Blogger Template by Blogcrowds.

Caramelos altruistas


Martes, quinta hora de la mañana. Tenía guardia, así que fui a sustituir a una clase de segundo de secundaria. Aunque yo sea profesora de primero, conozco a la gran mayoría de alumnos de los cuatro niveles de secundaria, así que no me importa entrar en una clase que no es "la mía", pues no me siento "extraña" entre los alumnos. No había deberes programados, así que les dejé la hora de asueto, dentro de un moderado clima distendido. A la media hora más o menos de estar en el aula, se acerca a la mesa del profesor, donde yo estaba corrigiendo unos exámenes, un alumno para hablar conmigo, muy enigmático.

AlumnoCathy: Señorita, tenga: un caramelo de banana.
CatherineHeathcliff, mirándolo con cara de escepticismo y con una sonrisa de medio lado: ¿Altruista?
AlumnoCathy, con cara de desconcierto y de no saber qué estaba pasando: No, no, no, señorita. De banana.

Y yo lanzo una pregunta al aire: ¿qué hacer cuando se te plantea una situación semejante? ¿Te ríes o le intentas explicar a esa criatura que no hay caramelos de sabor altruista? ¿Acaso el altruismo es un sabor? ¿Debería el profesor (yo, en este caso) replantearse su vocabulario y su forma de hablar ante situaciones coloquiales con un alumno? ¿O es que acaso yo he estado dormida durante 25 años y he abierto mis ojos a la luz a un nuevo idioma español, o quizá me quedé anclada en el siglo XIX y hablo como Mariano José de Larra? El viernes pasado fui al cine a ver La herencia Valdemar (José Luis Alemán, 2010), y desde entonces yo no duermo tranquila, pues mi piso me parece más grande, más oscuro y más frío que nunca, y ahora vivir sola se está convirtiendo en un pavoroso gran problema (y mi largo y lúgubre pasillo aún más), pero es que creo que debería darme más miedo pensar en caramelos altruistas que en un espíritu maligno caníbal poseyendo a un cadáver putrefacto andante (los que han visto la película sabrán de lo que estoy hablando).

O peor aún: ¡un espíritu maligno poseyendo un cadáver andante y con caramelos de banana altruistas en las manos!

De todos modos, será mejor olvidar la anécdota lingüística y semántica. El alumno tuvo un detalle hacia mí, así que por eso le sonreí, cogí el caramelo y guardé silencio tras decir "muchísimas gracias". Yo les recuerdo siempre a mis alumnos lo importante que es leer, culturizarse por placer; tristemente, no suelen hacerme mucho caso en esto, y bueno, a pesar de lo divertido de la situación vivida, no deja de ser bastante desalentador.
Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: I Want Candy, de Aaron Carter.

2 Comments:

  1. Luciana said...
    Lamentablemente, es algo cada vez más común. A veces me siento un diccionario parlante, buscando sinónimos para que mis alumnos entiendan lo que digo.
    Ejemplo, tengo dos alumnas que se llaman Brisa. Cuando en Ciencias Naturales salió un tema donde nombrábamos la brisa, tuve que explicarles qué era porque ellos creían que era un nombre de persona.
    Catherine Heathcliff said...
    Querida Luciana:

    La verdad es que sí. Pero qué le vamos a hacer, nuestra labor como docentes nos lleva a intentar inculcarles lo mejor de nosotros, y además de vocación, como es tu caso y el mío. Disfrutamos haciendo nuestro trabajo, pero a la par nos entristece ver que hay alumnos que no nos siguen educativamente hablando.

    Curiosa tu anécdota, me ha gustado mucho ;)

    Besitos.

    Catherine Heathcliff.

Post a Comment



Entrada más reciente Entrada antigua Inicio