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Soria Moria, de Espido Freire


Querida María Laura:


Hace dos noches terminé de leer Soria Moria, tu última novela.


Adoro e idolatro a Espido Freire, tu álter-ego literario, sobre todas las cosas. Simplemente, me encanta; y es que tiene bastantes cosas que hacen que me caiga extremadamente bien. Además de su incuestionable talento como escritora, es filóloga inglesa. Como yo. Además de su elegante gusto y distinción que la caracteriza, adora a Jane Austen y a las hermanas Brontë. Como yo. Y sobre todo, a Emily. Como yo.


Te conocí a tí, María Laura Espido Freire, literariamente -no literalmente, ya quisiera yo- a través de tu ensayo Querida Jane. Querida Charlotte, donde nos construías los elementos vitales cruciales de Jane Austen y Charlotte Brontë mediante tu visita in situ a los lugares que marcaron la existencia de estas dos grandes autoras inglesas. Me compré este ensayo en parte porque la necesidad me acuciaba a ello, y es que, bueno, para mi tesis es un libro de importante valor; pero lo que empezó quizás como una obligación doctoral se convirtió en un auténtico placer, y en dos tardes lo leí al completo, sintiéndome profundamente identificada con tus gustos y preferencias, querida bilbaína... porque Emily era su favorita; también lo es para mi. Emily... nuestra Emily.


Soria Moria llegó a mis manos casi sin pensarlo, tan pronto como lo ví en la estantería de la sección de libros del centro comercial. De nuevo, es un placer hacer negocios con usted, señor Carrefour. Obviamente, invertir parte de mi sueldo en libros es el pan mío de cada día. Supongo que como tú, ¿verdad, María Laura? Amén. El caso es que Soria Moria te adentra en ese mundo de la infancia que deseamos dejar atrás mientras lo vivimos, y que deseamos recuperar cada día al abrir los ojos a la luz de un nuevo día cuando ya somos adultos. De la mano de cuatro personajes, cuatro críos, dos chicos, dos chicas, y sobre todo, de Dolores, consigues que el lector se adentra en ese mundo mitológico al que se aferran, pero del que poco a poco son arrancados por el peso de las ataduras y las convenciones socio-morales de principios del siglo XX; y sobre todo, por el estallido de una guerra, que como el sobresalto de una explosión inesperada, hizo despertar a Lola, Isabella, Thomas y a Scott de su mundo de fantasía, de su refugio, de su inocencia.


Soria Moria te atrapa con su embrujo de lugar prohibido, de lugar maldito, de lugar bendecido, de lugar al que sólo los puros de corazón pueden acceder, al recóndito emplazamiento que cae como un jarro de agua fría al lector, al darse cuenta que ya no podrá pertenecer a él. Peter Pan... qué lejos estás. ¿Quién no se ha sentido Lucía alguna vez, la tercera en discordia en un grupo de tres amigos, amigas en este caso? Tres son multitud, y el tercero/a es le que sale perjudicado. Como me pasó a mí una vez, no hace mucho. Yo me he sentido Lucía cientos de veces. ¿Quién no se ha sentido Dolores, la que en parte es la cabeza sensata, pero se deja llevar por lo que los demás exigen de ella, muy a su pesar? Yo me he sentido Dolores cientos de veces. ¿Y quién no se ha sentido alguna vez Isabella, tan frágil de espíritu, pero en apariencia tan segura de sí misma y de la admiración que eso causa sobre los demás? Yo me he sentido Isabella cientos de veces. ¿Y Thomas, un poco títere en manos de todos? Yo he sido Thomas muy a menudo, más de lo que quisiera. ¿Y Scott, con su corazón roto, pero demasiado heroico para admitirlo? Madre mía, cientos, miles, millones de veces he sido Scott. Y es que si hay algo que valoro en esta novela es la capacidad de empatía con el lector. ¿Había una parte de tí en todos ellos, María Laura?


No sé si leerás esto... ya quisiera yo; quisiera decirte que tu novela me ha resultado fílmica: era como una sucesión de imágenes de los distintos personajes. Dolores no hablaba, me hablaba. Y sí, reconozco que muy a menudo, la técnica del stream of conciousness me resultaba bastante familiar mientras navegaba por las páginas de tu Soria Moria.


Bravo por un maravilloso final, que no me causó decepción.


Ha sido un placer leerte de nuevo, Espido. Por favor, no tardes en regalarnos otra de tus novelas.


Con infinito afecto, cariño y admiración,


Catherine Heathcliff.


Lo que estoy escuchando: Wuthering Heights, de Kate Bush.


1 Comment:

  1. Ayrim said...
    Que bonita reseña le haces al libro. Me han entrado ganas de leerlo :) Y bien cierto eso de que cada dia intentamos recuperar esa epoca de la que antes intentabamos escapar.

    Perdona, pero no me funcionan las tildes. Un saludo!! Tu blog es muy interesante, por eso lo he enlazado al mio :)

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