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¿Qué tal si elegimos...?

Bailaban, manos entrelazadas, romántica luz de velas (de una sólo, de hecho). Típica estampa, pero no por ello menos emocionante. Una canción muy familiar sonaba de fondo...

Él: ¡Hey! La verdad es que, si te paras a pensar, no tenemos aún una canción a la que podamos llamar "nuestra".
Ella: Mmmmmh... es verdad...
Él: Imagínate que vamos a un concurso de parejas y nos preguntan: "¿cuál es la canción favorita de tu novio/a?". A ver, ¿qué responderíamos? Porque tenemos una lista bastante larga...
Ella (sonriendo ante la dulce ocurrencia): Pues... no sé, ¿tal vez Unintended?
Él: A mí esa me gusta muchísimo... pero esta que está sonando me gusta más...
Ella: Muy bien... esta, pues.
Él: Además, esta es muy "de nosotros"; es que esa tarde en la cafetería... ¡buf!
Ella: ... totalmente...

Pacto sellado con un tierno beso en los labios. Y, de nuevo, bailaban, manos entrelazadas, al ritmo suave y clásico de la gran canción elegida.

k.d. lang & Roy Orbison - Crying from Jason Ken on Vimeo.





Catherine Heathcliff.

Mis vacaciones. Estoril, Cascais y Lisboa

Si hay algo muy bueno que puedo destacar de mi estancia en Sintra, además de lo descrito anteriormente en mis dos entradas previas a esta, es la cercanía de esta ciudad a otras importantes, tales como Estoril, Cascais y Lisboa, lugares que visitamos en menor o mayor medida durante nuestra estancia portuguesa.

Estoril. Bueno, el principal encanto de Estoril son tres cosas: sus playas, su circuito automovilístico y su gran casino. ¡La de pasta gansa que se mueve por ahí! Por lo demás, poco más. Yo le comenté a Javi que me recordaba a Mónaco, y no es porque hubiera estado allí, que no es el caso, sino por las nociones que tengo yo del principado monegasco y las impresiones que me inspira. La verdad es que Estoril es eso y nada más. Nos decepcionó un poquito, pero bueno, supongo que es porque nosotros siempre esperamos más de los lugares, que nos llenen a nivel cultural, principalmente. En cualquier caso, preciosa playa e impresionante paseo marítimo por lo laaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargo que es... ¡uf! ¿Y lo que nos reímos estando allí? Madre mía...


Cascais. Muy cerquita de Sintra, en torno a 20 o 30 minutos en coche. Es una ciudad costera próxima a Lisboa y bueno, su principal reclamo turístico son sus playas. Nosotros fuimos un par de veces, más en plan ocio que otra cosa. Hay un centro comercial (supongo que habrá más, pero nosotros fuimos a uno), llamado Cascais Shopping Center, que es ENORME. Marcas de moda, como Mango, Pull & Bear, Bershka, Oysho, Women' Secret, Stradivarius, entre otras, se encuentran allí; también ocio y tecnología, como Worten y Fnac; amplias zonas de restauración, como Pans & Company, Pizza Hutt, McDonald's, KFC, así como varios buffet libres y locales de comida típicamente portuguesa. Por haber hasta había una taberna andaluza y todo (con la carta de platos en portugués, eso sí). Y cómo no... mi Paraíso en la tierra: ¡un Starbucks! Lo mejor de ese centro comercial, además de las numerosas posibilidades que ofrece, son los aparcamientos; varias plantas con plazas cubiertas o al aire libre... vamos, que aparcar ya no es una odisea; y lo mejor: ¡gratis!

Lisboa. Decidimos parar un ratejo en Lisboa el martes, es decir, el cuarto día de nuestra escapada portuguesa, justo antes de regresar a España. La capital de Portugal es... uf, ¿ecléctica? Tiene una amplísima zona costera que es francamente preciosa, pero por lo demás... bueno, llamadme fanática si queréis, pero yo echaba de menos mi Sevilla una barbaridad cuando pasée por el centro lisboeta. Vamos, que nuestra capital hispalense no tiene nada que envidiarle. Pero bueno, supongo que, gracias al turismo, Lisboa es una capital cosmopolita y con numerosas posibilidades de ocio. Me gustó estar allí. También visitamos el barrio de Benfica, y cómo no, el súper estadio del equipo homónimo. ¡Y es que cuando se juntan dos futboleros! El bario... psé; el estadio, ¡genial! Y, como diría Porky, that's all folks! Nos lo pasamos muy bien y fue una escapada en toda regla que mereció mucho la pena. Nos quedamos con ganas de más y estamos deseando volver... ¿ventaja? Somos vecinos, portugeses y españoles. Es impresionante ver todas las cosas que nos separan, y que son muchas, pero es mucho mejor darte cuenta que esas mismas diferencias son las que nos unen. ¿Os imagináis lo mucho que nos enriqueceríamos mutuamente?




