerrado en un cuerpo biológicamente en crecimiento. Parejo a su inocencia, marcha el reloj de cuco de su corazón, un reloj de cuco ajado y más que sentenciado desde el comienzo de su vida, metáfora de la doloroza madurez a la que se ven sometidos de manera gradual nuestros corazones. Claramente autobiográfico, Malzieu abre su alma en cada página del libro, en compañía de Miss Acacia, alter-ego de su pareja real, la también cantante Olivia Ruiz. Confesiones, exámenes de conciencia y experiencias vitales agridulces se entretejen para crear una sinfonía perfectamente afinada.

En mi edición, reza una reseña a modo de publicidad: "En la estela del mejor Tim Burton. La mecánica del éxito está asegurada". Tim Burton... puede, nada me complacería más... pero yo leyendo el libro no he podido evitar sentir que era Jean-Pierre Jeunet el que dirigía mi proyección mental.

Es inevitable que sienta un puño que aprisiona mi estómago... sensación agridulce por haber terminado esta aventura. Ardo en deseos de continuar con el punto y seguido. La alargada sombra del amor, la continuación, es inminente, así que, querido little Jack, adelanta las agujas de tu reloj y haz que el tiempo corra más deprisa para continuar así leyéndote.

Título: La Mecánica del Corazón.
Título original: La Mécanique Du Coeur.
Autor: Mathias Malzieu.
Año de edición: 2009.
Editorial: Barcelona, Reservoir Books - Random House Mondadori.

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Le Jour Le Plus Froid Du Monde, de Dionysos (La Mécanique Du Coeur).


Consejos de mayores (II)


Parece normal que todos los veranos me ocurra alguna anécdota con la gente mayor de mi Úbeda de mis amores. Si en julio del año pasado protestaban por mis intempestivas horas escogidas para salir a tomarme algo, este año parece que el objeto de sus cuitas obedece a la longitud de mis vestidos y faldas varias.

A mí no me gustan las faldas cortas, y por ende, tampoco los vestidos. No es por nada en especial, tampoco; no es porque reniegue de mis piernas, ni mucho menos (en realidad, no reniego de nada puesto en mi anatomía global; es lo que hay y punto). Supongo que en verano me gustan los vestidos largos, así como las faldas, de estilo ibicenco (aunque no estrictamente de color blanco, más bien todo lo contrario), por comodidad: son frescos y puedo sentarme como me de la real gana sin temor a dejar al descubierto según qué cosas. Conclusión: tengo montones de vestidos largos y tengo montones de faldas largas, de todos los colores, formas y estampados. Y lo que es mejor: me encanta ponérmelos.

El martes de la semana pasada tenía una reunión con tres de mis antiguas compañeras del instituto. Unas risas, unas cañas, recuerdos de viejos tiempos, ternura y sonrisas nostálgicas de los tiempos pasados. Elegí para la ocasión un vestido de tirantes beige estampado con pequeñas flores rosadas y rojizas. Era hasta los tobillos, y para evitar que me pudiese arrastrar, me calcé unas esparteñas de alta cuña atadas a media pierna. Era vaporoso, fresco, elegante y, sobre todo, muy cómodo. Caminaba yo con paso presto dirección a la Avenida de Linares, lugar de encuentro con mis tres compañeras, cuando pasé por delante de cuatro abuelillas sentadas en sillas de anea en mitad de la acera en la puerta de la casa de una de ellas. Tomando el ¿fresco? No se han perdido las viejas costumbres. Silencio absoluto, enmudecen, pues una joven con vestido largo pasa por delante (en realidad me tuve que bajar a la calzada porque la acera estaba taponada por ellas mismas). Siento cómo me contemplan, me escrutan, me estudian. Silencio total. De pronto, una exclama (no sé si plenamente consciente de que la iba a escuchar):

"Vaya tela... unas llevan unas faldas que se le ve 'to'l' culo, y esta lo lleva por los tobillos y casi se lo pisa. ¡No hay término medio! Unas tanto y otras tan poco, ¡ay, Dios!".

A diferencia del episodio del verano pasado, he de reconocer que a mí esta señora me molestó considerablemente y que mi civismo y educación (de los que está claro que ella carece), me impidieron volver sobre mis pasos y espetarle:

"Pues sí, señora, lleva usted razón, pero lo llevo tan largo para esconder un premio gordo. Es que todo tiene su utilidad y su propósito".

Pero evidentemente, eso no lo hice porque mis padres me educaron muy bien, así que como diría mi madre, el oráculo, la sabia entre las sabias: "el mejor desprecio es no hacerle aprecio".

