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Creo que dentro de un año exactamente, 1 de enero de 2011, recordaré que comencé el 2010 encerrada en mi cocina a las 11 de la mañana. Hoy, 1 de enero de 2010, he cocinado mi primer pastel de atún. Y estaba tan contenta esta mañana que mientras mi experimento culinario se estaba horneando, me acerqué a donde estaba mi madre -es decir, su habitación, que andaba haciendo la cama y poniendo orden- y le dije: "Mamá, como salga bien, esté rico y a papá y a ti os guste, te prometo que le echo una foto, la cuelgo en mi blog y le dedico una entrada a mi obra maestra culinaria". Mi madre se reía, pero oiga, aquí estoy, por lo tanto, es fácil deducir el feliz desenlace.

Y es que el pastel de atún tiene historia.

Forrest Gump llamaba a su amigo Bubba "mi muy mejor amigo". Parafraseando a ese personaje increíble interpretado por Tom Hanks en la película dirigida en 1994 por Robert Zemeckis, mi muy mejor amiga -y también compañera de trabajo- y yo llevamos meses intercambiando amistad y... comida. Ya da igual que la hayamos cocinado nosotras, su vecina o mi madre; el caso es que es raro el día en que no llegamos al colegio y nos decimos "ahí en la nevera del comedor, en la esquinita de siempre, te he dejado...". Me encanta. Es un contrabando mutuo de fiambreras en toda regla: empanadas, ensaladilla rusa, merluza al pil pil, remolacha aliñada, brócoli refrito con ajito y huevo batido, menestra, paté de perdiz, pastas de té... y suma y sigue. Un día mi muy mejor amiga vino con el gran pastel de atún. Lo hizo ella en tan sólo una hora, y yo andaba intrigada ante el gran enigma culinario que se abría ante mis ojos. ¿Cómo se hacía ese pastel, que tanto sabía a atún, y que tenía textura de flan o mousse? Fácil, muy fácil una vez conoces la receta. Me prometí a mí misma que, estando en casa de mis padres y llegada la Navidad, lo intentaría cocinar. Hoy ha sido el gran día. Y la degustación. A la hora de comer, mi madre me ha dicho: "esto harta que no veas, pero no puedo dejar de comerlo". Y ese ha sido el mejor cumplido.

Y ahora se supone que vendría la receta, pero como soy un demonio emplumado no la voy a poner. Esto es como la fórmula de la Coca-Cola. Hay múltiples versiones del pastel de atún pululando por internet, pero la mía tiene ese toquecito personal que da hacerla con el cariño de que mi muy mejor amiga la compartiera previamente conmigo. Si la revelo, es como traicionar ese mundo en común entre las dos, aunque sea en algo tan aparentemente irrelevante como es intercambiar recetas. Así que yo invito a mis fieles lectores a una degustación de mi pastel de atún cuando a ellos les plazca. Yo estaré siempre dispuesta, porque una de las cosas que me hace más feliz es remangarme y meter las manos en faenas culinarias. Sin delantal, no obstante, por mucho que mi madre me diga que una cocinera sin delantal no es cocinera.

Como tampoco es costurera la que cose sin dedal.
Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Minor Swing, de Rachel Portman (Chocolat Soundtrack).

2 Comments:

  1. (`·.·•мαяgун•·.·´) said...
    Jaja pues me alegro que te saliera bien =D Feliz Año Nuevo!! La verdad ¿para qué mentirte? Con tu entrada me ha entrado el gusanillo de probar el pastel de atún xP

    Besotes!!

    P.D.: ¡¡Yo quiero!! Por cierto esta tarde voy a ver Zombieland jiji aunque intentaré colarme en la sala de Avatar XD dudo que lo haga porque voy a ir con mi hermana y ella dice que me adicto a todo y ir a ver la peli por 3ª vez ya es estar loca.
    Catherine Heathcliff said...
    :D

    Gracias, guapa. Todavía queda un pedacito, así que si quieres, te lo envío por SEUR :p

    Que te lo pases bien en el cine. Ya me contarás a ver qué tal está "Zombieland". Por aquí todo bien, tranquilito.

    Un beso fuerte, guapa, pásalo bien.

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