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Una de series: 'House'

¡Advertencia!: Puede contener spoilers.


House.

Supongo que, a estas alturas, no hay nada nuevo que contar acerca del doctor Gregory House. ¿Quién no ha visto alguna vez aunque sea algún capítulo de esta serie de gran calidad? Muy pocos responderían negativamente, y es que esta serie, a lo largo de sus cuatro temporadas, ha cautivado a gran parte de la audiencia de, me atrevería a decir, medio mundo. En España, actualmente, la serie la emiten Cuatro y FOX.

Personalmente, empecé a aficionarme a House al principio de la tercera temporada. Lo sé, imperdonable, pero en mi defensa he de alegar que, gracias a las redifusiones de la televisión por cable, he visto las dos temporadas anteriores al completo. Para mí, la mejor fue la tercera, pero eso es sólo opinión personal, pues la serie es genial de principio a fin. Recién concluida la cuarta temporada, llevaba notando a lo largo de los capítulos, a título personal, un desgaste innegable en el argumento. Pero es cierto que Gregory House (un Hugh Laurie magistral) está ahí para demostrar que él solito es la serie.

La serie nos cuenta la historia del doctor Gregory House y su labor como jefe de diagnóstico en el hospital universitario Princeton-Plainsboro de Nueva Jersey. Junto a él, nos encontramos con los doctores Eric Foreman, Allison Cameron y Robert Chase, éstos últimos también unidos sentimentalmente (en la ficción y en la realidad), que son los que forman su equipo, y obedecen sus órdenes (no olvidemos que House es el jefe de diagnóstico). Juntos resuelven los casos medicinales más curiosos, extraños y difíciles, casi siempre con éxito. Hasta aquí, todo bien, todo correcto. Una serie de médicos más, del montón, ¿no? Bueno, en realidad, con House nada es normal ni nada es del montón. El doctor House es petulante, engreído, grosero, borde, se salta las reglas, martiriza a pacientes, familiares y a sus propios compañeros, no tiene corazón ni compasión; en resumidas cuentas, es un auténtico mal nacido, o como le dijeron una vez Foreman y Cameron, es un auténtico "cabrón". Y la verdad, lo es, y eso nos encanta. Hace lo que quiere en todo momento, sin importarle las consecuencias. Los únicos que pueden "doblegarlo", aunque nunca del todo, son la doctora Lisa Cuddy, directora del hospital, y el doctor James Wilson, un excelente oncólogo del que podríamos decir que es el mejor amigo de House, si es que eso es posible para un ser humano normal y corriente. Y hay más que decir de House: es adicto a la vicodina, una droga que él usa bajo prescripción médica (muchas veces fraudulenta) para poder calmarse los terribles dolores que sufre en su pierna derecha. Según tengo entendido, y corríjanme si me equivoco, el motivo de tales dolores se debe a un infarto muscular que nuestro doctor favorito sufrió, que le llevó a la amputación de gran parte de tejido muscular y de terminaciones nerviosas. Las consecuencias son de sobra conocidas: cojera permanente, dolores insufribles, vidodina a todas horas y a palo seco, y una mala leche sin piedad hacia sus semejantes. Pero es el mejor; su calidad y precisión en sus diagnósticos no tiene precedentes, y por ello, todos, desde Cuddy hasta la más sencilla enfermera se doblegan ante sus excentricidades. House es el mejor.

A lo largo de tres temporadas hemos asistido a muchísimos diagnósticos, y a muchísima tensión y espera. La tercera temporada acabó con un House completamente solo: Foreman dimitió al fallar en un diagnóstico y no poder evitar la muerte de su paciente; según él, se estaba convirtiendo en House, y eso era lo último que quería; por eso, cesó voluntariamente de su cargo. Chase fue despedido por House, y Cameron dimitió también de su puesto. Pues eso, completamente solo, y así fue cómo titularon el primer capítulo de la cuarta temporada, "Alone", solo, pues nos encontramos con un House obligado a buscar tres colaboradores para formar su marchito equipo. A partir de aquí, y a lo largo de varios capítulos, se nos presenta a un House en la misma línea de prepotencia que va excluyendo capítulo a capítulo a candidatos que, según su criterio, no son válidos ni apropiados para formar parte de su equipo. De todos los que fueron quedando, destacar a esa candidata que se hacía llamar "13", enigmática donde las haya, sensible y dolida por un fallo que cometió con un paciente y su perro en un capítulo al principio de la temporada (un capítulo que aún hoy cuando lo recuerdo hace que las lágrimas asomen por mis ojos, pues me pareció de lo mejor que he visto en esta serie, junto con el momento en un capítulo de la tercera temporada en el que un bebé de seis meses, dentro del vientre de su madre, agarró el dedo índice de House en mitad de una operación en la que la madre de la criatura tenía el vientre abierto); no obstante, creo que la mayor parta de la audiencia nos quedamos con Amber, o como House diría, "zorra implacable"; en un principio, me hacía reír escuchar a House decir esa lindeza. Pronto veríamos que Amber era algo más, y en los dos últimos capítulos finales el enigma entre House y Amber pareció haberse esclarecido. En lo que se refiere a Foreman, volvió al hospital, pues ningún otro hospital quiso contratarlo por varios motivos, entre los que destaca el haber trabajado con House durante muchos años, hecho que es tomado más como un hándicap que como una ventaja; de nuevo con él, digamos que es como el "segundo" del gran doctor; Chase y Cameron también han vuelto, pero no trabajan con House... al menos, no directamente.

En mi opinión, la cuarta temporada me despertó menos interés que las anteriores. Por supuesto, la ha seguido, pero la sensación es distinta cuando la veo; probablemente sea porque los nuevos personajes se me antojaban extraños, y no lograba acostumbrarme. O quizás también sea por lo que he citado líneas arriba, por el consabido desgaste que, inevitablemente, arrastraba la serie. Optaron por un cambio de imagen que, por lo que he leído, no satisface a los acérrimos seguidores de la serie. Pero, como a todo en la vida, hubo que darle tiempo, y confiar en una calidad que es innegable, ya que tanto la audiencia, como la crítica, así como la ingente cantidad de premios que esta serie ha recibido, así lo avalan. Y la espera mereció la pena; los dos últimos capítulos de la cuarta temporada así lo demuestran, y personalmente y a título personal, se encuentran entre los mejores emitidos a lo largo de la historia de la serie.

No me queda más que añadir un gran "ole" a todo el reparto al completo, aunque eso ya es algo sabido de las series americanas: la calidad desde el más ínfimo detalle. Pero sobre todo a ese gran Hugh Laurie, ese actor inglés que tan bien eimita el acento yankee; con este personaje no ha hecho más que confirmar su gran valía, tanto en televisión, como en teatro o en cine, con más de veinte años de experiencia. Con House, Hugh Laurie pasó de ser esa cara familiar en miles de películas, que uno sabía ubicar, aunque no sabía darle nombre proìo, a ser conocido mundialmente como ese doctor tan irónico adicto a la vicodina. Muchos dicen que Gregory House está hecho a medida para Hugh Laurie, pero yo creo que House no existiría sin Hugh Laurie: no es House el que ha moldeado a Laurie a una serie, sino Laurie el que ha hecho de House y de la serie en sí la gran maravilla que es; sin Laurie no habría House, pues nadie más podría igualar lo que este actor inglés hace en nuestras pantallas cada semana.

La quinta temporada ya arranca motores en Estados Unidos... su llegada a las tierras españolas está cada día más próxima, y nosotros, sus seguidores, esperamos con paciencia ese momento.


Catherine Heathcliff.



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