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Sinopsis: la hegemonía de los dioses del Olimpo está llegando a su fin: los hombres se han rebelado contra ellos. Perseo (Sam Worthington), nacido como un dios, pero criado como un hombre, no puede hacer nada para salvar a su familia adoptiva de Hades (Ralph Fiennes), el vengativo y cruel dios del inframundo. Sin nada más que perder, Perseo se ofrece para liderar una peligrosa misión destinada a derrotar a Hades antes de que pueda arrebatarle el poder a Zeus (Liam Neeson), su hermano, y convertir la Tierra en un infierno. Perseo comienza un peligroso viaje a lo más profundo de los mundos prohibidos, al frente de un grupo de guerreros entre los que se encuentran Draco (Mads Mikkelsen), un experimentado, valiente y leal soldado que anima al rebelde Perseo a aprovechar sus poderes divinos. Luchando contra demonios desalmados y bestias terribles, sólo sobrevivirán si Perseo acepta su condición de semidios y se enfrenta a su propio destino.

Si hay algo que adoro de vivir en Sevilla es las innumerables posibilidades que se presentan ante mí, cinéfila empedernida. He podido ir a los cines de la capital hispalense más de diez veces, disfrutando de unas salas impresionantes y descubriendo por primera vez las películas en 3D. Pero he tenido mala suerte: sólo en tres ocasiones he salido del cine totalmente feliz de lo que había visto; una fue con Malditos bastardos (Inglorious Basterds, 2009, de Quentin Tarantino), otra con Luna Nueva (New Moon, 2009, de Chris Weitz), y otra con Sherlock Holmes (2009, de Guy Ritchie). Las demás, polvo y aire, como diría Máximo. Con Furia de titanes, tres cuartas de lo mismo: euros mal invertidos. Pero muy mal invertidos, diría yo. Parece que me ha mirado un tuerto cinéfilo y sevillano, por Dios.

Vaya peñazo de peli me tragué ayer, señoras y señores. Mira que a mí me gustan las cosas estas de la épica, y las cosas estas de aventuras, y las cosas estas de mitología, y las cosas estas de bichos raros, feos y gigantes, y las cosas estas de héroes. Pero la cosa esta de película es un asco muy gordo. Vamos, que a mí no me gustó nada de nada. Para empezar, han hecho con la mitología básicamente lo que les ha dado la gana, inventándose historias y líos varios para darle ¿argumento? a la película, pero bueno, dejemos eso a un lado. Había ahí una sucesión de personajes extraños, que no pintaban nada de nada, como el de Cálibo, el artista anteriormente conocido como rey Acrisio, (que interpreta Jason Flemyng. ¡Qué pena me da Jason Flemyng! ¿Qué ha sido de él? Dejó atrás sus años mozos de El violín rojo y de Lock & Stock para dejar paso a una sucesión de personajes metamorfoseados y asquerosamente maquillados o digitalizados, como en La liga de los hombres extraordinarios, Solomon Kane o esta paupérrima Furia de titanes), el de la princesa Andrómeda (Alexa Davalos) o el de Ixas (Hans Matheson). Y podría seguir, preguntándome qué hacen ahí actores como Vincent Regan, Ralph Fiennes, Pete Postlethwaite, Liam Neeson o ¡Danny Huston! Vaya Olimpo, señores, entre Neeson, Fiennes y Huston; parecía una gala de algo, más que un sitio donde los dioses se tiran a la bartola. Yo creo que poner a esta gente en esta peli es un intento del director éste, que sólo lo conoce su madre y su abuela, de darle un poco de seriedad al producto irrisorio que ha parido. Lo que pasa es que a mí, lejos de producirme esa sensación, todo lo contrario, me provoca vergüenza ajena. Es que yo respeto al señor Fiennes y al señor Neeson una barbaridad, y no paro de preguntarme desde ayer que por qué se han prestado a semejante despropósito, ¡si hasta Fiennes trabaja mal! Parece que vino a cobrar el cheque (muy grande tuvo que ser, por cierto) para largarse después a tomarse un par de pintas con Liam Neeson. Y todavía ando preguntándome por qué respeto y me gusta cada vez más Joseph que Ralph... es que lo mío con los Fiennes se retrotrae a años ha. Bueno, y ¿qué decir de esa Medusa, cielo santo? Yo cuando la vi me dije "puaj, qué se nota que es de ordenador, y se parece un montón a la modelo esta de Garnier y Lorëal, cómo se llamaba... ¡ay!". Total, que me da por mirar en el IMDB y resulta que está "inspirada" en Natalia Vodianova, la que yo decía, vamos...

