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El velo pintado (The Painted Veil, 2006), de John Curran

Anoche tuve el placer de ver por primera vez El velo pintado. Y digo por primera vez porque es muy probable que haya una segunda. Cuando supe que la pasaban por televisión, comprendí que debería pararme a verla, a degustarla, a paladearla. Y es que era una película que desde el momento de su estreno quise ver, pero por desgracia, el cine donde yo vivo no es algo habitual, sino más bien un lujo. No es por lo caro, ni mucho menos; de hecho, es la ciudad de España (y recalco lo de ciudad) en la que el cine vale más barato. Pero ni por esas; no pasamos de proyecciones cutres... y películas como El velo pintado es prácticamente imposible que aparezcan por nuestras pantallas. Pero bueno, siempre queda el dvd... o la televisión por cable.

Antes de ver una película suelo leer críticas antes; lo sé, lo sé, no merece la pena, pero no sé, quizás parece que, en mi fuero interno, si leo una crítica, veré con una predisposición diferente la película. El caso es que con esta no hice una excepción, y las críticas que me encontré navegando por la red no fueron muy halagüeñas; sí, casi todas destacaban la maravillosa fotografía y las interpretaciones de los actores principales, destacando la de Edward Norton (una obviedad, sin duda), pero casi ninguna le daba una opinión favorable; la mayoría coincidía en dos cosas: aburrida y con exceso de metraje. Mal empezamos, me dije. Pero, como me gustan los retos, allá que me aventuré por los confines de la China más profunda. Y fue un viaje sorprendente y realmente fascinante.

El velo pintado está basada en una novela homónima de William Somerset Maugham, escritor britántico, que desarrolló su labor literaria, principalmente, en la primera mitad del siglo XX. Empezamos bien, claro; todo lo que huela a novela inglesa, ya sea contemporánea o clásica, es santo de mi devoción. Aunque prefiera un buen libro, muy de cerca le sigue una buena película, y si ambas se relacionan, mucho mejor. No soy de esas personas que denostan una adaptación cinematográfica que se aleja de su novela; siempre he dicho que quien quiera disfrutar de la novela, que la lea, y que quien quiera pasarlo bien con una película, que la vea; tan sencillo como eso; hay que saber diferenciar entre una cosa y otra, y si se tiene la suerte, como es mi constumbre, de disfrutar tanto de la novela como de la película, tanto mejor, pues tanto mi lado lector como mi lado espectador intentan siempre destacar lo bueno y lo malo de una cosa y de otra, con el fin de hallar un equilibrio (semi)perfecto.

China, 1925. Kitty (Naomi Watts) es una atractiva joven de la alta sociedad británica que tiene todo lo que podía desear. No obstante, la felicidad completa no existe, y deseosa de huir de su autoritaria madre, acepta la propuesta de matrimonio de Walter Fane (Edward Norton), un bacteriólogo y médico apocado y tímido, que cae rendido a sus pies. El joven y atípico matrimonio marcha a China, lugar bajo la sempiterna "supervisión" del imperio británico, pues Walter desempeña su labor profesional allí. Obviamente, esta vida monótona de esposa abnegada junto a un hombre al que no ama (más bien desprecia) lleva a Kitty a caer en brazos de Charlie Townsend (Liev Shreiber), cónsul británico en Shangai, una suerte de don Juan que, entre política y política, seduce a damas de la alta clase... y otras de no tan alta. Quiere el destino (y la sagacidad de Walter) que Kitty sea descubierta en flagrante adulterio por su marido; éste, deseoso de venganza, la obliga a seguirla al corazón de la China más profunda y mísera, pues sus servicios como médico han sido reclamados por una aldea que sufre sin cesar brotes de cólera constantes. Ese viaje y esa dura existencia en mitad de la selva, que en principio fue planeado por Walter para vengarse de la traición de una esposa a la que amaba sinceramente, aunque a su modo, se convertirá en un giro radical en sus vidas y, especialmente, en su relación, llegando a encontrar un amor realmente sincero que Walter creía extinto, y Kitty imposible de hallar en alguien como su marido.

Personalmente, disfruté muchísimo viendo esta película, y discrepando de las críticas leídas, no me pareció ni larga ni aburrida, todo lo contrario. Por supuesto, la fotografía es impresionante, y la banda sonora, galardonada con un Globo de Oro, es la nota perfecta al metraje. Las interpretaciones de los actores principales son correctas; Naomi Watts nunca ha sido santo de mi devoción, pero he de decir que en esta película lo hace bastante bien. Edward Norton es historia aparte; cualquier cosa que haga será perfecta. Yo creo que podría aparecer subido en una caja, con un saco atado con una cuerda alrededor de la cintura, un embudo en la cabeza, y declamando el monólogo del acto final de Doctor Faustus de Christopher Marlowe, que haría una obra maestra. Me encanta este hombre. Para mí, es uno de los mejores actores vivos que existen, como, aunque sean de diferentes generaciones y ejemplos bastante dispares, Al Pacino, Daniel Day-Lewis, Robert de Niro, Christian Bale, Paul Newman o Dustin Hoffman. Sí que es cierto que noté muy poquita química entre Norton y Watts... no sé, quizás es porque me hacía mucha gracia que el amante de Watts en la ficción lo fuera también en la realidad, pues en esta película comenzó su relación con Liev Shreiber, que dura hasta día de hoy, con un hijo en común y otro en camino.

Mi(s) escena(s) favorita(s):

1. Walter le dice a Kitty, después de haber descubierto que ésta le era infiel, que reclaman sus servicios como médico en una aldea recóndita de China. Ella le dice que debe haber un error, pues él no es médico, sino bacteriólogo. Craso error, le dice su marido, pues es ambas cosas. Son marido y mujer... y desconocen los datos esenciales del uno y del otro. La cara de triunfo de Walter sobre su esposa no tiene precio.

2. La noche de bodas de Kitty y Walter y la noche del reencuentro de su amor en el corazón de la China más salvaje. Diferencias abismales entre la pasión de una y de otra.

3. La madre superiora del convento en el que Kitty trabaja como voluntaria en la aldea le dice a ésta que una vez se había enamorado, a los 17 años, y de Dios. Era un amor que la consumía, y por eso decidió ser monja. Con el paso de los años, su relación con "su amante" cambió, pues Dios la ignoraba y ella languidecía de amor. En ese momento, y en el ocaso de sus días, la relación con su amante divino era de mutua indiferencia.

4. Kitty, rota de dolor y llena de desesperación, se niega a que guarden los instrumentos de trabajo de su esposo, casi al final de la proyección. Preciosa escena... y triste.

En cualquier caso, personalmente recomiendo esta película; sí que es cierto que es un tipo de film que llegará a un determinado tipo de público, no a todos, pero hay que reconocer que es una producción impecable. Merece la pena.

Catherine Heathcliff.

2 Comments:

  1. Anónimo said...
    Excelente película, la vi en pirata y seguidamente me la compré como es de rigor. Algunos la tachan de fria, pero para mí es todo lo contrario.
    Catherine Heathcliff said...
    A mí es que me chifla, hablando en plata. Maravillosa película, sin más rodeos.

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