Y es que no hay cosa que soporte más que la enfermiza tendencia de muchísimas personas a negarse a tener vida propia.
Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Here Comes the Hotstepper, de Ini Kamoze.

Silogismos

Si tenemos en cuenta que:

Daniel Day-Lewis es actor. También es pintor, escritor, hace sus pinitos en el mundo de la música... hace trabajos artísticos con sus manos.


Y si tenemos en cuenta que:

Marilyn Manson es cantante, compositor y músico. También es pintor, escritor, hace sus pinitos en el mundo del cine... hace trabajos artísticos con sus manos.



... Se puede concluir diciendo que...

Daniel Day-Lewis y Marilyn Manson son: ¡la misma persona!

Queridos lectores de mi blog, aunque parezca mentira, esto no es cosa mía.

Va por ti, Doctor Who.

Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: Era de esperar: Rock Is Dead, de Marilyn Manson.


Sinopsis: Dom Cobb (Leonardo DiCaprio) es el mejor del mundo en el arte de la "extracción", o lo que es lo mismo, apropiarse de los secretos del subconsciente humano justo en el momento en que la mente de la víctima es más vulnerable y propensa a invasión: durante el sueño. La destreza de Cobb en la extracción ha hecho de él un hombre muy codiciado en el mundo del espionaje corporativo, pero también le ha condenado a ser un fugitivo internacional, costándole todo lo que alguna vez ha querido, como no poder ver a sus dos hijos pequeños. Ahora tiene una oportunidad de redimirse y volver a tener la vida normal que anhela, pero para ello él y su equipo tendrán que realizar lo contrario a lo que hacen habitualmente, algo que, aparentemente, jamás se había llevado a cabo antes, la antítesis a la extracción: la incepción. Con la incepción, Cobb y sus colegas pretenden implantar una idea en el subconsciente en lugar de sustraerla. Sin embargo, su plan se complica cuando un peligroso enemigo parece predecir cada uno de sus movimientos... alguien frente al que sólo Cobb puede luchar.

Desde ayer tengo un gran problema, y es que no paro de tragar moscas: aún tengo la boca abierta y soy incapaz de cerrarla. ¡Qué maravilla, por Dios! Es que soy absolutamente incapaz de encontrarle nada malo a la última película de Nolan. Se me puede acusar que hablo desde la subjetividad más completa, porque todavía está por ver que Christopher Nolan haya hecho algo que no sea de mi agrado o que no haya cumplido mis expectativas. Todas, absolutamente todas las proyecciones de este director inglés se encuentran entre mis películas favoritas. Pero es que Origen es estupenda, de verdad. En realidad, no sé si sería capaz de destacar aspectos sobresalientes uno por uno, porque cuando salí del cine me dio la impresión de que son un todo. Todos los elementos se aúnan y enlazan para crear una totalidad perfectamente conjuntada y sincronizada; es como un gran puzzle en el que las piezas encajan a la perfección, sin rendijas ni espacios sin llenar.

La historia es tremendamente original: penetrar en el mundo de los sueños y manipularlos. ¿Podría haber algo más tentador? ¿Cuántas veces hemos querido deshacernos de malos sueños, prolongar los buenos o, aferrándonos a nuestro lado más enfermizamente romántico, hacer que alguien sueñe con algo o con otra(s) persona(s)? Es evidente que Nolan, tanto como director como guionista, llevó a cabo una intensa labor de documentación para retratar el mundo de los sueños en todas sus fases desde que cerramos los ojos. Original... pero también compleja. Consejo a los que vayan a verla: es necesario estar muy pendiente a la pantalla si no se quiere perder detalle de lo que se está viendo. ¿Recuerdan, lectores? Un puzzle; una pieza que se nos va y las demás ya no encajan. Y aunque a mi querido doctor Who, que tuve el honroso privilegio de que viniera conmigoa verla, le pareciera excesivamente larga (148 horas de metraje) y, por ende, se le hiciera un poco pesada, a una servidora se le hizo muy corta. Prometido. Me quedé con ganas de más, y más... mucho más.