En fin, que podría seguir y seguir hablando mal de la película, pero es que tengo ahora que hablar peor de Sam Worthington. Lo siento, Margyh, sé que te encanta, pero, ¿de verdad este hombre actúa o sólo pone cara de cardo amargo? Porque en Avatar le pasa, y aquí también. Y además, con el doblaje que le han puesto, que no habla, gruñe o susurra, sin término medio. ¡Buf, buf!

Vamos, prefiero la versión antigua, la primigenia, la de 1981 (dirigida por Desmond Davis), y a sus carencias tecnológicas a esta de la que hablo, con todos sus alardes digitales. La versión de Davis la habré visto como unas cinco veces en mi vida, y jamás, jamás, jamás me canso de ella. Tiene ese encanto de lo carente que hace que le tenga ternura y un especial cariño.

Ya, creo que mejor debería parar, preguntándome si he visto algo bueno al tema, y bueno, sí, lo cierto es que sí: las Parcas me encantaron, y estoy empezando a preguntarme si Guillermo del Toro tiene algo que ver con ellas, porque tenía una ligera sensación de déjà vu con ellas. Me gustaron mucho, muy bien hechas, con esa mezcla de sensación amarga, aterradora y morbosa en el espectador. Y también Hans Matheson, ese (semi)desconocido actor para el público español en general, pero no para mí, que desde que tenía 15 años caí enamoradísima de él desde que lo vi en su interpretación de Mario de Pontmercy en Les Misérables (de Bille August, 1998). Algún día escribiré un post contando por qué me gusta tanto Matheson... tiene una historia detrás un tanto autobiográfica. Me dio mucha alegría verlo por ahí derrochando testosterona y tocando la flautilla en Furia de titanes. Un papel cortito, pero intenso (para mí, ¡ay).

En fin, que poco más que añadir. Creo que desde que tengo este, mi humilde blog, no he escrito una crítica tan dañina como esta. Empiezo a pensar que me he pasado, pero habla mi desilusión y mis 13 euros mal invertidos (de mi entrada y la de mi acompañante; eso me pasa por invitar).

Cines de Sevilla, no me defraudéis una vez más con estas proyecciones... aunque mejor debería revisarme yo el ojo clínico tan estupendo que Dios me ha dado.

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Invincible, de Muse (Black Holes & Revelations).


Sinopsis: Alicia (Mia Wasikowska) es una chica de 19 años que regresa al mundo mágico donde se adentró siendo una niña para reunirse con sus antiguos amigos: el Conejo Blanco (Michael Sheen), Tweedledee y Tweedledum (Matt Lucas), el Lirón (Barbara Windsor), la Oruga Azul (Alan Rickman), el gato de Cheshire (Stephen Fry), y por supuesto, el Sombrerero Loco (Johnny Depp). Alicia se embarca en un viaje fantástico para encontrar su verdadero destino y poner fin al reinado de terror de la Reina Roja (Helena Bonham Carter), y que su hermana, la Reina Blanca (Anne Hathaway), se convierta en la legítima reina del Submundo.

Tim Burton es un puñetero genio. Sabe mejor que nadie cómo hacer obras maestras de sus descomunales idas de olla. Él es arte en sí mismo. Pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, tiene gigantescas meteduras de patas. Una de ellas fue con El planeta de los simios (Planet of the Apes, 2001); otra ha sido con Alicia en el país de las maravillas. En realidad, durante las dos horas de metraje, yo no sabía si estaba metida en una idiotez muy grande, o es que estaba viendo al fin y al cabo una de las peores historias que se han escrito jamás en la literatura inglesa, y me da igual que la obra de Lewis Carroll sentara las bases de un género literario llamado Children's Literature. No me gustó cuando me leí ese libro de pequeña, ni tampoco cuando en segundo de carrera tuve que volver a hacerlo; es de esas historias que no te entran ni con calzador, por más que lo intentes.

Yo soy seguidora de Burton confesa, y muy orgullosa de serlo, además. Para mí, todo lo que haga tiene mi inmediata bendición, aunque no me guste, como ha sido el caso. La última película de Tim Burton me pareció lineal, como un electrocardiograma plano, sin pretensiones ni ambiciones y tremendamente aburrida, y sobre todo, demasiado infantil. Que conste que con eso no quiero decir que esté hecha para niños, porque no lo creo, sino que eché muchísimo de menos durante todo el metraje el oscurantismo y la fotografía lúgubre de Burton. Muy descafeinado todo, o quizás que yo pensaba encontrarme una suerte de Alicia a lo Señora Lovett. Es lo que tiene ser tan endiabladamente oscura como soy, pero bueno. Si hasta la banda sonora a cargo de Danny Elfman me pareció una canción de cuna... o es que esperaba a lo mejor una partitura a lo Sleepy Hollow (1999). No sé, no sé, pero muy mal... tantas expectativas sin cumplir, qué mal.

Respecto a las interpretaciones, bueno, psé, teniendo en cuenta que uno de mis actores favoritos, Michael Sheen, esté detrás de un micrófono doblando a una liebre majareta, que Alan Rickman sea una oruga, y que Stephen Fry (grande, grande, ¡grandísimo!) sea el gato de Chesire, y que tooooooooooodos estos personajes sean fruto de imagen digital, pues como que desluce un poco, a no ser que se vea en versión original, que no ha sido mi caso (todo se andará, no obstante). La tal Mia Wasikowska... vaya tela, no me ha gustado nada, la verdad, la señorita hierática, por Dios. Y Anne Hathaway, generalmente la defiendo muchísimo, porque me encanta, pero su sobreactuación implícita y exigida me parece EXCESIVAMENTE SOBREACTUADA. Los únicos, Helena Bonham Carter, que me encanta, digna esposa de quien es, y Johnny Depp, que aunque no me haya gustado en exceso su interpretación, yo a este hombre se lo perdono absolutamente todo.

Muy mal sabor de boca y muy mala sensación, sobre todo, cuando se tenían tantas expectativas como yo tenía, que eran muchísimas. Yo la he visto en su versión 3D, y bueno, en ese aspecto, mucho mejor que cuando fui a ver Avatar (2009, de James Cameron), he disfrutado la IMAX Experience mucho más. Bravo.

Espero, empero, que este sabor tan agrio se endulce un poquito más en la futura ida de olla de Tim Burton, de las que tan abyecta seguidora soy.

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Alice, de Avril Lavigne (Alice in Wonderland Soundtrack).

¡Nos vamos pa' la feria, tracatá!


Jueves, 22 de abril de 2010. 11.30 a.m.

Catherine Heathcliff hablaba con su madre por teléfono (mamáCatherine está a 300 kilómetros de distancia, más o menos. En realidad, tampoco hace falta semejante distancia para que mamáCatherine y Catherine Heathcliff hablen una media de treinta veces al día por teléfono, porque antes vivían bajo el mismo techo y también lo hacían... en fin, cosas de la familia de deliciosamente locos a la que pertenezco). Catherine le relataba a su queridísima madre (el oráculo, la sabia entre las sabias) cómo había ido su primera visita a la feria de abril, la primera en toda su vida. Teniendo en cuenta que a una servidora le gusta poco, poco, poco la Semana Santa en general, menos, menos, menos toda feria que se precie, y nada, nada, nada las aglomeraciones de gente, es un hito en la historia de la humanidad que Catherine haya ido a una feria, y no una feria cualquiera, sino la gran e histórica feria de abril de Sevilla, la feria entre las ferias, la gran madre de las ferias. Claro, todo se debe a que desde que me vine a vivir aquí me propuse ver y asistir a todo lo típicamente sevillano habido y por haber; tenía muy claro que quería empaparme del sentir sevillano hasta las trancas, y vamos, eso es lo que estoy haciendo. ¡Vaya si lo estoy haciendo! Si me viera quien yo me sé, ¡ay, si me viera!


