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Perfección


Si todo fuera perfecto, en esta mundo no habría guerras, ni gente que pasara hambre o frío, ni existiría el drama de la inmigración, ni nadie moriría inútilmente.


Si todo fuera perfecto, las personas viviríamos sin preocupaciones, nos ayudaríamos mutuamente y el dinero no sería más que papeles de Monopoly y subsistiríamos con amistosos y satisfactorios trueques. No habría deudas y la codicia y la envidia serían palabas tabú en todo diccionario.


Si todo fuera perfecto, no habría problemas de lenguaje. Todos los seres humanos del planeta hablaríamos el mismo idioma, cuya palabra raíz sería "entendimiento". Todas las demás serían sus desinencias.


Si todo fuera perfecto, no existiría la discriminación. El respeto y el mutuo enriquecimiento serían los únicos ideales a seguir.


Si todo fuera perfecto, yo me regodearía deliciosamente en este sentimiento. Intentaría saber si es recíproco. Procuraría dejar que los acontecimientos fluyeran solos, que tuvieran lugar de por sí. Contemplaría las cosas con la certeza de que, para mí, todo es perfecto, porque de hecho lo sería. Jamás me había ocurrido la completa simbiosis, la total adhesión; nunca había tenido esa certeza, ni tampoco había sentido que merece la pena el riesgo total, sin importarme las consecuencias. ¡Qué consecuencias habría de haber, si todo sería perfecto!


Porque, si todo fuera perfecto, habría finales felices y, una vez sentada descansando, esta vez no en soledad, volvería la vista atrás y comprobaría que todo sería lo que había estado buscando durante años, hasta que me percaté que no había que buscar, sino dejar que la perfección anhelada llegara sola, de la manera más insólita e involucrando a lo más insospechado.


Porque lo repentino, lo inesperado, se paladearía con cuchara de plata y con sirope de fresa dentro de esa perfección.


Pero... (siempre hay un "pero"),


...la perfección no existe, según dicen. Y yo sé que esto, por más que yo me empecine en soledad, por más que yo lo anhele en secreto (consciente), no lo es. Porque sé cuál es la principal barrera (de las muchas que puede haber, casi con toda seguridad). Porque sé que, en mi mundo, hay un hueco vacante, y nací de naturaleza testaruda, pero por más que me empecine, me temo que no es posible que ese vacío deje de ser tal. Porque, repito, la perfección no existe.


Y, porque sé que, por muchos años que pasen, ese hueco seguirá vacío. Evidentemente, quizá se llene, pero sólo será de manera física al rellenar un espacio sin nada.


Pero aún no he perdido mi carácter soñador, y siempre me pregunto "¿y si...?". Porque, en realidad, la perfección no existe, pero lo más parecido para mí es esto. Porque no puedo evitar resistirme a pensar que no es imposible... y egoístamente sigo aguardando.


Catherine Heathcliff.


Lo que estoy escuchando: Perfect, de Alanis Morrissette.

6 Comments:

  1. Anónimo said...
    Ya que la dueña estima oportunos mis comentarios, vamos con el de hoy.

    La reflexión de hoy, me hace comprobar una vez más tu grado de madurez. Unos se dan cuenta a los 15, otros a los 24, otros a los 36, otros a los 65 cuando se jubilan y otros son tan felices en su mundo, que se mueren y no se han dado cuenta.
    Yo me di cuenta a los 24 y desde entonces, dejé de ser aquel muchacho con la carrera recién terminada, que soñaba con una vida perfecta: mi jardín con flores, un hijo correteando y saltando sobre mí, una esposa con pelo Timotei deseando que llegue a casa para compartir la cena y hacer el amor.
    Todo es mentira.
    La vida es lo que te va sucediendo mientras se desmoronan tus planes.

    Lo siento, Catherine, "Welcome to the Real World"


    Blawood.
    Catherine Heathcliff said...
    Gracias, una vez más, por tu visita y tu comentario.

    No debes decir "lo siento", Blackwood. En todo caso, soy yo la que debería decirlo, puesto que ahora más que nunca soy más consciente de que la perfección no existe.

    Yo dejé de buscarla hace unos meses para llegar a la conclusión de que las cosas que esperamos vienen solas, sin planearlas, y de quien menos las esperamos.

    Tengo muy claro cuál es la perfección en mi mundo, pero siempre he sido completamente consciente de que, muy probablemente, sería irrealizable. Desde esta noche lo soy más todavía, así que bueno, sólo nos queda abrir los ojos, desperezarnos y seguir caminando.

    Aunque prefiero hacerlo erguida, y no cabizbaja o con los hombros caídos.

    Porque, ¿no te has planteado alguna vez aferrarte a aquéllo que crees que dará un giro a tu vida (im)perfecta? Arriesgarse. Yo lo hago cada día, pero lamentablemente, no puedo hacerlo sola. En esto necesito ayuda.

    No dejes de venir por aquí, Blackwood, siempre que te sea posible. Por favor.

    Catherine Heathcliff.