Con respecto a las interpretaciones, TODAS son geniales. Era de esperar, por otra parte, teniendo en cuenta el pedazo de reparto con el que contamos. Leonardo Di Caprio está muy bien, en su línea actual. La verdad es que Di Caprio nunca ha sido santo de mi devoción, pero es un tío muy listo y se está forjando un carrerón nada desdeñable y completamente respetable (hoy he visto en IMDb que tiene ¡22! proyectos rondándole). Desde Revolutionary Road (Sam Mendes, 2008), me cae hasta simpático. Ken Watanabe es mención aparte; este hombre es que me encanta elevado a la milésima. Es un actor con una gran clase, un porte atractivo y una distinción a la hora de interpretar que hace que agache la cabeza en señal de sumisión cada vez que le veo. Olé, señor Watanabe. Joseph Gordon-Lewitt y Ellen Page son, como se ha dicho tantas otras veces, promesas del cine muy a tener en cuenta, no he descubierto nada nuevo. Me gustaron mucho los dos, quizá añadiendo esa nota simpática que la tensión sexual entre ambos provoca y siendo la parte sensata del equipo de Cobb. El resto del equipo lo componen Tom Hardy como el falsificador (que es capaz de adoptar la apariencia de cualquier persona en el sueño de la víctima que sea) y Dileep Rao como Yusuf (el creador de los somníferos más potentes para inducir a sueños profundos a las posibles víctimas). Buenas interpretaciones las dos, cada una en su estilo exigido por el personaje, pero el tándem perfecto para el grupo de Dom Cobb. Y Marion Cotillard... a ver, yo ayer le dije a mi querido doctor Who que de Francia sólo me gustaban dos cosas; no es cierto, me gustan tres, y una de ellas es la señorita Cotillard. Qué guapa es, leñe, y eso que soy heterosexual. Qué clase, qué elegancia, qué distinción, qué calidad a la hora de llorar... yo cuando veo a Marion llorar en pantalla se me parte el alma, porque es que me consta que llora de verdad. Me gusta mucho, sí, esta mujer me encanta, pero... su personaje está un poco como fuera de órbita; parece como si Nolan hubiese tenido que meter sí o sí el rollito romántico y la hubiese utilizado a ella. Corríjanme si me equivoco, pero pinta bien poco como medio villana... no sé, no sé. Lo que pasa es que Nolan es un tío listo (como Di Caprio), y no mete a cualquiera en su reparto, sino a Marion Cotillard. Qué grande es... El resto de secundarios, con Cillian Murphy, Pete Postlethwaite, Tom Berenger y Michael Cane no hacen sino darle distinción a un reparto de auténtico lujo, si bien es cierto que Cillian Murphy está flojito aquí (me tiene mal acostumbrada a papelones y a codearse con Ken Loach y Neil Jordan), y lo de Postlethwaite y Cane puede considerarse casi un cameo.

Los efectos son palabras aparte. Las leyes de la gravedad y de la física se ponen en entredicho continuamente en el mundo de los sueños y en pantalla de cine es hablar de palabras mayores. Me pregunto por qué en España no habrá llegado en 3D... y la banda sonora de Hans Zimmer es muy buena. Yo es que tengo una relación de amor/odio con Zimmer, pero parece que se está resarciendo y está creando partituras perfectas para las imágenes de pantalla. Nolan y Zimmer, ese otro gran tándem ya llevado a su máxima expresión con las dos partes del nuevo Batman de Christian Bale. Mi Spotify echa humno hoy con la banda sonora...

Onírica, esa es la palabra para Origen. Y sí, le viene como anillo al dedo, pero es tan magnífica que deja la sensación de haber presenciado un gran sueño.

Y doctor Who, yo le doy también un 6, ya lo sabes, pero volteado: se merece el 9. Will consequences be the same or not?
Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Evidentemente, Non, je ne regrette rien, de Edith Piaf.

Doctor Who dixit

Mañana me voy al cine a ver Origen (Inception, 2010), de Christopher Nolan. Es uno de los estrenos más esperados para casi todo el mundo, y mucho más para mí. Y digo para casi todo el mundo porque mi querido amigo Doctor Who (aunque a él le gusta que le llamen Alpha Male, cosa que no pienso hacer, porque como dice que está muy bien disfrutando de su soledad y su soltería, pues se fastidia y se queda como Doctor Who) viene a verla conmigo porque es un cinéfilo empedernido (como yo), pero no porque albergue especiales deseos de ver al último retoño que ha parido Christopher Nolan.

El caso es que mi querido Doctor Who me ha hecho un regalito. Pero de los de su estilo, que conste, o sea, destilando ironía a raudales:





A mí me ha hecho mucha gracia, la verdad. Me ha encantado. A pesar de todo...

... así que te dedico esta entrada, Doctor Who. Gracias mil por los buenos ratillos de charla que me concedes. Nos vemos mañana, ¿no?

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Esta te va a encantar, Doctor Who: Pieces of String, de Alela Diane.

Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio