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Envidia



Envidia. (Del latín invidia). f. Tristeza o pesar del bien ajeno. 2. Emulación, deseo de algo que no se posee. "Comerse alguien de --". fr. coloq. . Estar enteramente poseído de ella.


Qué mala es la envidia, suelen decir. Es que es verdad. Como de costumbre, para encontrar verdades universales, no tenemos más que recurrir al refranero popular.




Porque la envidia es francamente mala. Y resulta bastante triste decir que es muy humano el sentir envidia. Yo me río cuando escucho a alguien decir: "pues a mí no me da envida...", o: "pues yo no he sentido envidia nunca, yo estoy contenta de cómo soy y de lo que soy". Mentira cochina. Lo siento, pero no me lo creo, precisamente por eso, porque todos somos humanos, y el sentir envidia es lo más natural del mundo. Eso es lo que nos hace humanos.




Claro que, como humanos que somos, estos sentimientos tan instintivos, tan primitivos, pueden ser extremos y, en consecuencia, causar dolor ajeno. Porque hay dos tipos de envida.




Primero está la envidia que todos sentimos, pero que nos guardamos en nuestro interior con una sonrisa forzada -comúnmente denominada como falsedad-; esta envidia es muy común, y sí, tristemente, se camufla en falsedad e hipocresía, pero, pensándolo fríamente, ¿quién es víctima de esa envidia? Nosotros mismos, ni más ni menos; al callárnosla para nosotros, bien para no causar daño, o bien para no quedar como un auténtico envidioso -que es lo que somos- sólo nos lastimamos a nosotros mismos.




Pero ah, amigos, luego está la otra envidia, esa que puebla por doquier tristemente cada vez más a los seres humanos, esa que como un mal se aferra al corazón de las personas. Es esa envidia que hace realmente daño, esa envidia de la que ni siquiera somos conscientes de despertar. Normalmente, viene camuflada de un rechazo fortuito, violento y dañino; ¿por qué las personas, de repente y sin motivo aparente, empiezan a cambiar para con nosotros? Posiblemente, por envidia. Pero, ¿cómo es posible, si no lo demuestra? Ay, ignorante, pobre de tí; te crees que no la demuestran, pero ante el rechazo constante, recalcitrante y sangrante hacia tí o hacia cualquier cosa de tu inmediato alrededor, sempiternas críticas, ándate con ojo. Es muy probable que esa persona intente demostrar justamente lo contrario como mecanismo de defensa, pero es ahí donde, precisamente, subyace el patetismo de esa persona.




Todos, y repito, todos sentimos envidia, o la hemos experimentado alguna vez. Pero, como bien digo, hay dos tipos de diferentes de envidia, y esa diferencia es la que nos hace, precisamente, un poquito más mejor persona. Ahí radica la distinción.




No podemos evitar sentir envidia; neither do I; somos humanos. Pero también tenemos capacidad de raciocinio para llegar a la siguiente conclusión, simple y llana: que no merece la pena sentirla.




"La envidia es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros". Diógenes Laercio, historiador griego.








Catherine Heathcliff.






Lo que estoy escuchando: Envidia, de José Feliciano.

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