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Australia (2008), de Baz Luhrmann

30 de diciembre de 2008. Hora: 12.45. Suena The Scientist, de Coldplay, mi tono para llamadas entrantes en mi Nokia 7373. Me están llamando. Es J. M..

Catherine Heathcliff: ¡Hola!
J. M.: Muy buenas, señorita. ¡Que andas muy perdida!
Catherine Heathcliff: Sí, bueno... qué va, hombre.
J. M.: ¿Qué tal? ¿Cómo estás, muchacha?
Catherine Heathcliff: Bien, bien, estoy bien; ¿y tú?
J. M.: Bien... muy liado estos días. ¿Y las Navidades?
Catherine Heathcliff: Bien... tranquilitas, que no es poco.
J. M.: Te llamé ayer...
Catherine Heathcliff: Sí, lo vi, pero no te pude coger la llamada; estaba en el cine.
J. M.: Ah... ¿y qué viste?
Catherine Heathcliff: Pues ví un rollo como una casa, eso es lo que ví.
J. M.: ¿Sí? ¿El qué?
Catherine Heathcliff: Australia.
J. M.: ¿En serio? Oye, pues a mí me han dicho que está genial.
Catherine Heathcliff: Pues te han engañado... y a mí me han timado.
J. M.: ...




Pues sí, eso es lo que vi ayer. Desperdicié 165 minutos de mi vida viendo la última película de Baz Luhrmann, y la verdad, no consigo quitarme de encima la desagradable sensación de que me han timado. Luhrmann, Kidman, Jackman, los canguros... todos se están riendo de mí ahora mismo. Pero riéndose con ganas. Tendría que haber ido a verla el 28 de diciembre, no el 30; hubiese sido una gran inocentada.

Lady Sarah Ashley (Nicole Kidman) es una adinerada inglesa que emprende viaje hacia Australia para controlar el rancho propiedad de su marido. Cuando llega al inhóspito continente, se encuentra con su marido asesinado, un rancho, Faraway Downs, en ruina absoluta, y los ambiciosos y despiadados comerciantes de ganado robándole sus mejores reses. Por si esto fuera poco, los rancheros que trabajan en su propiedad son rudos y curtidos, sobre todo, Drover (Hugh Jackman) con el que mantendrá una relación de odio... y de amor apasionado. Por si las complicaciones de Sarah fueran pocas, la Segunda Guerra Mundial llega a Australia y amenaza con destruir la idílica vida que había creado...

Aunque las interpretaciones son correctas -nada nuevo, pues Kidman y Jackman son actores con gran talento, y no era menos lo que se podría esperar de ellos- y los paisajes son impresionantes, mostrándonos lo desconocido y fascinante que es ese continente, la película supuso una de mis grandes decepciones, a nivel cinematográfico, de este año. La esperaba con ganas, pues este género siempre ha suscitado mi curioso e inquieto interés, pero el resultado fue poco menos que desastroso. Y eso no debería sorprenderme, pues Baz Luhrmann jamás ha sido santo de mi devoción. Nunca. Jamás. Y sé que Ayrim me matará tras leer esto... aunque creo que ya lo sabe, y sigo viva. Tras la desastrosa experiencia que para mí supuso ver Romeo + Julieta (Romeo + Juliet, 1996) o Moulin Rouge (2001), en la que un guión paupérrimo aparece enmascarado por una banda sonora impresionante, no debería sorprenderme el hecho de que Australia no me gustara, pero, sinceramente, pensé que Luhrmann se había resarcido; y lo hizo, pero a peor.

Australia es un intento vano y pretencioso de emular las grandes historias románticas épicas, como Lo que el viento se llevó. Obviamente, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia; no se puede resucitar un género intentando mezclar la comedia con el drama por doquier y sin orden ni concierto. Es más, no se puede resucitar un género del que prácticamente se ha dicho todo ya... Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, 1939) y Memorias de África (Out of Africa, 1985) son pesos pesados, querido Baz. Ni Nicole Kidman es Vivien Leigh, ni Hugh Jackman es Clark Gable. No obstante, si lo que se pretendía era homenajear a las grandes películas del género, se podía haber hecho en menos tiempo y sin menos extravagancia. Que a la película le sobra una hora larga, no es ningún secreto, y que el señor Luhrmann es un megalómano de cuidado, tampoco nos pilla de sorpresa; lo peor de este hombre es que su ego desmedido le lleva a autoproclamarse en un nuevo creador de obras maestras que se quedan en obrillas, rayando el blockbuster, y que aburren hasta la saciedad.

En lo que se refiere al contenido político de la misma... es peliagudo. No soy una experta en la materia en lo que a la Generación robada se refiere, pero sí que la he estudiado durante mi primer año de doctorado; sí considero, empero, estar en lo cierto al decir que Australia no conmueve al espectador ante esa tragedia. Si queremos realmente ver un ejemplo de lo que supuso el atroz fenómeno de lo que se denomina como Generación robada, recomiendo encarecidamente una película para la gran mayoría desconocida: Valla a prueba de conejos (Rabbit-proof Fence, 2002); si alguien, después de leer esto, se decide a verla que se prepare, pues verá que hay demasiadas cosas que se nos escapan, y ante las que cerramos los ojos.

Sobre los aborígenes... quizá eso sea en lo único en lo que Australia consiguió conmoverme, pues la sabiduría de un pueblo ha quedado recluida y olvidada en reservas, como ocurre con los nativos americanos en Estados Unidos. Ellos son los únicos dueños de esas tierras, y los rostros pálidos se las hemos quitado. Tiembla el suelo bajo mis pies cada vez que pienso en eso, y es que la realidad es dolorosamente cruel. Recomiendo, pues, un libro escrito por una aborigen, por una mestiza, como el pequeño Nullah de Australia; el libro en cuestión se titula My Place, y su autora es Sally Morgan. Es una delicia de libro, y realmente ayuda a entender cuánto nos queda por aprender de quienes humillamos y despreciamos.


Catherine Heathcliff.


Lo que estoy escuchando: Concierto de clarinete KV 622, Adagio, de W. A. Mozart.

2 Comments:

  1. Ayrim said...
    Tu amigo J.M, se quedaría a cuadros...jajaja.

    Te han timado hasta los canguros xDD. Coincido contigo plenamente, pero he de rebatirte que "Moulin Rouge" es una obra de arte en sí misma. Todo sea por ese genial personaje que interpreta Ewan McGregor.

    Lo que más mola de "Australia" es el culo del indigena, habrá que reconocerlo.

    Buena crítica!
    Catherine Heathcliff said...
    ¿En serio?

    Yo pensaba que lo que más te había gustado de la peli fue la escena en la que Hugh Jackman está duchándose...

    :p

    Besos,

    Catherine Heathcliff.

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