Como siempre, Javi, gracias, una y mil veces.
Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Cançao do mar, de Dulce Pontes.

Convento dos Capuchos y Palácio de Monserrate. Poco puedo decir aquí porque no pudimos vistarlo, tan sólo por fuera y en coche por los senderos de alrededor. Y es que Sintra en cuatro días... como que no. Aún así, nos damos por más que satisfechos, porque la visita nos cundió, y mucho. En cualquier caso, volveremos, de eso estamos seguros, así que, antes que nada, dos paradas obligadas.

Museo do brinquedo y Museo/Parque Teixeira. Si algún ávido lector de este, mi humilde blog, es aficionado a los museos, en Sintra puede disfrutar de, al menos, dos. Uno es, cuanto menos, curioso: el museo del juguete. No llegamos a entrar porque, la verdad sea dicha, tampoco es que nos llamara poderosísimamente la atención. Pero sí que es verdad que a mí particularmente me queda un poquito de curiosidad. Con respecto al Museo/Parque Teixeira, he de decir que nos topamos por casualidad. Teixeira fue un escultor natural de Sintra, y lo cierto es que la ciudad está orgullosísima de su hijo artista. El museo está justo en un parque que me impresionó gratamente y tras él, un paseo larguísimo con importantes obras escultóricas del propio Teixeira y de otros artistas portugueses la mar de innovadores y vanguardistas. A mí me gustó mucho, la verdad, a pesar de que nuestra estancia en esa zona fue breve.



Ocio en Sintra. Bueno, la verdad es que Sintra es una ciudad, principalmente, monumental y de naturaleza. Que nadie vaya esperando encontrarse la juerga del siglo, porque no es así; los que allí vamos sabemos que intentamos estar tranquilitos y haciendo turismo 100%. Sintra tiene muchísima vida durante el día, con multitud de turistas de todas partes pululando por ahí. Pero de noche... la ciudad duerme. Y a mí me parece estupendo, que uno sabe a lo que va, y si no, pues que no vaya, que en Ibiza dicen que hay mucho desfase y parece ser que están los vuelos baratos. Pues hala. Javi y yo nos "enamoramos" de una pequeña cafetería en una de las callejuelas del corazón de Sintra: la Pastelaria Vila Velha. Tres días que pisamos Sintra, tres tardes que fuimos. ¡Qué bien se estaba allí y qué bien nos trataban! Y es que yo me enamoré de esa diminuta cafetería el primer día: café con leche, justo, justo, justo en la medida en que a mí me gusta, es decir, a caballo entre el café con leche y la leche manchada (parece una tontería, pero no lo es; no todo el mundo sabe darle ese punto), y lo mejor, los dos sobres de azúcar sin que yo los pidiera (yo no soy muy "dulcera", que digamos, pero lo único que sí que quiero que esté dulce es el café, por eso siempre pido dos sobrecitos). Parece un detalle tonto, pero no lo es; a mí eso me conquistó. Y sobre todo, los pastelitos de Belem... ¡la primera vez que los probé! Están riquísimos.... gracias otra vez, Javi, pues tú "me presentaste" ese rico y dulce manjar.




¿Y si hablamos de las queijadas? En realidad, estaban ricas, pero son un robo a mano armada. Son como mazapancillos, muy pequeñitos, y te los venden a casi ¡seis euros! en un tubito. Eso sí, muy bien envuelto. Pero no, queridos portugueses, ahí se quedan, que con los pastelitos de Belem ya rompisteis el molde. He dicho. Y es que Javi y yo regresamos a España con tres bandejas de pastelitos de Belem con seis cada una, más otra con cuatro para el camino. ¡Es que son cinco horas de coche y hay que entretenerse!

