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Annie Hall (1977), de Woody Allen


Voy a ser la persona más odiada sobre la faz de la tierra cuando haya terminado de escribir esta entrada.


Anoche vi Annie Hall. Yo, ¿seguidora? de Woody Allen, decidí ver anoche una de sus ¿obras maestras?. Sí, eso dicen, que es una obra maestra.


Madre de Dios... quien soy yo, humilde cinéfila, cuyas opiniones no interesan a nadie, para cuestionar la calidad de esta maravilla cinematrográfica de los setenta.


Estos son los peligros de un blog, que al escribir, es muy difícil captar la ironía que subyace en torno a lo de "maravilla cinematográfica". Porque, lo siento, he de decirlo, y si no lo admitiera, estaría en contra de mi persona: Annie Hall es un auténtico aburrimiento. Y que no me vengan con las monsergas de que Allen hace un retrato irónico, hilarante y, a la vez, lleno de ternura de una relación amorosa entre dos personas tan neuróticamente compatibles como Annie (Diane Keaton) y Alvy (él mismo). Si con eso pretendemos encubrir que realmente es una película hecha exclusivamente para el lucimiento neurótico de Woody Allen, pues bien, quién soy yo para negarlo. Pero no puedo sino admitir que me resultó tremendamente aburrida, y que la calificación de "comedia seria" que decidieron otorgarle me hizo que visionara una película más "seria" que realmente una "comedia". Ni siquiera la escena de la cocaína esfumada, que no esnifada, por un estornudo del señor Allen me desató una carcajada, sino más bien una sonrisa de medio lado en mi rostro.


Obviamente, la época actual está presenciando a un Woody Allen bien distinto. Mis películas favoritas de este pequeño gran y extravagante hombre son Match Point (2005), Scoop (2006) y El Sueño de Cassandra (Cassandra's Dream, 2007), es decir, su trilogía inglesa... pero es que son sencillamente excelentes. Supongo que la inminente Vicky Cristina Barcelona dejará en mí el mismo sabor de boca que estas tres... espero.


Siento no pertenecer a esa enorme y aplastante mayoría que consideran Annie Hall y sus cuatro Oscars una panacea del buen gusto; siento no saber apreciar las mieles de un dulce quizá ¿demasiado intelectual? para mí.


Pido perdón al mundo, como última voluntad, pues pronto me llevarán al cadalso por decir que Annie Hall es un verdadero y soberano aburrimiento.


Catherine Heathcliff.

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