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Reflexiones docentes


Ayer salí con mi amiga Patri. Estuvimos de cena, copitas... en fin, lo típico de un sábado por la noche, sólo que la buena compañía lo hace diferente. Cuando regresábamos para nuestras respectivas casas, hablábamos de lo que comentamos siempre, es decir, pormenores laborales. Es lo que tiene dedicarnos a la misma profesión.

Ser docente, al contrario que los manidos típicos tópicos, es algo muy difícil, y teniendo las dos 27 y 26 años respectivamente, nos volcamos al 200% en nuestra labor. Es descorazonador ver cómo están las cosas, pero lo es mucho más comprobar que, en esta profesión, supongo que como en muchas otras, hay gente que sólo buscan el sueldo fijo a final de mes y otros, como nosotras, que verdaderamente estamos en esto de la enseñanza por una vocación inmensa. Por eso no nos importa llevarnos infinidad de trabajo a casa, estar hasta las tantas corrigiendo exámenes o preparando clases, no nos asusta innovar, aunque eso conlleve horas de maduración, nos gusta citar a padres con mucha frecuencia y mantenerles al tanto siempre... en fin, ese tipo de cosas que hace que tus alumnos pasen a ser "tus niños" y que no te importe madrugar para entrar a las ocho de la mañana con un pedazo sonrisa de oreja a oreja, aunque lleves los ojos medio cerrados todavía y las marcas de la almohada surcando tu rostro.

Y de todas estas reflexiones, me quedo con la que dijo mi amiga: hay veces que no somos conscientes de la importante labor que ejercemos los docentes; estamos formando a nuestro futuro, a los jóvenes que el día de mañana nos gobernarán o tomarán las riendas de este país. Estamos formando a los españoles del mañana, a nuestra sociedad futura.

Y cuando Patri dijo eso, yo me quedé muy callada, porque es cierto; y recordé en décimas de segundo a todos los profesores que yo tuve durante mi etapa escolar. Tal vez, si soy lo que soy ahora mismo, con mis defectos, con mis virtudes, es, además de otros muchos factores, porque esos profesores, tantos que pasaron ante mi vista, dejaron su impronta en mí, en nosotras: la juventud del presente de este país.

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Details in the Fabric, de Jason Mraz y James Morrison (We Sing, We Dance, We Steal Things).

2 Comments:

  1. Eugenio M. Olivares-Merino said...
    Llevas mucha razón. La vocación docente (porque hay que tener vocación para dedicarse a esto con la que está cayendo) es una vocación de servicio a la sociedad. No da lo mismo enseñar las cosas bien, que regular, o no enseñarlas en absoluto. Pero además, tienes también razón cuando hablas de tus "niños"; un viejo maestro decía que para enseñar a Juanito, hay que quererlo primero.
    Una cosa más: no sólo enseñamos con lo que transmitimos con nuestro saber, sino con nuestro ejemplo.
    Un abrazo
    Catherine Heathcliff said...
    Muchas gracias, Eugenio, por tu bonito comentario. Es, sin duda, de los mejores que me han dejado en este blog desde que lo abrí hace ya tiempecillo, te lo aseguro.

    Porque me quedo, sin duda, con eso que decía ese viejo maestro de querer primero para después enseñar. Y sobre todo, con tu frase final:

    "No sólo enseñamos con lo que transmitimos, sino con nuestro ejemplo".

    Mi frase del día.

    Y mucho más valoro tu comentario teniendo en cuenta que tú también fuiste mi profesor, y como tal, dejaste tu impronta en mí.

    Otro abrazo para ti.

    Catherine Heathcliff.

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