Bueno, al lío que siempre me acabo yendo por los cerros de mi Úbeda de mis amores.


El caso es que yo me hallaba inmersa en una descripción pormenorizada de los avatares y peripecias varias vividas ayer en mi Sevilla de mi alma, como en una entrevista: mi madre preguntaba y yo respondía. Mi traje de faralae descansaba en una silla de la matraca de ayer, y fue el único testigo de lo que a continuación relato:

MamáCatherine: Oye, oye, ¿y había mucha gente?
CatherineHeathcliff: Por Dios, mamá, ¿tú qué crees? ¡No se podía pegar un paso! Ayer fue el día grande y estaba todo hasta la bola, y yo agobiadísima perdida, pero yo no me pierdo una.
MamáCatherine: Ya, ya, y haces bien. Oye, oye, ¿y viste a algún famoso?
CatherineHeathcliff: Pues... no, que yo sepa. Había un montón de gente y yo tampoco me paraba a ver quién estaba o no; iba más viendo algún hueco por el que poder pasar y respirar un poco.
MamáCatherine: Ah, bueno. Verás, es que vi en la tele que ayer fue María del Monte, ¿sabes?
CatherineHeathcliff: .... ....

En fin, que yo no digo nada. Sólo unas palabras para mi madre: mamá, tranquila, esta tarde voy otra vez; ¡igual hoy sí que hay suerte!


MamáCatherine es genial.

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Cuando un amigo se va, de Amigos de Gines (sevillana en su estado puro; si no la pusieron ayer treinta veces en las casetas en las que estuve, no la pusieron ninguna. En realidad, no es que lo esté escuchando, pero vamos, resuena en mi cabeza como tal).


Cuéntame una milonga



Adoro mi trabajo. Me encanta ser profesora. Lo mío viene desde pequeñita, vocación pura y dura. Y ya es decir mucho, porque tal y como está la cosa en los tiempos que corren, hay que tener una vocación muy grande, enorme, gigantesca, para dedicarse a esto de la docencia. Pero sarna con gusto no pica... o eso dicen.

Y además de que lo mío sea vocación, es que también me lo paso etupendamente... y me río un montón también. Porque hasta ahora y hasta lo que yo sé, estas son las perlas que he visto en lo que llevo de curso por parte de los alumnos.

Las historias que voy a relatar a continuación están basadas en hechos reales, así que cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia, pues son testimonios reales extraídos de diversos exámenes durante el curso 2009-2010:

1. Examen de Sociales (Historia), 2º ESO.
PREGUNTA: ¿Qué eran los burgueses?
RESPUESTA: Eran los habitantes de "Burgaria".
COMENTARIO CATHERINE: Evidentemente. Y los búlgaros eran una clase social surgida durante el medievo tras el auge comercial en las principales ciudades. Está claro.

2. Examen de Lengua y Literatura, 2º ESO.
PREGUNTA: Define qué es "prescribir".
RESPUESTA: Lo que se hace antes de escribir.
COMENTARIO CATHERINE: Como su propio nombre indica, claro.

3. Examen de Inglés, 4º ESO.
PREGUNTA: Translate the following sentence: "My friends speak German".
RESPUESTA: "Mis amigos hablan con Germán".
COMENTARIO CATHERINE: Germán es de nacionalidad alemana, de toda la vida, vamos.

4. Examen de Sociales (Geografía), 1º ESO:
En un examen del 2º trimestre, a los alumnos se les dio un mapa mudo del mundo para que nombraran los continentes y los océanos, situándolos en el mapa. En medio del examen, una alumna levanta la mano:
PREGUNTA: "Profe, ¿y esto cómo se pone, así o así?". La alumna en cuestión movía el folio con el mapa del mundo de un lado para otro, poniéndolo vertical, horizontal, a un lado o al otro. Evidentemente, era incapaz de discernir a simple vista cuál era la dirección y orientación correcta de los continentes mundiales.
RESPUESTA: ... El estupor y el horror causado por tan aterradora pregunta pudo con la respuesta.
COMENTARIO CATHERINE: ¡¿Pero en qué país vivimos?! O mejor, ¡¿en qué mundo vivimos?! Oh, Dios, qué levedad del ser...