Sobre la comida... buf, bueno, a ver, ¿por dónde empiezo? El primer día que llegamos, es decir, el sábado, comimos en el hotel. Pero no en el restaurante, no, no, sino en la habitación; para poder ahorrar un poquito, nos llevamos desde España una nevera portátil con comida de casa: "papas aliñás" (muy sevillano) y filetes de pollo empanados. Todo por cortesía de MamáCatherineHeathcliff; eso sí, con muuuuuuuuuucha frutita por ahí, fresquita y recién compradita, cortesía de Javi, que añadió al paquete unos frutitos secos variados para los cuatro días que nos esperaban. Toma ya. El domingo comimos en el Café da Vilha, justo en el centro de Sintra. Mmmmmh... a ver, se come bien, pero madre mía, qué antipatía en el servicio. A ver, que yo no espero que me canten un fado, pero sí que es verdad que un mal servicio desluce un poquito. Nada, no volvimos... y tampoco es que fuera muy barato que digamos.

Lo mejor de la estancia. Sintra, en general, monumentos y paisajes incluidos; es una verdadera maravilla, por más que me esfuerce, no hay palabras, id sin dudarlo. La Pastelaria Vila Velha. Las casi 600 fotos que tomamos. El hotel, estupendo, de verdad que sí, relación calidad-precio muy buena. Hablé muchísimo en inglés, conocimos a muchos turistas de muuuuuuuuuuuuuuuuuchas partes del mundo. La cercanía de Sintra con Lisboa, Cascais y Estoril. Lo muchísimo que nos reimos y disfrutamos de todo y, mutuamente, de nosotros dos. Y por supuesto, la compañía; inmejorable y lo más importante para mí.

Lo peor de la estancia. El clima; pasamos mucho frío y mucha humedad (había alerta amarilla por vientos en Portugal). Portugal, en líneas generales, es un país caro... ¿o quizá sólo Sintra por ser turística? La gente, aún a riesgo de generalizar terriblemente (pido disculpas por ello): no nos topamos con mucha amabilidad, que digamos (tan sólo en "nuestra" cafetería).

Continuará...

Gracias otra vez, Javi; sin ti, nada de esto habría sido posible.

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Don't Stop Me Now, de Queen (The Platinum Collection).

Este verano va a suponer el principio y el fin de muchas cosas. Es el principio de comenzar a disfrutar de unas vacaciones de verdad, más que merecidas y, sobre todo, muy anheladas; el año pasado por estas fechas me pasé enteramente todo el verano en hospitales y a caballo entre Sevilla, Úbeda y Jaén, y antes de que me quisiera dar cuenta, llegó el 1 de septiembre y tuve que volver a trabajar; es evidente, pues, que no he descansado mucho que digamos. Así que me propuse que, si todo va bien, este año haría escapaditas varias y disfrutaría de lo que fuera surgiendo. Pero, como bien digo, es el fin de muchas cosas; o tal vez, la expresión adecuada sea la antesala del fin, porque en septiembre comienza otra nueva fase en mi vida a nivel laboral... incertidumbres miles, así que procuro asentarme en la comodidad del día a día, y lo demás supongo que irá llegando solo.

Tal día como hoy, hace una semana, estaba yo camino de Portugal, escuchando una música estupenda, selección de nuestra propia cosecha. ¡Qué grande es el Big Pen, que alberga nuestros anhelos musicales! A nivel general, el balance de este viaje ha sido francamente positivo, una experiencia inolvidable. Así que, para mis escasos, pero muy apreciados lectores, haré un balance por puntos de esta estancia tan deseada y tan disfrutada:

Tiempo de duración de nuestra estancia y alojamiento. Planeamos el viaje para cuatro días y tres noches, de sábado a martes. Nos alojamos en el Hotel Ibis Lisboa-Sintra. Una buena oferta fue la que encontramos: tres noches por 49 euros cada una para los dos. Eso quiere decir que nos salía a 24.5 euros cada uno por noche. A mí me pareció muy barato. El hotel es de dos estrellas, es pequeñito, pero muy confortable, una cama doble comodísima y, sobre todo, muy limpio. El servicio y el trato es exquisito y tienes la posibilidad de desayunar en buffet libre por 6 euros por persona. A mi juicio, es carillo, pero eso sí, puedes comer todo lo que quieras y, por supuesto, repetir. ¿Problema? La ubicación del hotel; nos costó encontrarlo y nos perdimos ¡tres veces! Ni gps ni narices, el hotel estaba en una especie de Triángulo de las Bermudas, o qué sé yo. Y es que el hotel está en un polígono industrial entre Lisboa y Sintra, así que bueno, se ve que la sapiencia del gps no llega allí... en fin, llegamos al final, que es lo importante.

