Blogger Template by Blogcrowds.

Café con leche


La vuelta a casa por vacaciones es lo que tiene: estar en casa por fin, disfrutar de tu habitación y de tu hogar, la compañía de los tuyos... y reencontrarse con viejos amigos. Ayer tuve tarde de café con una buena amiga. Éramos cuatro en total, dos de ellas amigas de mi amiga. En las tardes de café se habla de un montón de cosas, la verdad, y si, tal y como sucedía, cada una de las cuatro tenía su propia historia, la tarde se prestó para mucho. Aunque bueno, a decir verdad yo ayer no estaba muy comunicativa. Tampoco hoy. Me limito a escuchar, más bien.

Ayer en la mesa, café de por medio, se dijo que se había visto por las calles de la ciudad a Fulanita muy acaramelada con Menganito; no saludó, obvió a la que contaba esa escena, más bien. Yo escuchaba sin intervenir -más que nada, porque no conocía ni a la tal Fulanita ni al tal Menganito-, y creo que se dijo, si no recuerdo mal, que Fulanita tenía una depresión de caballo. ¿Por qué sería?, se preguntaron dos de nosotras; aparentemente, no tenía un motivo para encontrarse así. Pero mi amiga, mi gran amiga, una vez más ejemplo de elocuencia y madurez, dijo: "Cuando uno es víctima de una depresión, muchas veces no hace falta un motivo; entra sin más... y es complicadísimo salir de ese bache".

Todas asentimos. Yo incluida.

Yo no sé si lo mío es depresión o no, o simplemente tristeza, una tristeza crónica desde hace un año. Porque hoy hace un año. Hoy es día de aniversario. Mi último aniversario. Y yo me imaginaba este día de una manera muy distinta, ni siquiera podía imaginar el 1 de abril de 2009 que acabaría viviendo uno de los peores momentos de mi vida. Yo concebía este día en un futuro bien distinto, me daba igual el "cómo", porque tenía bien claro el "con quién". Pero, como tantas veces en mi vida, me equivocaba, y aunque durante este año las cosas han cambiado mucho y otra persona hizo momentánea aparición en escena, sé positivamente que mi vida cambió ese día, un año atrás. Yo no soy la misma, aunque mi madre, mi oráculo, la sabia entre las sabias, me dijera ayer que sí. Y lo más triste de todo es que, en silencio y tras un optimismo y vitalidad forzado, sigo esperando, aunque tan sólo me he nutrido de ausencia de noticias, como si nunca hubiera existido.

Porque después de 365 días y de lo mucho que ha cambiado mi vida desde entonces, yo sigo acordándome de este, nuestro aniversario, que por lo que veo ya sólo es mi aniversario... en mi memoria.

Se acabó, dijo, pero, ¿cuándo lo hará para mí?

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Sing for Absolution, de Muse (Absolution).

4 Comments:

  1. Lu said...
    Yo tardé cuatro años en olvidar, ahora sé que nunca se olvida. Cualquier persona que pasa por tu vida, te deja una mancha de tinta en tu corazón. Es tu misión conseguir poder ponerte tu camisa sin que te importe esa mancha, recordandola, pero sabiendo que te hizo ser más tú.

    Mucho ánimo
    (`·.·•мαяgун•·.·´) said...
    Catherine...

    ¿Qué puedo decirte? Esta entrada me ha dejado muy afligida, sobre todo porque yo soy joven e inexperta y sé que poco es lo que yo puedo hacer para aliviar ese dolor que existe en tu corazón.
    No sé si podría compararlo con mi caso, con "M", ya no estamos juntos en las clases de 4º y creí haberme olvidado de él hasta que el otro día por casualidad me enteré de que tenía novia... me dolió, pero sé que no se puede comparar con el perder a una persona con la cuál si has mantenido cierto tacto físico y moral.
    Desde aquí te mando todo mi cariño, porque aunque sé que poco puede hacer al menos uno lo tiene en cuenta.

    Besotes!
    Catherine Heathcliff said...
    Querida Lui:

    Gracias por tus hermosas palabras. Si te soy sincera, después de estos 365 días (hoy ya 366), eres la que mejor consejo me ha regalado.

    Gracias, de corazón.

    Catherine Heathcliff.
    Catherine Heathcliff said...
    Mi querida Margyh:

    Muchísimas gracias por tus palabras de apoyo. Me cuesta mucho verme así porque siempre voy cargada de optimismo, vitalidad, energía... me considero una persona fuerte, luchadora, no me permito llorar (aunque soy un rato sentimental), mis debilidades las guardo dentro de mí. En estos días en los que la pena me supera me doy pena de mí misma, jamás me permito flaquear, y cuando eso ocurre, me siento imbécil, estúpida de seguir con una historia que más que bien me hizo un daño que jamás olvidaré.

    Cuando me fui a Sevilla, dejé atrás todos los recuerdos dolorosos; olvidé hasta dónde guardaba las fotos. El destino quiso que mi portátil muriera sin remisión, así que perdí todas las fotos en formato digital que pudieran recordarme a él. Pero seguía guardando en mi habitación en casa de mis padres dos fotos tamaño carné que siempre llevaba en mi cartera mientras estuve con él. Había olvidado por completo dónde las tenía guardadas. Pues parece ser que ayer me vino la inspiración, porque sin saber el motivo, abrí un joyero que guardo en mi estantería, un joyero vacío, que tengo ahí en caso de que alguna vez me haga falta; las dos fotos estaban ahí. La primera, la que se hizo para su trabajo; la segunda, para la renovación de su DNI. Ayer hizo 365 días que vi por última vez su cara, y lo celebré volviéndola a ver, aunque fuese en foto.

    No solté ni una lágrima, ¿para qué?

    Ahora ya sé dónde siguen sus fotos. Me pregunto si el 1 de abril de 2011, 365 días después de ayer, volveré a hacer el mismo doloroso ritual.

    Un beso, mi niña. Nunca te avergüences de sentir; es lo que te hace ser tan especial.

    Catherine Heathcliff.

Post a Comment



Entrada más reciente Entrada antigua Inicio