5. Examen de Inglés, 1º ESO. Esto último lo viví yo en mis carnes mientras corregía los exámenes de una clase.
PREGUNTA: What kind of film is it? (Está claro que le pedía a los alumnos que me dijeran el género de cine al que pertenecían las siguientes definiciones). Pero mi alumno hizo su propia versión de los hechos, o mejor dicho, su propia traducción (que ni siquiera le pedía eso):
RESPUESTAS (en cursiva):
a. The cowboys are riding horses (quería que me pusieran "western"): Los vaqueros montan a sus caballos.
b. The actress is singing a beautiful song ("musical", ¿a qué sí?): Las actrices son famosas.
c. The girl falls in love with the boy in the end (aquí podía ser o bien "romance" o "romantic comedy". La respuesta que me dió aquí me encanta): Las chicas tienen falsos amores con los chicos.
d. The British army is coming into the village (lo que viene siendo "war film"): Los "inglés" tienen muchos comics.
e. Aliens use lots of space ships (vamos, "science fiction". Esta respuesta es mi favorita; la escribió tal cual la recojo): Los Aliens viajan por "tó" el espacio.
COMENTARIO CATHERINE: Inexistente, porque y lo que me reí yo corrigiendo... ¡madre mía!

Yo hago mi trabajo lo mejor que sé y lo mejor que puedo, pero muchas veces una se siente un tanto impotente ante ciertas cosas. A pesar de todo, sigo diciendo con la boca llena que adoro mi trabajo... y eso da fuerzas cada día. Porque disfrutar, lo que se dice disfrutar, lo hago tela...

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: La milonga del marinero y el capitán, de Los Rodríguez.

Dame 10 razones


Diez razones, tan sólo diez, de por qué soy madridista hasta la médula, desde que nací y hasta que me muera, de por qué cuando mi equipo sufre un bache me siento más madridista aún. Diez, tan sólo diez, porque en realidad son más, infinitas más, pero la entrada sería eterna.

Razón número 1: porque es el equipo más laureado de la historia. Su palmarés es enorme, longevo, difícil de igualar y mucho más de superar.

Razón número 2: porque fue elegido por la FIFA mejor equipo del siglo XX. Hay quien se regodea en decir que el mejor equipo del siglo XXI es otro, también español (aunque ellos se esfuercen en negarlo, brazalete de capitanía incluido), pero yo siempre digo que los siglos tienen cien años, y a éste todavía le quedan 90.

Razón número 3: porque tienen un plantel de estrellas impresionante, unos jugadores con una condición física inmensa, capaces de lo mejor... y de lo peor también.

Razón número 4: porque es un equipo al que amas hasta los huesos o aborreces con todas tus fuerzas, jamás término medio.

Razón número 5: porque soy española, muy orgullosa de serlo y de seguir a un equipo 100% español.

Razón número 6: enlazado con el punto anterior, el número 5, porque confesar que uno es del Madrid es uno de los pecados más grandes del que puedes ser culpable hoy en día. Y ya si afirmas sentirte orgulloso de ser español, peor. Y si encima alguien confiesa que, además de todo, es de ideología conservadora, ¡Dios!, la ira de la progresía de los estómagos agradecidos caerá sobre ti, ya eres un facha, está claro, un facha retrógrado y fascista. Es lo que tiene la desagradable tendencia de ponerle etiquetas a todo. Y mi Real Madrid no está carente de ser irremediablemente etiquetado...

Razón número 7: porque es un equipo denostado por los medios, periodistas y pseudo-periodistas deportivos, porque el Madrid nunca juega bien (según ellos), porque incluso la cancerosa prensa del corazón se permite el lujo de dar su opinión sobre el equipo blanco. Y el Madrid aguanta, aguanta, aguanta, aguanta, aguanta carretas y carretones con velado estoicismo la patológica envidia de todo españolito "de bien".