Sintra. Nuestro hotel estaba como a nueve kilómetros más o menos de Sintra. ¡Una maravilla! En serio, recomiendo esta pequeña ciudad portuguesa a todo el mundo. Era como entrar en Inglaterra, aún sin estarlo. Y es que el encanto victoriano de las construcciones, lo rocoso y verde del paisaje, así como el terrible clima de niebla y humedad perennes, recuerda más a Yorkshire que a un país mediterráneo. La verdad es que Javi y yo llegamos a la conclusión de que, muy probablemente, Sintra estaba en medio de una especie de microclima autóctono, porque, a pesar de su cercanía con Lisboa (unos 15-20 minutos en coche), hacía un frío de tres mil pares, mientras que en la capital lucía un sol espléndido. Y es que Sintra está altito, para qué nos vamos a engañar...

Sintra y sus palacios y castillos. ¡Qué maravilla! De verdad, cualquier adjetivo que se emplee para describir lo que vimos se quedaría corto. Sintra no sólo es patrimonio de la humanidad por sus monumentos, sino también por ser reserva natural combinada a la perfección con sus construcciones. Y es que hacer turismo arquitectónico no tiene precio si además va a compañado de unas vistas de la naturaleza inmejorables.

Palácio Nacional. El Palácio Nacional está justo en el centro de Sintra, en la Plaça da Republica. Es de estilo manuelino en su mayor parte y es famoso por sus dos grandísimas chimeneas, que salen justo, justo, justo de las cocinas reales. Concebido como residencia veraniega para los monarcas y resto de la familia real, destaca por sus grandes salones decorados con la típica cerámica de la región, y sobre todo, por lo ya mencionado anteriormente: su cocina y sus dos descomunales chimeneas. Impone verlas desde fuera, pero es que ya desde dentro mirando hacia arriba es el no va más. La entrada al palacio fue gratuita para nosotros, ya no sé si por el día en el que fuimos (domingo) o porque en general es así. En cualquier caso, lectores, vayan en domingo, para más seguridad.

Quinta da Regaleira. Sin duda, el palacio que más disfruté. Está dentro de una finca, que destaca por sus enormes jardines con especies vegetales provenientes de todo el mundo. Pero lo más bonito de esta finca, además de sus dimensiones, es el entorno; aprovechando lo rocoso del paisaje, algunas construcciones de la finca están hechas a partir de cuevas bajo tierra y aguas subterráneas. Vamos, más parecido a las cuevas de Nerja que a otra cosa. A prueba de claustrofóbicos... como yo. A pesar de todo ello, se convirtió en mi entorno favorito mientras lo visité. La entrada es de 6 euros por persona (caro... porque nosotros éramos dos), pero bueno, creedme que, una vez que ves todo esto, se te olvida el continuo sablazo a la cuenta corriente.

Palácio da Pena. El precio de la entrada es de 12 euros por persona (¡carísimo! Pero, en serio, merece muy mucho la pena). ¿Es Portugal o quizá se trate de Escocia? Una fantasía hecha realidad. Quizá se trate del palacio más emblemático de Sintra y el que más se utiliza a nivel turístico para promoción de la ciudad. Y es que es un palacio de cuento de hadas, enteramente y literalmente. ¿A cuál me refiero? Al de La Bella y la Bestia, por supuesto. Almenas por doquier, puentes levadizos, cúpulas, escaleras de caracol... un sueño hecho realidad. Lo que más me gustó fue el entorno del mismo: una auténtica reserva natural y una prueba de senderismo. Lo cierto es que es imposible quedarse con una sóla estampa fotográfica tomada, porque el palacio es un todo: arquitectura y naturaleza. De todos modos, voy a poner dos fotos. Una es la vista general del palacio, muy típica. La otra es del Tritón que está grabado en la fachada principal. ¡Genial! ¿A qué recuerda un poquito a El laberinto del Fauno?


Castelo dos Mouros.
No sé, no comment. No llegamos a subir, simplemente, lo vimos a distancia. Dificultades técnicas en la subid, cuando lo intentamos. Pero, en cualquier caso, las vistas hacia el castillo son inmejorables. Además, es vigía perenne de los devenires seculares de Sintra. Coloco una foto: desde el Palácio da Pena.

Continuará...

Gracias, Javi, por haber compartido estos días conmigo.

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Tripping, de Robbie Williams.

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