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Sentido del humor


Una de las cosas más importantes en esta vida es tener sentido del humor. Y, sobre todo, cuando se vive alguna experiencia traumática de la que crees que es imposible salir. Supongo que cuando vemos que todo nos supera, armarte de paciencia y optimismo es la clave para empezar a encarrilar lo que antes contemplabas como un rumbo a la deriva sin remisión.

Mi padre es el mejor ejemplo de sentido del humor con el que me he topado.

Operado de un cáncer de colon con éxito. Sin metástasis, sin quimioterapia. Su cuerpo entero es un puro trombo. Dos en la pierna izquierda, en la vena poplítea y en la femoral. Tres en el pulmón. Está vivo, de milagro e inexplicablemente. Debe inyectarse heparina de 10000 mg durante seis meses, además de llevar dos medias compresoras desde los tobillos hasta la cintura para evitar que los trombos afecten a, por ejemplo, corazón, o que sigan subiendo hasta, Dios no lo quiera, el cerebro.

Hace un par de semanas, mi padre y yo íbamos a la ortopedia para encargar las medias compresoras. Íbamos caminando y disfrutando de un agradable paseo, sin prisas, sin pausas. Llegado el momento, teníamos que cruzar por un paso de cebra en una avenida principal de mi Úbeda de mis amores (esta ciudad es caótica en lo que a tráfico se refiere, prometido y palabra). Sucedió lo que siempre, que los coches se saltan a la torera los pasos de cebra. Mi padre, precavido como pocos, me agarró del brazo para que no cruzara hasta que la vía estuviese despejada:

PapáCatherine: ¡Shhhh, no, no, no cruces! Espérate, que hay gente que está muy loca. ¡Ja! Tendría gracia, vamos, que no me matara ni un cáncer ni un tromboembolismo pulmonar, sino un coche que me atropeyara. Y fíjate, Cathy, eso ya sería no un trombo, sino un trombazo.

Me hizo muchísima gracia. Él es único para bromear... y es el que mejor lo hace en casa. Y hace pocos días estábamos los tres (PapáCatherine, MamáCatherine y yo) viendo la tele en nuestro salón y en un canal del robo más grande de la historia, digo, de la TDT, de cuyo nombre no quiero acordarme, salió un reportaje sobre los metrosexuales. Comentario oportuno al 100% de PapáCatherine:

PapáCatherine: Metrosexuales, metrosexuales, ¡qué idiotez! Yo no soy un metrosexual, ¡yo soy un trombosexual!

Es único. Si eso no es sentido del humor, ¿qué si no?
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: The Last Laugh, de Mark Knopfler.

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