Razón número 8: porque yo sí que creo en el proyecto de Florentino, pero como todo en la vida, necesita su adaptación, su tiempo... y la fe y apoyo de todos los madridistas.

Razón número 9: porque es raro encontrar un futbolista de categoría de cualquier equipo europeo al que le pregunten dónde le gustaría jugar alguna vez durante su carrera y no responda que en el Real Madrid.

Razón número 10: porque de Madrid... al cielo.

Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: We Are the Champions, de Queen.

De aromas


Hay dos días a la semana en los que trabajo en mi cole por la tarde, además de las evidentes clases por la mañana. Siempre, cuando salgo a las 14.30 de mi última clase, regreso a mi piso a comer, paréntesis de una horita. A las 15.30, tempranito, más o menos vuelvo al cole para seguir con la tarea. Generalmente, soy de las primeras que llega, así que, antes de empezar, me siento a trabajar un poquito revisando notas, o bien preparando clases hasta que empezamos.

La última tarde que tuve que ir justo antes de las vacaciones de Semana Santa repetí el mismo ritual: llegué con antelación, así que me senté en el ordenador de la sala de profesores y me puse a revisar los correos. A los diez minutos, llegó mi compañera y gran amiga en Sevilla MC, y nada más abrir la puerta de la sala de profesores, exclamó:


- Cómo sabía yo que estabas aquí... entrando por la puerta del cole, me digo: "qué bien huele, leches, que ya está Catherine aquí". Es que huele por todo el pasillo a tu colonia, qué bien huele.

Qué gracia me hizo y cómo me agradó ese cumplido...


... y mi infinito agradecimiento a mi compañera y gran amiga en Sevilla.

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: The Girl with the Plums, de Tom Tykwer (The Perfume: Story of a Murderer Soundtrack).

Pueblerinos


Viernes Santo del mes de abril de 2010, sobre las siete de la tarde. En el coche, camino de Sevilla, se acaban las vacaciones de Semana Santa y hay que volver a la rutina laboral. Mi padre conducía y yo iba de copiloto. Aunque yo viva sola en la capital andaluza, mis padres suelen visitarme muy a menudo, y esta vez además eran ellos los que me llevaban de vuelta a la rutina. Como de costumbre, mi padre decidió parar en una estación de servicio a las afueras de Córdoba capital para descansar un rato y proseguir con la marcha. Mientras mi padre estiraba las piernas dándose una vueltecita por los alrededores paseando a mi perrita Lupy, mi madre y yo entramos en la estación de servicio para tomarnos un cafelito calentito (es lo que tiene ser tan absolta y enfermizamente cafeteras). Y es ahí donde se produjo un hermoso encuentro entre encantadora "gente de pueblo".

Mi madre, muy pizpireta y decidida, se acerca al dependiente y le dice: "dos cafés con leche, por favor". A lo que el dependiente contesta: "es autoservicio". Mi madre, con la cara desencajada, me mira y me dice, señalando a la máquina que supuestamente debía sacar café de su interior: "Catherine, que es autoservicio". Claro, esto fue bastante cómico en su momento porque mi madre teme a todo lo que sea una máquina, y a la vez se piensa que yo, por el simple hecho de ser más joven y de tener bastante mañana con toda la electrónica en general, tengo que saber cómo funciona toda máquina inventada en estos tiempos modernos. Porque a ver, que yo desconocía el manejo de la máquina de la que se suponía que el café iba a salir, porque se parecía mucho a la de los bares, pero vamos, que preguntando se llega a Roma... o eso dicen. Total, que a mí la situación me pareció muy divertida, ahí mi madre mirando la máquina como si fuera Satanás en persona y el pobre dependiente como en un partido Federer-Roddick, mirando a un lado y al otro, a mi madre y a mí, a mí y a mi madre. Así que a mí, para terminarlo de empatar, no se me ocurre otra cosa que decirle al pobre dependiente: "es que somos de pueblo, ¿sabes?". Evidentemente, yo pretendía que el muchacho entreviera de mi comentario que necesitaba que me explicase el intrincado mecanismo de darle a la maquinita de marras, pero él fue más avispado que yo, porque ante mi comentario inusitado, sonrió y dijo: "pues entonces somos vecinos". Qué majo, oigan ustedes, qué majo; me encantó.