    P.D. Desde estas teclas prestadas y esta pantalla ajena, te deseo buenas noches. Descansa y sueña con la (im)perfección de nuestros mundos (im)perfectos. Yo lo haré esta noche y compondré antes una plegaria para elimar esos prefijos.

    Good night...
    Anónimo said...
    Mira, para casarse hay que hacerlo acompañada, para todo lo demás, Master Card.

    Con esto te quiero decir, que como me dijo mi primo, la vida es una partida de cartas, tienes tres cartas, vas soltando una y cogiendo otra, pero eres tú el que ha de soltarla, cogerla y lo más difícil: elegir qué carta es la que hay que soltar en cada momento.

    Esto me lo dijo con 20 años, en plena efervescencia de mi vida loca, pero el tiempo ha ido dándole sentido al comentario.

    Te leo buena predisposición para ser feliz, no la jorobes con un tío.

    Blawood.
    Catherine Heathcliff said...
    Te escribo de nuevo a través de teclas prestadas y pantallas ajenas.

    Sabes que en estas cosas estoy muy de acuerdo contigo (sobre Tarantino, ya es otro cantar). Te prometo que estoy procurando seguir una buena predisposición para ser feliz.

    No es ningún secreto que en mi vida no hay nadie a nivel personal más allá de mi familia y amigos. No en mi vida, pero sí en mi mente, y eso no lo puedo obviar, y sinceramente, hoy por hoy tampoco me apetece. Sé, como ya he dicho muchas veces, que ahí quedará la cosa, así que mientras pueda, más me vale contemplarlo desde un punto de vista platónico, porque me temo que hasta ahí puedo llegar.

    Es la dulce incertidumbre del "¿y si...?". Pero para continuar con la pregunta y su respuesta, y sé que me repito, no puedo hacerlo yo sola.

    Catherine Heathcliff.

    P.D. Hasta mañana...
    Alfredo Moreno said...
    Muy buen tema…La perfección... algo perseguido por tantos que más que beneficiar puede llegar a frustrar cuando se convierte en algo tan deseado y ansiado que se transforma casi en una obsesión...

    Está claro que la perfección no existe. Somos imperfectos por naturaleza y lo máximo que llegaremos a lograr, por mucho que lo intentemos, es parecernos un poco al personaje de película que nos habíamos montado en nuestra cabeza llena de finales perfectos y felices... yo dejé de nadar a contracorriente hace tiempo y aprendí a disfrutar del paseo descubriendo los paisajes que me brindaba el recorrido de ambos lados sin dejar de caminar.

    Lo que buscamos con la perfección al fin y al cabo es nuestra felicidad... y quizás algún día te sorprenda una persona imperfecta que no estaba en el guión como el prota de tu peli y acabe cubriendo los vacíos de tu vida imperfecta convirtiéndola en la vida más perfecta que hubieses podido imaginar.

    Y que cierto es que a veces buscando la perfección destrozamos lo que ya estaba bien. Por eso pienso que, aunque no debemos de dejar de soñar despiertos, la meta no es ser perfectos sino ser felices… Mientras aparece o no la perfección en mi vida seguiré siendo un feliz imperfecto!!

    Creo que un día te miraras al espejo y llegaras a decirte a ti misma: No cambiaría nada de mi vida!
    … y harás una leve mueca con tus labios, llena de asombro, sabiendo que nunca hubieras imaginado que tu vida fuese así y, sin embargo, para ti… es perfecta!
    Catherine Heathcliff said...
    Mi querido Alfredo:

    Muchísimas gracias por tus visitas y tus comentarios. Créeme, me gustan muchísimo, así que, como favor personal, te pediría que no dejaras de venir y comentar, me hace muchísima ilusión.

    Yo, al igual que tú, también creo que la perfección no existe, de hecho, lo he dejado claro en la entrada. Sí que es cierto, como bien dices, que los seres humanos llamamos perfección a todo aquéllo que nos implique o reporte felicidad. Esa es la diferencia de concepción en lo que a perfección se refiere; a veces hasta nos es perfecto un batido de chocolate, tan sólo porque nos hace felices. Las pequeñas cosas, dicen.

    Para mí mi vida es perfecta, ahora mismo, o al menos, eso creo. Cuando llegué aquí a Sevilla estaba eufórica y con unas ganas tremendas de comerme el mundo, huía de un pasado bastante triste, la verdad. Sin embargo, quería que todo llegase ya y porque sí, y estos meses viviendo sola me han demostrado que las cosas tienen que madurar y no ocurrir porque sí. Cuando escribí esta entrada, estaba enamorada, o casi, casi, casi, pero de algo o alguien que no podía ser. Sigue siendo así, y con los meses he aprendido a contemplarlo todo con cierta perspectiva y distanciamiento; todo sigue igual, pero al menos, de todo se aprende, y quizá la imposibilidad de estar con esa persona es la perfección de la que yo hablaba, y no al revés.

    Porque... las cosas no suceden porque sí, hay algún hilo que las mueve y hace que tomen este o aquel giro.

    Esto daría para un pedazo de debate, ¿verdad? :p

    Un beso, Alfredo. Gracias por venir.

    Catherine Heathcliff.

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