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Resistencia (Defiance, 2008), de Edward Zwick


Cuando una dedica sus tardes de sábado a una de sus grandes pasiones, que es la de ir al cine, espera con velado, latente y callado deseo a que la película cumpla sus expectativas. Ayer tuve la gran suerte de dedicar mi tarde a mi gran afición, y además, disfrutarla sobremanera; vi Resistencia, y es, sinceramente, una gran película.


Sinopsis: En 1941, cuatro hermanos judíos, los Bielski, huyen a refugiarse en los bosques colindantes a su hogar, en Bielorrusia, pues su país ha sido invadido por los nazis y han masacrado a toda su familia. Escapando de una muerte segura, confían en la protección del bosque para sobrevivir, dispuestos a pelear con coraje si es necesario. Poco a poco, la leyenda en torno a su velada resistencia crece, y de manera gradual, cientos de hombres, mujeres y niños judíos se unen a los Bielski, en un intento desesperado de huir de una muerte segura, confiando su vida a unos humildes hermanos granjeros, que harán todo lo posible por protegerlos.


Basada en un hecho real, la historia de la Segunda Guerra Mundial está jalonada con grandes relatos de personas que de manera altruista salvaron a cientos de miles de judíos del exterminio nazi; esta película es una prueba más de ello. Los hermanos Tuvia, Zus, Asael y Aron Bielski existieron realmente, y algunos de los que salvaron todavía viven hoy día. Con la filmación de esta película se pretende revitalizar la figura de unos hombres que jamás pidieron reconocimiento alguno por lo que habían hecho; sencillamente, cuando la contienda acabó, y habiendo salvado a 1200 judíos de una muerte segura, siguieron con sus anónimas vidas, con dispar fortuna.


La película es francamente buena en todos los aspectos. Una fotografía magnífica, retratando a la perfección esa atmósfera opresiva y nebulosa de los bosques bielorrusos; una banda sonora excepcional, de la mano del siempre brillante James Newton Howard; una dirección sin tachas, a cargo de Edward Zwick. Es curioso, pero Zwicik, bajo mi punto de vista, es un director infravalorado. No entiendo muy bien por qué, porque para mí, su currículum es bastante digno: Leyendas de pasión (Legends of the Fall, 1995), que, a pesar de no ser santo de mi devoción, considero que es una película muy buena; El último Samurái (The Last Samurai, 2003), genial -y una de las películas favoritas de mi madre, por cierto; por eso le tengo tanto cariño-; y Diamante de Sangre (Blood Diamond, 2006), que es tristemente fantástica. Quizá lo acusan de ser demasiado grandilocuente, en el sentido de que en sus películas siempre hay un héroe atormentado, que a pesar de sus cuestionables métodos, parece encontrar el camino correcto dentro de la barbarie y tristeza que le rodea, para llegar a un controvertido clímax, cuyo maquiavélico motto principal sería: "El fin justifica los medios". Puede ser que ahí radique la polémica, pero, sinceramente, a mí los héroes de Zwick, ficticios o no, me inspiran siempre un respeto absoluto.


Las interpretaciones son sobresalientes, todas, sin excepción. Por supuesto, hablar de Daniel Craig, en el papel de Tuvia, y Liev Shreiber, en el de Zus, es una obviedad, pues son rostros de sobra conocidos por todos y somos del todo conscientes de la nota de calidad que impregnan siempre a sus trabajos. Craig, más allá de su papel como 007, dejó interpretaciones memorables en las que, para mí, son sus mejores trabajos hasta la fecha: Camino a la perdición (Road to Perdition, 2002), de Sam Mendes, y Sylvia (2003), de Christine Jeffs. Shreiber siempre será para mí el rostro de Orson Welles en el siglo XXI desde la película RKO 281, de Benjamin Ross. Mención aparte merece Jamie Bell, en el papel de Asael Bielski, ese jovencito inglés que calzaba zapatillas de ballet en Billy Elliot (2000), de Stephen Daldry, y que está ya a años luz de sus brincos y zapatetas; sin duda, para mí, un grandísimo actor, con una insultante juventud y un gran futuro por delante.