Nada, al final todo muy sencillo: sólo había que apretar el botón que decía "café con leche" y poner el vaso debajo. Bueno, al revés, que si no se derrama todo. Cuando fui a pagarle, antes de irnos, mi madre le dijo: "oye, que no somos de pueblo, ¿eh?". El pobre mío ya sólo se reía... porque a ver, que yo nací en Burgos capital, pero me he criado toda mi vida en pueblos. Si tomamos como cierto el supuesto de que la gente de pueblo es más bien torpona cuando la sacan de su ambiente, pues yo lo soy entonces, porque de primeras todo lo nuevo se antoja extraño ante cualquier persona, independientemente de donde sea. ¿O no?

Que si no se sabe algo, se pregunta con educación y listo. De todo se sale y de todo se aprende. Y que tire la primera piedra la persona que, independientemente de sus orígenes, no se ha sentido pueblerina (o provinciana, que diría PapáCatherine).

Catherine Heathcliff.
Lo que estoy escuchando: People, de Barbra Streisand.

Café con leche


La vuelta a casa por vacaciones es lo que tiene: estar en casa por fin, disfrutar de tu habitación y de tu hogar, la compañía de los tuyos... y reencontrarse con viejos amigos. Ayer tuve tarde de café con una buena amiga. Éramos cuatro en total, dos de ellas amigas de mi amiga. En las tardes de café se habla de un montón de cosas, la verdad, y si, tal y como sucedía, cada una de las cuatro tenía su propia historia, la tarde se prestó para mucho. Aunque bueno, a decir verdad yo ayer no estaba muy comunicativa. Tampoco hoy. Me limito a escuchar, más bien.

Ayer en la mesa, café de por medio, se dijo que se había visto por las calles de la ciudad a Fulanita muy acaramelada con Menganito; no saludó, obvió a la que contaba esa escena, más bien. Yo escuchaba sin intervenir -más que nada, porque no conocía ni a la tal Fulanita ni al tal Menganito-, y creo que se dijo, si no recuerdo mal, que Fulanita tenía una depresión de caballo. ¿Por qué sería?, se preguntaron dos de nosotras; aparentemente, no tenía un motivo para encontrarse así. Pero mi amiga, mi gran amiga, una vez más ejemplo de elocuencia y madurez, dijo: "Cuando uno es víctima de una depresión, muchas veces no hace falta un motivo; entra sin más... y es complicadísimo salir de ese bache".

Todas asentimos. Yo incluida.

Yo no sé si lo mío es depresión o no, o simplemente tristeza, una tristeza crónica desde hace un año. Porque hoy hace un año. Hoy es día de aniversario. Mi último aniversario. Y yo me imaginaba este día de una manera muy distinta, ni siquiera podía imaginar el 1 de abril de 2009 que acabaría viviendo uno de los peores momentos de mi vida. Yo concebía este día en un futuro bien distinto, me daba igual el "cómo", porque tenía bien claro el "con quién". Pero, como tantas veces en mi vida, me equivocaba, y aunque durante este año las cosas han cambiado mucho y otra persona hizo momentánea aparición en escena, sé positivamente que mi vida cambió ese día, un año atrás. Yo no soy la misma, aunque mi madre, mi oráculo, la sabia entre las sabias, me dijera ayer que sí. Y lo más triste de todo es que, en silencio y tras un optimismo y vitalidad forzado, sigo esperando, aunque tan sólo me he nutrido de ausencia de noticias, como si nunca hubiera existido.

Porque después de 365 días y de lo mucho que ha cambiado mi vida desde entonces, yo sigo acordándome de este, nuestro aniversario, que por lo que veo ya sólo es mi aniversario... en mi memoria.

Se acabó, dijo, pero, ¿cuándo lo hará para mí?

Catherine Heathcliff.

Lo que estoy escuchando: Sing for Absolution, de Muse (Absolution).

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