Es fácil sentir que, a veces, en nuestra vida, estamos al borde de un precipicio, listos para saltar. Sabemos hacerlo, queremos, y lo que es mejor, conocemos a la perfección cómo preparar nuestro cuerpo para recibir el impacto sin lastimarnos. Al fin y al cabo, ahí abajo nos espera la felicidad y la sonrisa perenne.
Pero, ¿qué nos detiene? ¿Qué me detiene?
El temor a equivocarme me tiene anclada al rocoso suelo, sujeta firmemente, y cualquier intento de moverme resulta infructuoso.
¿Qué debo hacer para liberarme?
A lo mejor la clave está en seguir contemplando el fondo y valorar la magnitud del salto. Y no saltar, no saltar, no saltar... aunque sepa que no me va a lastimar. O saltar, saltar, saltar... aunque sepa que me estoy equivocando...
... o no.
Pero, ¿qué nos detiene? ¿Qué me detiene?
El temor a equivocarme me tiene anclada al rocoso suelo, sujeta firmemente, y cualquier intento de moverme resulta infructuoso.
¿Qué debo hacer para liberarme?
A lo mejor la clave está en seguir contemplando el fondo y valorar la magnitud del salto. Y no saltar, no saltar, no saltar... aunque sepa que no me va a lastimar. O saltar, saltar, saltar... aunque sepa que me estoy equivocando...
... o no.
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: Playing with Fire, de Brandon Flowers (Flamingo).
Etiquetas: Íntimo y personal
1 Comment:
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- Catherine Heathcliff said...
18 de noviembre de 2010, 15:18Fíjate, ya me he decidido: no salto, y lo que es mejor, me alegro de ello.
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