Sea como fuere, la grandeza, según mi criterio personal, radica en los temas que plantea. La radicalidad de los extremos -ni fascistas ni comunistas-; todos los extremos son ponzoñosos, y es una cuestión a tener en cuenta, pues la película no se posiciona. Muy al contrario, se mantiene neutral ante un tema peliagudo como éste. Ayrim me comentó cuando salimos del cine algo que yo rumiaba durante toda la proyección; sin habernos puesto de acuerdo, llegamos a la misma conclusión: la deshumanización del ser humano. Los judíos sufrieron un holocausto horrible, una barbarie difícil de describir con palabras, pero triste es también la escena de la película en la que éstos se ensañan con crueldad desmedida con un indefenso oficial alemán que, probablemente, sólo cumpliera órdenes. Al igual que ellos, también él era un padre de familia, y también tenía miedo. Todos los seres humanos tenemos miedo, todos sufrimos por igual y nuestra sangre es roja; alemanes, judíos, negros, indios, comunistas, fascistas... todos sangramos igual, y nuestro dolor es el mismo.


Pero, sobre todo, destaco el gran tema, para mí, de la película: la familia y el amor incondicional entre hermanos. Quizá lo veo así porque es algo que yo experimenté y que la vida me quitó, y estoy en un momento vital en que lo echo muchísimo de menos, demasiado. Ver a los Bielski me recordó episodios de mi existencia que tenía escondidos en mi memoria, pero que, por muchos años que pasen, estarán ahí, como una herida sin cicatrizar.


Antes de finalizar la entrada, me gustaría recordar a esos héroes callados, a todos los que salvaron a centenares de judíos y jamás tuvieron a un Spielberg que les hiciera una película como la de Oskar Shindler, sobre todo, al español Sanz Briz, apodado "el ángel de Budapest", pues salvó el mismo número de judíos que Shindler, pero multiplicado por cinco. Hollywood jamás le hará una película, pero ahí está su labor; mas allá del reconocimiento hollywoodiense, están las vidas que salvó. Mi más sincera admiración y respeto, pues gente como Sanz Briz y los Bielski son los que hacen que el ser humano sea eso precisamente: humano.


Catherine Heathcliff.


Lo que estoy escuchando: May It Be, de Enya (The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring Original Soundtrack).

6 Comments:

  1. Ayrim said...
    Bonita critica para una gran pelicula. Estoy totalmente de acuerdo. En especial me gusto mucho la interpretacion de Liev. Gracias por hacerme mencion jeje.

    Saludos!
    acuapil said...
    Hola "cumbres borrascosas",leyendo a Ayrim,te he descubierto a tí.Me muero por ir a ver la película "Resistencia".Por lo leído creo que me va a encantar.Preciosas críticas tanto la de Ayrim como la tuya.Perdóname por atreverme a escribir en tu espacio.
    Catherine Heathcliff said...
    Hola, Acuapil.

    Para nada, no hay nada que perdonar; estoy más que encantada de que te hayas pasado por aquí.

    Me alegro mucho de que te haya gustado la crítica; anímate a verla, es una gran, gran película.

    Vuelve pronto.

    Saludos,

    Catherine Heathcliff.
    Catherine Heathcliff said...
    Querida Ayrim:

    Muchísimas gracias por pasarte y comentar, como siempre.

    A mí también me gustó mucho Don Watts. En general, el trío protagonista es de sobresaliente.

    Un beso,

    Catherine Heathcliff.
    (`·.·•мαяgун•·.·´) said...
    Uiii si no me cayese tan mal el actor puede que me interesase, perdón pero es verdad, Daniel Craig me cae fatal xD pero bueno tal vez escuche la B.S.O. al ser de uno de mis compositores preferidos. Besotes Catherine!!
    Catherine Heathcliff said...
    Querida Margot:

    :D Así que te cae mal el señor Craig, ¿no? Es curioso, pero esas cosas pasan: como no te caiga en gracia alguno de los actores de una película, ya la ves con otros ojos.

    Bueno... yo desde aquí te digo que deberías darle una oportunidad; la película y la historia son estupendas, y en lo que se refiere a los actores, si no es por Daniel Craig, por lo menos sí por Liev Shreiber o Jamie Bell, que están geniales.

    La banda sonora es increíble; Newton Howard es uno de mis compositores favoritos también. Tiene mucho eco a la partitura de "El Bosque", que también es de él; en las dos películas, las composiciones tienen instrumentos de cuerda en su mayoría, lo que la hace más melódica y dramática. Es genial, en serio.

    Muchas gracias por pasarte, tesoro. Vuelve cuando quieras.

    Besos,

    Catherine Heathcliff.

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